Scorsese en su mejor estado, con un Jack Nicholson espectacular. DiCaprio y Damon, una perfecta dualidad en esta gran película sobre lo que Scorsese conoce mejor: el hampa y las relaciones que de él se derivan. Engancha al espectador desde el segundo uno hasta el último. Altamente recomendable, sobre todo para los amantes de los "thrillers" bien hechos.

Cuando ves un documental como "The Jinx", te das cuenta de que la ficción no es más que un mero reflejo de las realidades increíbles que suceden en el mundo. Y cuando el personaje principal es alguien como Robert Durst, cualquier guionista o director se rasgaría las vestiduras por no haber podido crear a un protagonista tan perfecto (en sus matices, complejidades, personalidad e historia).

Sin duda, ésta es una de las series documentales más redondas que he visto (junto con "O.J.: Made in America" o "Making a Murderer", por ejemplo), por la fascinante historia que presenta, por el tempo que imprime y, sobre todo, por su increíble final, que no desvelaré aquí. Son seis horas de atención y estupor absolutos.

La adaptación americana de la gran serie danesa "Forbrydelsen" está bien planteada, aunque tiene algunos puntos flacos en el guión, ya que hay momentos de la serie en que lo complican todo demasiado. En cualquier caso, lo mejor, la ambientación en un Seattle constantemente lluvioso y gris y la música, que hace que estemos toda la duración de cada capítulo nerviosos e incómodos. Cabe destacar el papel que hace Mireille Enos como Sarah Linden, la protagonista, con un personaje muy oscuro y obsesivo.

Mucho se ha escrito y rodado sobre la clonación y la manipulación genética. Este telefilm británico, con los excelentes Tom Wilkinson y Rhys Ifans, ofrece una interesante reflexión sobre las consecuencias de un acto aparentemente tan sencillo, a través de las dudas sobre los claroscuros éticos que corroen tanto al "padre" como a sus múltiples "hijos".

Si uno ha visto "The Wire", sabe que David Simon sólo ofrece guiones de una calidad poco frecuente en el mundo de la ficción televisiva. Las altas dosis de realidad que empapan esta serie, con momentos difíciles sólo superados por el día a día de tanta gente que padeció las consecuencias del Katrina en Nueva Orleans, son lo que nos la hace creíble y humana. Para conseguirlo, también tienen mucho que ver los actores, que consiguen que los consideremos como de la familia al final de cada temporada, especialmente un genial Clarke Peters, que borda el papel de gruñón jefe indio del Mardi Gras. Si a esto añadimos la otra cara esencial de la serie, la música, obtenemos un rico retrato de Nueva Orleans en todas sus contradicciones y matices. Serie imprescindible.