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Críticas de Chagolate con churros
Críticas 748
Críticas ordenadas por utilidad
4
27 de agosto de 2009
74 de 100 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo dos teorías. La primera es que Coixet sabe hacer buen cine pero no le da la gana hacerlo. La segunda teoría es que Isabel Coixet es una mala directora que en su momento escribió guiones frescos y buenos que tapaban las demás carencias que ahora son imposibles de tapar. No sé cuál de las dos teorías es la correcta, pero después de hacer turismo por Tokio, la primera parece descabellada.

Durante los primeros cinco minutos de película la cámara jamás está quieta. No usa ni un puñetero plano fijo: que si zooms por aquí, que si travelling por allá, que si cámara en mano por el otro lado y chinitos caminando.

El guión no es que sea enrevesado, es que es predecible, aburrido y carente de emoción. La fotografía, cuando la cámara esta quieta es bonita, y aquí se nota la mano de Almodóvar, que durante mucho tiempo estuvo a su lado. No tengo dudas de que es la película que peor ha dirigido buscando planos modernetes y carentes de significado y moviendo la cámara como no recuerdo que la moviera antes.

Como parte de “Españoles en el mundo”, da el do de pecho. Te enseña costumbres molongas y extravagancias más molongas, pero como película cinematográfica no tiene enteros ni mitades. Se salva las buenas actuaciones y una cuidada ambientación pero Isabel Coixet debería aprender a leer los mapas.
Chagolate con churros
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10
29 de octubre de 2010
54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iniciamos una aventura, dividida en tres partes, sobre incomunicaciones y vidas a la deriva. Sobre opulentos personajes vacíos de valores, y de movimientos autónomos carentes de sentimientos.

Con la cámara, Antonioni recoge el silencio, la apatía de la conversación y el hastío de involucrarse en algo que ataña sentirse vivo. A base de gestos y de planos cargados de simbología, la cámara es la que recoge los desechos, la que narra la historia.

Desde el primer fundido encadenado, donde el padre de Anna desaparece empequeñecido entre las dos mujeres y es sustituido en el plano siguiente por Sandro asomado a la ventana (el uso del contrapicado que yuxtapone al padre y al novio es significativo: el padre incapaz de darle seguridad a su hija deja el paso al hombre con quien su hija cree que va a alcanzar la felicidad), también entre las dos mujeres-; la cámara apuesta por no guardarse nada.

En su primera parte, Antonioni, retrata a nuestros protagonistas a través del ambiente. Los edificios y los interiores son los matices de sus personajes. Si ya dije en su momento que Antonioni ha sido el mejor arquitecto por todo lo que podíamos dilucidar de sus personajes a través del entorno donde los colocaba. Que mejor ejemplo, que el archipiélago de las Islas Eólicas (Lisca Bianda) para retratar a los personajes que nos atañen: yermos vacíos, llenos de trampas y azotados por tormentas.

En su segunda parte, la culpa y el deseo se mezclaran, al principio sin orden ni control (como si alguna vez ambos sentimientos lo tuvieran...) y más tarde acoplados, sin el énfasis de ganar la carrera. Empieza entonces la tercera parte que llega al clímax cuando Claudia (sobresaliente Monica Vitti) dice:

“Hace unos pocos días, al pensar que Anna podría estar muerta sentí que yo también me moría. Ahora ni siquiera lloro. ¡Lo que temo es que esté viva!”

Y finalmente la redención. La comprobación de que el recipiente está vacío, que quizá no haya esperanza y sea demasiado tarde.


Hemos conducido todo el tiempo sobre las curvas de la condición humana, el vehículo (la cámara) nos transportaba, el conductor (Antonioni) nos llevaba, pero sólo el pasajero puede apreciar, si bien lo desea, el paisaje que se abre a nuestro paso.
Chagolate con churros
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8
11 de marzo de 2010
54 de 60 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nace ya muerta al ser estrenada años después y en provincias (más concretamente el diez de julio de 1965 en Bilbao). Dos años de retraso, Seis años cuando se llevó a otras salas, en un momento en que los minutos en la España eran horas y los años décadas. Adquiere “El mundo sigue”, estatus de película de culto, casi inexistente. De escaso público y difícil adquisición. Sólo una vez, me imagino que por error, fue programada por TVE a mediados de los ochenta.

No sólo la distribución tuvo problemas, el guión naturista (hoy llamado social), con un contenido que hablaba de prostitución, abortos, degradación del núcleo familiar y maltratos fue impunemente censurada. Los diálogos fueron corregidos y aún así, parece imposible que esta película se estrenara (tras el cambio ministerial motivado por el cese de Fraga) en plena dictadura. Pero lo hacía en una España que corría demasiado y que dejaba anacrónica la sátira negra de la sociedad española del 63.

