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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.034
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de enero de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Norman Jewison es un significado y por mí admirado director que tiene en su haber películas muy significadas y acertadas como “El rey del juego”, 1965; “En el calor de la noche”, 1967; “El caso Thomas Crown”, 1968; “El violinista en el tejado”, 1971; “Rollerball”, 1975; o “Hechizo de luna”, 1991. Pues bien, a Jewison se le ocurrió filmar en 1966 esta cinta “¡Que vienen los rusos”, adaptación al cine de William Rose de la novela de Nathaniel Benchley “The Off-Islanders” escrita en 1961.

Jewison acertó de pleno con esta comedia sobre un submarino ruso encallado en las costas de EE.UU. en plena Guerra Fría, cuando hablar de rusos o soviéticos era tabú y poco menos que mentar al ‘coco’, ‘el hombre del saco’ o peor: el msimísimo ‘demonio rojo’.

Pues bien, Jewison, con excepcional sentido del humor hace una película entrañable y humana sobre los rusos, a los que trata como personas cultas (entienden de música), gente normal que está muerta de miedo por hallarse lejos de su país. Es una obra que en ocasiones incita a la carcajada, pero sobre todo que aborda y ataca los prejuicios patrioteros tan en alza en los EE.UU. contra el gran enemigo comunista. Pues no, no eran enemigos y Jewison sabe dar a la trama un tono entrañable y sobre todo conciliador.

Sátira y buena onda frente a la psicosis colectiva que los norteamericanos vivían en aquella ya remota era de la Guerra Fría. Cuenta con actores muy buenos como Alan Arkin o mi admiradísima Eva Marie Saint, y una estupenda música de Johnny Mandel junto a una excelente fotografía de Joseph F. Biroc.

Aunque es una película para muchos de vosotros/as antigua, sigue resultando fresca y reconfortante. Un antídoto contra el rencor y la desavenencia. Como nos enseñara San Francisco de Asís en su emotiva oración que seguro Jewison conocía: “(…) donde haya odio, ponga yo amor,/ donde haya ofensa, ponga yo perdón,/ donde haya discordia, ponga yo armonía (…)”.
Kikivall
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7
10 de julio de 2018
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película dirigida con oficio y rigor académico por Dominic Cooke, Ópera Prima que narra la historia de una noche de bodas y sus imprevisibles consecuencias. El guión de Ian McEwan es adaptación de su novela, “Chesil Beach” de 2007. McEwan es un excelente, sensible y prolijo escritor cuyas páginas son difíciles de transportar al cine, justamente por la minuciosidad y el detallismo de sus descripciones psicológicas y emocionales. McEwan habla del desabrigo, la ignorancia y el atraso que enfrentaba aquella juventud de inicios de los ’60 en Inglaterra (en España era aún peor, si cabe), cuando todavía la revolución sexual no había hecho acto de presencia en la paralizada y timorata sociedad del momento.

Dirección de calidad, que proviene de un Cooke acostumbrado al formato TV. Guión bien elaborado, con alguna laguna, pero bien escrito de McEwan, que no en vano es el padre de la criatura. Se une a ello una música adecuada de Dan Jones y una bella fotografía de Sean Bobbitt. La puesta en escena, vestuario y ambientación impecables.

Como siempre diré, los ingleses no tienen rival (salvo el caso argentino), en lo que a actores se refiere. Destaca en este film una actuación espléndida atravesando el film con delicadeza de Saoirse Ronan, cuyo rol de mujer estirada y mojigata interpreta a la perfección: entrecejo encogido, sonrojo, los detalles físicos del temor y la angustia ante el sexo como mundo desconocido para ella y también su carácter firme en relación a decisiones primordiales y definitivas. Billy Howle realiza un meritorio trabajo dando bien la réplica en su papel de joven enamorado y a la vez defraudado e incluso confundido, un personaje aturdido, vehemente, noble e impensadamente seductor. Ambos protagonizan una escena demoledora que difícilmente se olvida. El resto del reparto (p.e. una Emily Watson impecable, brillan con luz propia.

La noche de bodas, parte central de la cinta, está trufada de flashbacks y sirve para ir conformando la vida y semblanza de dos jóvenes que en esencia se aman, aunque no saben cómo hacerlo. Les toca además una época llena de rigor moral, inconvenientes múltiples para el amor, presiones, efugios, lo que va arrastrando el relato a un rosario de incongruencias y desatinos que concluye en unos personajes temerosos e incluso grises, como perdidos en la bruma de temores inconfesables.

