Los celestiales son “malos” demasiado grandes (en el sentido más amplio del término). Cuando se contraponen dos sujetos de escalas tan diferentes, hay que tener mucho cuidado con el tratamiento que se da a la dinámica entre ambos, porque se corre el riesgo inminente de que dicha dinámica no resulte convincente, como de hecho ocurre en la película. La grandiosidad y el poder de los celestiales quedan totalmente anulados por la forma en que los eternos, simples marionetas creadas por aquellos, son capaces de matar a uno de forma directa, con poco más que sus poderes.

Por otro lado, esos mismos celestiales, funcionarían probablemente mejor como sujetos elípticos o con una presencia algo más abstracta. Deberían representar algún tipo de fuerza primordial o concepto que tenga relación con la historia que se quiere contar y con los personajes de la misma. Sin embargo, son sujetos poco dibujados y totalmente genéricos, cuya única cualidad es ser grandes y poderosos. No se siente que tengan una relación auténtica con el universo de la narración, porque no hay construida en torno a ellos, una una mitología que les de sustancia dramática, motivo por el que, a pesar de su tamaño, no terminan de resultar imponentes.
Me parece también un error la forma en la que se comunican con los eternos. Si tu antagonista se encuentra en un nivel tan superior al de tus personajes protagonistas, tal vez mostrarles en pantalla hablando de tú a tú no sea una buena idea, porque rompes esa ilusión de escala entre ellos. O tal vez el problema sea lo estúpido e infantil de las conversaciones que mantienen, que son de una simpleza horrorosa.

Si la historia hubiera estado bien pensada, tal vez podrían haberse centrado en la relación entre eternos y desviantes en esta película, (dándole un mejor uso al personaje del desviante absorbe-poderes y toda la trama y conflictos asociados) y haber dejado en un segundo plano a los celestiales, a la espera de seguir desarrollándolos en futuras entregas. Seguramente habría resultado una ficción ligeramente mejor construida que la que nos presentan.

Para empezar, el personaje protagonista, (y todos los demás) es tratado como un completo retrasado mental, que no hace más que estupideces durante todo el metraje. De hecho, los gags, personajes y situaciones pretendidamente cómicas aunque de hecho patéticas, son tan abundantes, que toda la película se convierte en un gran gag, una broma vulgar que no se respeta a sí misma y que hace totalmente imposible construir una ficción mínimamente verosímil.

En el caso concreto de Peter Parker hay, además, un problema añadido: el arco del personaje ha tenido siempre que ver con el sentido de la responsabilidad, la interferencia de su vida como enmascarado con su vida personal y la carga que ambas cosas conllevan. Es por eso que en la anterior entrega de Spiderman, éste ha de aprender una serie de lecciones que supuestamente le hacen madurar y ser más consciente de lo que conlleva ser quien es. Pues bien, en esta segunda entrega, no sólo parece haber olvidado todo lo aprendido, sino que se vuelve directamente tonto, lo cual queda perfectamente plasmado en escenas como la del autocar y el dron.

Luego, por otro lado, está el planteamiento de la trama como tal, que es igual de inverosímil. ¿Quien va a creerse que Tony Stark, (cuya omnipresencia se hace más que molesta) le deje su sistema de defensa a un adolescente al que acaba de conocer hace poco? No hay por dónde cogerlo. Sólo por eso, la película no tiene ya coherencia ninguna y no puede ir sino derecha a un precipicio.

En resumidas cuentas: esta no es una película con licencias, sino una licencia en forma de película, un despropósito sin cerebro, ni entidad, ni respeto hacia sí mismo; un sucedáneo "vomitado" con prisa para cumplir la cuota de producciones establecida, pero que en realidad, no tiene ninguna razón de ser ni mérito alguno por el que ser recordada, salvo, quizá, el de encontrarse entre las peores de la factoría Marvel.

El protagonista, es un tipo del que no sabemos ni el nombre, un personaje menos que genérico, un tipo sin historia ni personalidad del que no conocemos ni conoceremos nada relevante a nivel personal, un personaje nulidimensional (esa sí que creo que no existe, pero la acuño yo para esta ocasión especial). No tiene carisma porque no tiene una presencia definida. Me da totalmente igual si vive o muere. De hecho, dudo que esté vivo.

El malo, por su parte, sí que llega al nivel de genérico: es malo y quiere hacer maldades, como hacen los malos genéricos, y además es ruso, para rematar el pack. Luego hay una chica con un niño que casi no aparece, un compañero del prota y también otro tipo y algunos secundarios (no muchos). Todos ellos me dejan igualmente indiferente. Ninguno está vivo, al igual que la trama. Nolan se encarga de darte las explicaciones, pero parece que nadie se ha encargado de explicarle a él lo que hace que una historia funcione.

Mención aparte merece la omnipresente banda sonora, que no deja de sonar ni un puñetero momento.

Dejando de lado toda la trama de los viajes en el tiempo y las realidades alternativas, que no está bien explicada, hay algo que me parece especialmente sangrante, y son las absurdas inconsistencias de poder entre los personajes. En esta serie, humanos normales y corrientes, vapulean constantemente al personaje protagonista, un asgardiano de fuerza sobrehumana que ha peleado con Thor y que debería quitárselos de encima como si fueran moscas, pero que, sin embargo, forcejea con dos tipos que bien podrían haber sido simples oficinistas antes de entrar en la TVA, sin conseguir zafarse de ellos. Durante toda la serie, se nos muestra a Loki como un alfeñique con la fuerza de un humano normal, lo cual contradice abiertamente lo que sabemos del personaje.

En fin, que cualquier cosa vale en las producciones Marvel, con tal de seguir vendiendo sus productos.

La prueba de lo mal que lo han hecho hasta ahora, es el presunto reseteo con el que termina la película, pero antes...

Dr. Strange, el tipo encargado de proteger el tejido de la realidad, lanza un hechizo que pone en peligro la estabilidadde la misma, sólo porque al protagonista “le va mal la vida”. Pero, además, no le pone sobre aviso acerca del funcionamiento de dicho hechizo y sus peligros, sino que directamente lo lanza, dejando al azar cualquier imprevisto que pueda ocurrir (y que de hecho ocurre), vamos, un tío súper precavido y responsable. A continuación, cuando se han empezado a colar seres de otro universo por su culpa (la del hechicero), en vez de encargarse él mismo del asunto, envía a Peter a por ellos, no sin antes ceder a su estúpida petición de involucrar a sus colegas del instituto y admitirles en el Sanctum Sanctorum. Todo muy lógico, vaya...