Película muy áspera, de personajes tan bien construidos como interpretados, aunque podamos echar en cara que Fernán-Gómez utilice los manidos pilares de aquellos años: Iglesia (hermano ex-seminarista) y Estado (guardia municipal). Deja sensaciones amargas, y una ventana límpida a aquellos años de fútbol en Chamartín, toros y vecinos correveidiles.

Habrá quien pueda ver en “El mundo sigue” una especie de neorrealismo a la española. La planificación en escena, los avatares del destino, la austeridad manifiesta y el marcado rumbo que ejerce sobre los personajes la sociedad del momento así lo puede parecer (1).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chagolate con churros
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8
22 de septiembre de 2008
52 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tatsuya Nakadai es Kaji. Y Kaji es uno de esos regalos que da de vez en cuando el cine donde podemos volcar todo nuestro afecto y respeto. Kaji está lleno de unos ideales que no casan nada con este mundo. Y menos casaban en un mundo con la II Guerra Mundial de por medio. Durante los 208 minutos Kaji recorre el camino del humanismo. Y a pesar de todos los inconvenientes, de todas las mentiras y decepciones, Kaji sigue recorriendo ese camino. ¿Irreal? Puede, pero Kobayashi consigue que nos lo creamos todo.

Sí, son una burrada de minutos, en blanco y negro y japonesa. ¡Casi nada! Pero es una historia llena de gran cine. De una calidad palpable desde su inicio, con una cámara que daña cuando lo pretende y emociona cuando quiere. Kobayashi nos brinda unos primero planos a ras de suelo que descolocan, una brillante realización y ambientación y unas actuaciones descomunales. Pero sobre todo nos ofrece un personaje que lo tiene todo para ser convertido en un icono y no se arruga al tirarlo a los leones: Nakadai está a la altura del reto impuesto.

Kobayashi comete a mi juicio un fallo habitual en este tipo de películas. Alarga en exceso la historia. Usa elipsis insuficientes (aunque algunas utilizadas son prodigiosas) y desdeña el uso de síntesis que hubiera mejorado la película. Su final es primoroso, y sabes que no resistirás mucho tiempo a seguir el camino de Kaji, que ahora, se vuelve más opaco, con menos posibilidades de seguir por esa senda del humanismo del que no pretende desviarse.

La historia pudo ser tildada de antipatriótica, pero lo que la gente no quiso ver, es que Kobayashi no hablaba de patrias ni banderas. Hablaba de hombres y mujeres con el mismo color de sangre circulando entre sus venas. Y si te das cuenta de ello, “La condición humana” es uno de los relatos más agudos y duros de este siglo.
Chagolate con churros
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7
10 de octubre de 2007
51 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Iba a ponerme a escribir sobre las parejas famosas del celuloide y televisión para acabar razonando porque a pesar del tiempo y la muerte, Katharine Hepburn y Spencer Tracy formaron y lo siguen haciendo cada vez que uno visiona sus películas: el tándem perfecto. Al final, simplemente decidí que cualquier imagen de ellos juntos vale más que mil palabras, por lo que os invito a visionar cualquiera de las películas que ambos realizaron juntos. Si no me falla la memoria creo que fueron nueve colaboraciones que la pareja nos dejó para la posteridad y para regocijo de aquellos que pueden ver en cada escena una química sin igual.

Por última vez, en “Adivina quien viene esta noche” trabajaron juntos y nos deleitaron con unas soberbias interpretaciones que me ponen los pelos de punta. La escena en que Hepburn ve por primera vez a Sidney Portier es fantástica y me doy cuenta de que hay actores que jamás podrán ser olvidados porque hacían cosas como esa mirada llena de dolor, angustia, miedo e incredulidad.

Katharine Hepburn y Spencer Tracy son lo mejor de la película. Son quizá de lo mejor de todo lo relacionado con el cine. El resto de actores, cumple su papel pero intentar siquiera acercarse a esos astros de la interpretación (sobre todo cuando estaban juntos y la chispas quemaban cualquier escenario cercano) es misión imposible.

Con un guión sólido, Stanley Kramer nos narra una historia que lucha contra la discriminación y contra las intolerancias y que aunque hoy en día podríamos darlo por casi solucionado, no estaría de más extrapolarlo a otras discriminaciones que siguen ocurriendo en el ancho occidente: homosexualidad, religión, lengua o género de las personas. Por lo que no creo, como se comenta en otras críticas, que la película esté envejecida.

Aún así, me gustaría echar una mano a “Vuelve Shane” cuya crítica, está aniquilada cuando no deja de tener una gran razón sobre lo expuesto: Kramer se caga de miedo e intenta suavizarlo con un novio perfecto. Así, es muy fácil.
Chagolate con churros
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