Ese conflicto interno entre la pulsión amorosa y el rechazo a lo feo o reprobable; el gozo y la repugnancia; placer, dolor, una pareja virgen, desplegando sus tentáculos, amargos y tiernos, tanto hacia el pasado como hacia el presente y a sus consecuencias en el futuro. En el libro se relata en un párrafo lo que se interpone entre los amantes: “Su personalidad y su pasado respectivos, su ignorancia y temor, su timidez, su aprensión, la falta de un derecho o de experiencia o de desenvoltura, la parte final de una prohibición religiosa, su condición de ingleses y su clase social, y la historia misma”. Pues sí, es mucho lo que interfiere la relación entre Florence y Edward. Todo un melodrama generacional que demuestra que la juventud sería un enorme tesoro si poseyera la experiencia que dan los años.

La historia de Ian McEwan es verdaderamente lamentable, un relato que convierte el amor por diferentes rumbos en bufido, puñalada y halo de de destino trágico. Un encuentro nupcial que acaba en estocada firme, inflexible, sin opción a réplica, duro por demás, pero eso sí, llevado a cabo con trazos bellos y de buen gusto con los que Cooke sabe integrar tanta desgracia como desesperanza, así como esa manera burda y apresurada que es la única que los amantes aciertan a esgrimir frente a una opción que bien podría haber sido gestionada de manera feliz. Pero no es así. Por lo tanto estamos ante una cinta dolorosa que habla de muchas cosas y sobre todo de cuánto puede cambiar la vida por circunstancias imprecisas e incluso culturales; y de cómo este contexto de severidad cambió apenas unos años después. Historia, pues, de un error imperioso motivado por el orgullo e incitado por el fin de una época.

La correcta película de Dominique Cooke se publicita con el eslogan: “Una época distinta, un amor diferente”. Pues eso.
Kikivall
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8
17 de abril de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dirige Fred Zinnemann con su habitual genialidad de maestro ya consagrado en la historia del cine (recuerdo aquí algunas de sus obras como Solo ante el peligro, 1952 o Historia de una monja, 1959). El guión está basado en la novela del escritor norteamericano de Illinois, James Jones (1921-1977), quien combatiera en la II Gran Guerra, lo que le sirvió para narrar con toda credibilidad sobre el conflicto; tal el caso de la novela que inspira este film sobre el ataque a Pearl Harbour: Fromm here to eternity¸ 1951.

El reparto es sin duda todo un lujo con actores y actrices como Burt Lancaster (inconmensurable como sargento vocacional y hombre enamorado); Montgomery Clift (espléndido en su rol de joven sensible y a la vez fuerte y luchador); Deborah Kerr (guapísima y genial como Karen, amante del sargento Warden); Frank Sinatra (ágil y que sabe conjuntar humor y drama el papel del pícaro Angelo; la prensa americana llegó a decir de Sinatra: “demuestra que es un actor interpretando al infortunado Maggio con una alegría tan real como conmovedora”); Donna Reed (bellísima, expresiva y todo un lujo de actriz); Ernest Borgine (gran duro y siniestro militar); Philip Ober (capitán Holmes, un hombre cruel que fue destituido: excelente); y en fin, acompañan con el magisterio del resto, Jack Warden, Mickey Shaughnessy, Harry Bellaver, John Dennis y Merle Travis.

El film se centra en temas como el adulterio, la prostitución, la corrupción, los castigos sádicos y la perversa disciplina militar, la rectitud en las creencias, la restricción de la libertad, el alcoholismo, la extorsión y el chantaje moral, o el valor y el honor conforme a los parámetros de la época. Pero siempre en un tono mesurado y contenido. Así que tanto el director como el guionista son más inclinados a la sugerencia y las indicaciones veladas, que a la demostración directa. Aunque es obvio que no podemos olvidar una de las más llamativas escenas de amor y erotismo de este film y de siempre, como la protagonizada por la Kerr y Lancaster en una preciosa playa Hawaiana, a Jalona Cove, en el extremo de O´ahu; en ella, ambos embarrados y semidesnudos a orillas del mar, abrazándose y besándose hasta el último aliento.

El resultado de lo dicho es una atmósfera de tensión y dramatismo de gran nivel. Y no se nos presenta una única acción dramática, sino un entramado de dramas paralelos y simultáneos, cada uno con sus propias características, que conforman un conjunto denso y sugerente.

Algunos han querido ver en este film una de las mejores películas de la historia del cine. Desde luego es una de las películas más laureadas y queridas, después de haber ganado ocho premios de la Academia, incluyendo los de Mejor Película y Mejor Director. La vida militar es retratada con gran profundidad y la temática salta a escena brillantemente en este clásico dirigido maravillosamente por Zinnemann, con un elenco actoral de diez para arriba. Resulta así un film imprescindible de los años cincuenta.
Kikivall
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10
24 de marzo de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ernst Lubitsch realizó esta antológica película, una humorada cargada de sarcasmo contra Hitler y el movimiento Nazi, en plena contienda militar. Esto fue sin duda un signo de valentía, pues aún no se conocía quién sería el vencedor.

