Para creyentes, no creyentes, agnósticos y ateos, es un film que se acerca objetivamente y, sin ningún intento de adoctrinamiento, a las últimas 24 horas de Jesús en la Tierra. Bien es cierto, que abusa del sentimentalismo y ofrece una tortura de Jesús brutal e hiperbólica (gratuita en ocasiones); no obstante, es un film valiente, transgresor y que muestra la crudeza y el sufrimiento de un hecho histórico constatado. Además sitúa a los judíos y al sanedrín, como los únicos responsables del magnicidio.
De obligado visionado.

La mirada de Deepa Metha, a través de su cine, muestra, como si de una occidental se tratase, el mundo marginal e invisible de las mujeres hindúes viudas, en la India de mediados del siglo XX.
Sin importar la edad, la viudedad en la India, a ojos del radicalismo religioso maniqueo y obsoleto, marca a las mujeres de por vida, recluyéndolas y apartándolas de la sociedad civil, como electrodomésticos usados.
Es una película valiente, rodada con fluidez y orientada al melodrama tradicional.
Lo que menos me gusta, ya que resulta anticlimático, son los interludios, a modo de videoclip musical (usando una buena y sugerente música étnica), que va introduciendo cada veinte minutos la directora.
Recomendable.

La historia de China durante el siglo XX, a través de la mirada de dos actores del género operístico teatral chino ancestral.
Poco o nada sabía en torno a este extraño arte teatral chino (que tiene cierto paralelismo a la comedia del arte italiana renacentista): máscaras, vestuario colorido, cantos en falsete a lo castrati (prohibición de las mujeres), maquillaje espectacular, temática histórica-legendaria, acrobacias, danza, etc.
Sometidos desde niños a una férrea disciplina, dos actores, amigos inseparables, se consagrarán a la ópera y al éxito profesional.
Extremadamente larga, es una película de obligado visionado para músicos, actores e historiadores.

Maravillosa obra maestra.
Su fotografía es sublime y poética, en contraposición a sus escuetos diálogos, así como la mágica música de Luis de Pablo.
La España de posguerra sórdida, pobre, analfabeta y deprimida vista a través de los ojos inocentes de una niñas (espectaculares en sus interpretaciones Ana Torrent e Isabel Tellería).
Para la posteridad quedan las secuencias en la escuela, el deslumbrante y fascinante visionado de "Doctor Frankenstein" y su metáfora con el republicano fugado (quizás amante de la madre), el accidente fingido por la hermana mayor y, la memorable secuencia del tren, entre otras muchas.
Un cine que será copiado hasta la saciedad por múltiples cineastas posteriores.
Fantástica y mágica, ofrece diversas lecturas entre las que destacan la casa colmena con esas vidrieras hexagonales con forma de panal.

Woody Allen se proyecta en el sarcástico, cruel y pesimista Larry David (excepcional interpretación) y, vuelca todo su saber crítico sobre la raza humana y su mediocridad.
Es como un recopilatorio de toda su filmografía y, aunque todo está ya muy visto (y recurre a sus viejos trucos argumentales), la mordacidad y el humor negro que incluyen los diálogos, sin concesiones a la galería, son de una agresividad, frescura y contundencia nunca antes vista.
Además, Evan Rachel Wood (al igual que en su día hizo Mira Sorvino), compone un personaje genial y adorable como paleta sureña sin hogar.