Pastiche francés que pretende emular la fórmula del depredador humillado ante su presa, pero sin los resultados de clásicos como Tom y Jerry, Silvestre y Piolín o El correcaminos. Cada capítulo nos adentra en una tediosa carrera llena de tópicos manidos y desfasados donde unas ridículas cucarachas, sin razón aparente, le dan porculo a un gato que es un haragán y un imbécil que ni se molesta en generar algo de acción o divertimento, sino que se dedica a recibir sin descanso golpes, explosiones y todo el catálogo de hostias básico en este tipo de planteamiento. El protagonista además tiene otros compañeros de sufrimiento, como un gato verde y con mal genio que fabrica bombas que terminan estallándole en la cara, cosa que recuerda al coyote, o el perro vecino y pasota al que siempre le inflan los huevos y se lía a bofetones con quien pille (éste también recuerda misteriosamente a Spike, el bulldog que zurraba a Tom).

Para colmo no hay un solo diálogo, sino música, detalle que podría funcionar como lo hacía en los dibujos estadounidenses de antaño, pero debido a su pobre calidad y falta de cadencia no lo hace. La animación es mediocre y el argumento de cada capítulo no dice absolutamente nada. Cada elemento de este verdadero bodrio resulta molesto, aburrido e incongruente, salvándose solamente que cada capítulo no dura más de diez minutos.

No puedo evitar preguntarme por qué con la excelente escuela de animadores franceses que existe surgen a veces atrocidades como ésta o, por poner otro ejemplo, Titeuf, otra joyita a la que ya le hacen justicia con una acertada crítica en su ficha.

«El horror», que diría el Coronel Kurtz.

Personajes ridículos actuando en un monótono decorado, con una historia aburrida y previsible, una puesta en escena horrible, unos movimientos de cámara espantosos, efectistas y esperpénticos, una lluvia que se activa con un botón y un puñado de actores totalmente desaprovechados.

Lo único que vale la pena de esta película es el segundo en el que salen los pechos de Sharon Stone, de ahí que no le ponga un 1.

Cada episodio nos presenta alrededor de dos minutos de la vida de tres estudiantes de preparatoria y algunos de sus profesores, no haciendo nada en particular en ningún momento. Basado en su manga de cuatro paneles y bajo la premisa "sus vidas pasan cuando no está pasando nada", este anime cuenta con un argumento muy sencillo con toques de humor y una animación bastante resultona.

La serie se puede ver completa en un rato, y es curioso que dure más la suma del opening y el ending que el capítulo en sí. La enigmática y constante aparición de Steve Jobs interaccionando con cangrejos y constelaciones en su apertura (recordemos que murió de cáncer), tampoco parece que tenga nada que ver con los elementos de la trama.

En resumen, un "slice of life" sin demasiadas pretensiones, que no va mucho más allá de lo anecdótico.

Una muestra más del previsible y crudo sufrimiento con el que todo tercermundista debe lidiar a diario y hasta su muerte. Una rigurosa en su raíz aunque más que típica historia que todo esnob debería situar por las nubes al verla, ya sea porque le guste o por pura obligación.

Me la creo, pero poco más.