Es mi opinión, y no solo mías, que esta película puede considerarse sin paliativos como una de las grandes comedias satíricas del cine de todos los tiempos y la más despiadada sátira antinazi jamás rodada; presenta a los nazis como hipócritas, brutales, cobardes y además estúpidos. Enorme, insuperable, genial, inteligente y demoledora parodia contra el nacismo, con un rosario de secuencias tan mordaces como hilarantes. Ya sabemos que Lubitsch es uno de los GRANDES maestros del cine, pero en este film da un sobresaliente “do de pecho” dejando al descubierto las miserias de los facinerosos germanos y su crueldad, pero lo hace desde el humor: ¡todo un detalle!

El guión del propio Lubitsch junto a Edwin Justus Mayer, está basado en un relato de Melchior Lengyel, un escritor, articulista, dramaturgo y guionista cinematográfico húngaro. La película posee una sorprendentes banda sonora a cargo de Werner R. Heymann, con abundancia de viento y metal y combinando pasajes dramáticos, tensos, jocosos y gloriosos, y añadiendo la adaptación de una versión orquestal de la “Polonesa” de Chopin y el canto de “German National Anthem”, de Haydn. Tiene también una ambiciosa fotografía en blanco y negro de Rudolph Maté que se sirve de incisivas proyecciones de sombras, ambientes expresionistas, una iluminación propia del teatro (luces pobres y focos aislados) y numerosos lances visuales de humor e ironía.

El reparto es de antología, destacando Carole Lombard que está genial como mujer inteligente y seductora; Jack Brenny brillante como marido celoso; un jovencísimo Robert Stack fantástico en su rol de joven y seductor aviador; Stanley Ridges brillante como profesor Alexander Siletsky; Tom Dugan, grande en el papel de Hitler; y así un coro de reparto con actores y actrices en perfecta sintonía.

El guión partió de una idea del propio Lubitsch y es llevado a la pantalla con distinción, de modo que la farsa cobra un aspecto único y una originalidad tal, que sigue manteniendo la frescura pasados más de setenta años. Por empezar tiene un comienzo magistral, con un “Hitler” invadiendo pacíficamente las calles de Varsovia. Y al poco reparamos que lo que parece un cuartel de la Gestapo es meramente un teatro, un ajustado flashback en el que juega con la simbiosis entre el teatro y la vida, y las oportunidades en las que la ficción puede salvar la realidad. Esta conjunción jugará a través de todo el film presentado de un modo sutil como sólo Lubitsch podía hacerlo.

La película utiliza los recursos de la revista, como disfraces, malentendidos, suplantaciones de personalidad, desconciertos, barullos, expresiones de doble y triple sentido, etc., y recurre a las secuencias de la una guerra de géneros entre un marido inseguro y torpe, y una mujer atrevida, intrépida, lista, resuelta y a la que le gusta disfrutar de las ventajas de un triángulo amoroso. Y entre un tinglado y otro, se prodigan diálogos sagaces, y situaciones esperpénticas y alegres.

He visto varias veces esta película y siempre encuentro detalles y matices nuevos en cada visionado. Para mi es una ENORME película, muy interesante y muy divertida, y nos retrotrae a aquellos tiempos en que escribir un buen guión era la costumbre, era imprescindible y un principio para todo buen director.
Kikivall
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6
9 de julio de 2013
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mari-Jo es una mujer de mediana edad que ama intensamente a su marido Daniel, pero ama igualmente a Marco, a la sazón su amante. En un momento dado Marie-Jo deja su casa y se va a vivir con Marco. Mientras, Daniel espera angustiado su regreso. Es la historia de dos amores incompatibles; como novedad se da el caso en este film que es la mujer y no el hombre quien alterna pareja.

Robert Guédiguian dirige excepcionalmente esta película que hace que nos identifiquemos con sus personajes en una trama de amor original con altos y bajos pero con una buena media de calidad en el guión, fotografía y montaje.

Es una historia sencilla de amor, encuentros, desencuentros, celos rivalidad filio-materna, marido abnegado y amante enamorado. Dos amores que se alternan y que a la vez que enriquecen la vida de Marie Jo, también la llenan de culpa y desosiego. Y uno se hace preguntas sobre por qué los humanos somos así, absorbentes, monógamos, incondicionales y sin posibilidad a la apertura de otras experiencias y afectos. Pero estas son otras cuestiones para psicólogos o filósofos.
Kikivall
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