Rambo y la vietnamita espía charlan amigablemente a la orilla de un río mientras ella le cura las heridas.

Vietnamita espía: Estás muy lastimado
Rambo: Descuida. (el gran Sylvester pone cara de que se va a poner romanticón. O sea, la misma cara que cuando arrasa un poblado sin despeinarse)

Escucha, nunca olvidaré......lo que hiciste allá. Gracias.
(la vietnamita espía le pone ojitos a Rambo)

Vietnamita espía: ¿Qué harás ahora? ¿Tratarás de escapar por Tailandia?
Rambo: Sí.
Vietnamita espía:Y luego, ¿irás a los Estados Unidos?
Rambo:Sí.
Vietnamita espía:¿Me llevas contigo? ¿Me llevas?

Acto seguido la vietnamita espía se abalanza sobre Rambo y se dan un besazo de tornillo.
(Rambo esta que no se lo cree. ¡Por fín una hembra que le comprende!).

Vietnamita espía: ¿Nos vamos?
Rambo: Vámonos

Mientras nuestro gran hombre se gira para coger su metralleta, cuatro amarillos disparan a discreción a la vietnamita espía.

Rambo agarra su metralleta y liquida a los enemigos en un periquete. Después va al encuentro de la vietnamita espía, que agoniza medio sumergida en el río.

Rambo: ¿Estás bien?
Vietnamita espía: Rambo...
Rambo: Sí. Sí.
Vietnamita espía: ¿No...No me olvidarás?
Rambo: No, no.

Después de estos monosílabos llenos de pasión, la vietnamita espía muere.

Rambo (mirando al cielo, con él cadáver en sus brazos): ¡Noooooooooooooo! (vale, esto no lo hace, pero debería)

Después de la trágica muerte de su amada, Rambo hace una bonita tumba de lodo a orillas del río. Se pone su cinta de guerra en la frente y sale corriendo en busca de más enemigos.

Tiempo exacto que le ha durado la chati a Rambo: Un minuto con cincuenta y siete segundos.

Y yo que creía que ligaba poco y mal pero lo de este...

Reivindico el masoquismo cinéfilo como una forma más de ver cine. Viva las películas malas. Esas que te hacen disfrutar desde el primer minuto. Esas que sales del cine pensando que no has tirado el dinero. Esas en que la gente en la sala empieza a reírse bajito y acaba entre carcajadas generales. Esas en las que "Druidas" se proclama como rey de reyes.

Basta de mediocridades. Si se hace una película mala, se hace mala pero de verdad. Con mostachos postizos y doblajes patéticos. Con el peor actor de la historia (larga vida a Chistopher) y la peor dirección artística jamás vista.
Esta película creo un nuevo género, el "género Druidas": Películas demasiado ambiciosas para el presupuesto que tienen, con actores de segunda fila y un guión de risa.
Desde aquí hago una llamada a todos los productores del mundo para que le den una segunda oportunidad a Jacques Dorfmann. Sé de muchos que esperaríamos días en las puertas de los cines sólo para poder disfrutar tanto como lo hicimos con esta película.

Realmente me hace daño tener que darle un 1. Tendrían que hacer un ranking en FA (ranking Druidas sería un buen nombre) para votar este tipo de películas.

Señores y señoras, estamos ante algo más que una comedia. Estamos ante una película que refleja a toda una generación de tristes almas perdidas en busca de una hembra. Aquellos que agazapados detrás de una barra observan a las más guapas del local (o a las feas, dependiendo de la hora) en busca de una mirada furtiva que les de pie. Si, pie, pie para pringarla durante toda la noche e irse a casa sin comerse una rosca y con más cara de bobo si cabe que cuando llegaron. Que levante la mano a quien no le ha pasado esto alguno vez para que podamos descubrir a la reencarnación de Pinocho.

