... no necesariamente se encuentra en Louisiana. España también tiene zonas que dan de si, y en esa Andalucía deprimida, en particular a principios de los 80, encaja el argumento de La isla mínima. Era ésta una película que tenía ganas de ver y, es más, no me ha decepcionado. Sin necesidad de efectos especiales espectaculares, acción desenfrenada y actores superconocidos, La isla mínima te hace pasar un buen (mal) rato, consigue mantener el suspense y tiene las sorpresas justas para que el guión resulte interesante a la par que creíble. Es decir, esto no es Perdidos: no arrancan 40 tramas para que al final el asesino resulte ser el mayordomo porque sí. En general, se puede adivinar el final con relativa facilidad, pero es entretenido ver como llegan hasta ahí.

La crítica que vienen haciéndole a la película es que es una copia de True Detective, por la ambientación y por tratarse de dos policías con caracteres contrapuestos en un caso de desaparición de niñas jóvenes. No obstante, si bien es fácil ver las semejanzas, a poco de empezar empieza a distanciarse de la serie HBO. En cualquier caso, prefiero una buena copia de un producto americano, correctamente adaptada al entorno español de turno, que las comidas de olla que a veces se montan en este país a base de dinero público y sin intención alguna de hacer taquilla.

Antes de nada, hay que resaltar que Érase una vez es como el sushi, un gusto adquirido que acaba creando adicción y que mucha gente no va a soportar en su vida.

Cuando vi los dos o tres primeros episodios de la serie, la etiqueté como un plagio salvaje de "Fábulas" de Bill Willingham (si os gustan los comics, no deberíais pasar este por alto): a saber, los personajes de todos los cuentos de hadas que conocemos escapan a nuestro mundo huyendo de un mal indefinido y se asientan en Manhattan, donde llevan vidas todo lo normales que cabría esperar. Blancanieves es la administradora del inmueble, el Lobo Feroz es el Sheriff ... lo mejor de todo, el Príncipe Azul, que, claro está, se casó con TODAS las princesas de los cuentos -- no digo más.

Volviendo a la serie, Jennifer Morrison (para mi gusto un poquito inexpresiva, aunque hace lo que puede) sigue a un supuesto hijo que había dado en adopción 10 años antes a un pueblo perdido en Maine donde, según él, viven los personajes de todos los cuentos de hadas y, mire usted por donde, resulta que su madrastra es ni más ni menos que la Reina Malvada. Para más agravio, los padres de Morrison son, supuestamente, Blancanieves y el Príncipe, completando el culebrón venezolano de la familia del crío. Y, por si esto fuera poco, nadie se acuerda de nada porque la Reina los ha hechizado. Con un par.

La serie simultanea lo que ocurre en el mundo de los cuentos con lo que está pasando en Storybrooke y, después de tres episodios de romance azucarado entre Blancanieves -en el mundo real maestra de primaria solterona y envuelta en rebecas horteras- y su príncipe -paciente no identificado en coma en el hospital- se me pasaron las ganas de seguir y me moví hacia pastos más verdes. Meses más tarde, en casa de mi madre -que se engancha a todas las series que yo descarto- pillé varios episodios más y pude ver exactamente donde se separa del universo de Fábulas y, en mi opinión, los puntos fuertes de la serie: el paralelismo entre las personalidades de los personajes en uno y otro universo, la desmitificación de los arquetipos y la forma de entrelazar historias que, en principio, no tenían nada que ver. Y Robert Carlyle, por supuesto.

Yo diría que la serie despega definitivamente en el episodio 11 y que la segunda temporada mejora la primera con diferencia. No obstante, tiene algunos vaivenes que no me acaban de encajar, como las idas y venidas en la redención de los villanos, la introducción de personajes prometedores que, finalmente, sólo aparecen en un episodio o la explicación (inexistente) a algunos hechos de importancia significativa.

En cualquier caso, y a la espera de ver qué hace esta gente en la tercera temporada, me la apunto entre mis favoritas para echar un buen rato.

No esperaba gran cosa de esta peli mas alla de ver a Angelina Jolie repartiendo balas, que nunca está demás. Tal vez por eso no he salido demasiado decepcionada. Desgraciadamente, los personajes son bastante planos, el guión simplón y los toques más acertados calcados de una peli antigua de Kevin Costner (creo) que se llamaba "No hay salida" y que estaba bastante más lograda. En fin, más o menos da lo que promete: acción, tiros y explosiones para pasar el rato

Estupenda serie, con guiones muy buenos, personajes muy cuidados y una puesta en escena magnífica. Los efectos de control de los elementos están muy bien conseguidos y utilizados con cabeza por parte de los maestros. Lástima que la adaptación se haya cargado todo el periplo de aventuras y desventuras que viven los personajes durante las temporadas y los haya convertido en estereotipos bastante planos.

Guión nunca visto en la historia del cine en que Estados Unidos (los malos) se enfrenta a Nueva Asia (los buenos) porque los primeros quieren exterminar a las IAs y los segundos ayudarlas. El plan de los americanos es un arma gorda que vaya liquidando las bases de las IAs al merme, porque, claro, haciendo uso de su superior raciocinio han decidido ligarse a un cuerpo físico y olvidarse de TODAS las ventajas que supone ser un código en la nube. El plan de las IAs hacer otra arma que se cargue la de los primeros, porque es obvio que después los americanos no van a intentar construir otra. Y el motivo de la guerra ... mejoro cuento más por no hacer spoilers, pero me temo que cualquiera que haya visto el poster ya va a imaginarse toda la trama después de los primeros 5 minutos.

Si has visto suficiente cine, esta película te sonará de algo. De mucho, porque han copiado el 90% de las ideas, incluido el final en si, de otras películas mejores. Para mi gusto, se ha sacrificado el guión y la coherencia para meter a escoplo -porque parece que los espectadores somos más tontos aún que los militares de ambos bandos y las IAs de la peli- donde deberíamos posicionarnos rotundamente, además de todos los efectos especiales que les han costeado los productores. En serio, que cansina es buena parte del cine de hoy...