Borja Cobeaga crea a un personaje de un pagafantismo extremo capaz de cualquier cosa por huir de unos amigos aburridos, una familia adormecida por los recuerdos de tiempos mejores y una novia a la que no quiere. Es curiosa la reacción del espectador al visionar la película. Al principio todo el mundo ríe a carcajadas, pero llega un momento en el que el protagonista da tanta pena que en la sala no se oye nada más que un agobiante silencio. La gente observa como Chema se hunde en la más profunda de las miserias. “Eres un pagafantas” “Hay cosas que nunca cambian” dicen alguno de sus familiares. A estas alturas, el ya sabe que está metido en un pozo del que no puede salir. Sus sueños de no llevar esa vida rutinaria que tanto odia se han ido de un plumazo.

a) La sociedad española
Tan real que roza el surrealismo, los españoles siempre nos hemos caracterizado, y mas cuando el hambre apretaba, por ser esperpénticos a más no poder. Algún foráneo que visione la película podrá argumentar que los diálogos hilarantes son poco creíbles. Los de aquí sabemos que son como la vida misma, porque los hemos vivido.

b) La tecnología
Como buen visionario, Don Rafael nos regaló la primicia de lo que sucedería casi cincuenta años después planteándonos una pregunta: ¿La tecnología al servicio del ser humano o el ser humano al servicio de la tecnología?

c) El consumismo
El hombre es capaz de comprar de todo con tal de ser aceptado entre sus semejantes, hasta llegar a no ver otra cosa más allá de lo puramente material. Nuestro abuelo no se da cuenta de lo que sufren los impedidos precisamente por lo que el añora: la aprobación social.

d) Los ancianos, esos niños grandes con artritis capaces de crear una banda de cochecitos y creerse, aunque sólo sea por unos segundos, los Ángeles del infierno.


Entre risas anda el juego. No hay mejor modo para llegar al personal que la carcajada limpia, el antídoto ideal para innumerables enfermedades, del cuerpo y del alma. La risa hace que abras los poros y las neuronas se pongan en posición receptiva, momento ideal para que sin que el espectador (ni el censor) se den cuenta, nos adentremos en la más profunda de las realidades.
Bardem, Ferreri, Berlanga o Azcona lo sabían, e hicieron de la comedia un arte en mayúsculas con el que reír y reflexionar. Y esto es para un servidor, el paradigma de la palabra cine.

El fanático:

"¿Aún no habéis visto Lost? Yo sí, colgaron el capítulo a las cinco y media de la mañana. Todavía no había subtítulos pero la verdad es que se entiende bastante bien" (dos años en Opening).
¡Vais a flipar con lo que pasa!"

El retrasado

"¡No me contéis nada, aún voy por la primera temporada! ¡Dios mío, el que se parece a Kojak ha encontrado una escotilla oculta!"

El calzonazos

"¿Ya habéis visto Lost?¡No me contéis nada!¡Tengo que verlo con mi novia y hasta el fin de semana no puedo!"

El teórico

"Está clarísimo que J.J. Abrams tiene planeado el final de la serie desde el primer capítulo: la isla es una composición quimica descononocida resultante de una flatulencia de Jacob.
¡Es verdad, lo leí en un foro!"

El histérico

"¡Dios mío, fulanito está vivo!¡Dios mío, menganito acaba de morir! ¡Esta serie es imprevisible, por favor que no termine nunca!"

El perdido:

"¿Pero cómo…?¿Qué ha …?¿Pero estos no estaban en la isla, que hacen en Los Angeles? Dale al stop un momento, recapitulemos porque no entiendo nada…"

El “ya que hemos llegado hasta aquí…”

“Juro que como se inventen otra línea espacio-temporal para poder contar lo mismo pero desde otro punto de vista dejo de ver la serie. Y esta vez hablo en serio”

El orgulloso de no saber nada

"Yo no he visto ni un capítulo de Lost, ni pienso hacerlo. Os tiene a todos alelados. Debo ser la única persona sobre La Tierra que no ha visto nunca Perdidos”. (A día de hoy el grupo en Facebook “debo ser la única persona que no ve lost” tiene 471.443 seguidores)
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Esto es en mi opinión lo más bonito que tiene la serie: la capacidad para dar que hablar, para entretener más allá de los cuarenta y cinco minutos que dura cada capítulo. Porque, aunque jamás hayas visto Perdidos, de una u otra forma te has posicionado en alguno de los grupos antes mencionados, como sí de política se tratase.
Y esa capacidad para crear expectación es algo que ocurre tan pocas veces que cuando sucede, cualquier cosa alrededor del evento en cuestión se convierte en noticia. Un fenómeno social en toda regla.

Calidad de la serie aparte, tema en el que ni siquiera voy a entrar pues creo que esta todo más que hablado, felicidades J.J.