Los productos audiovisuales, como cualquier otra manifestación artística, envejecen. Mientras algunos siguen ganando adeptos al margen de modas, otros se hunden poco a poco en la ciénaga de lo viejuno. Verano azul es el epítome de lo segundo, y personalmente sentiría cierto pudor de introducir a las nuevas generaciones en ese universo en lo que lo blanco que se ve en la playa no es arena, sino caspa. Hay que entender que en su momento era lo más, y torrarse en la playa de Levante con bañadores atroces, Funky Town de OST e intoxicarse con una paella de chiringuito era el Valhalla de las vacaciones. Para alguien que no haya llevado un peinado como Tito o no haya montado en un Seat 131 Supermirafiori esta serie le parecerá, hablando en plata, un auténtico mojón... y están en lo cierto. Siendo objetivos el reparto infantil era refrescante (traducción: amateur) y el adulto solvente (traducción: viejuno), y los efímeros guiones una muestra mitad entrañable y mitad ridícula de los sueños y miserias de una España recién salida del franquismo; Mercero hace una labor pionera en nuestra industria, pero una dirección pedestre y ciertos momentos imborrables (ver spoilers) pesan como una losa, de modo que la OMS no recomienda su revisionado salvo en oscuras reuniones sadomasoquistas.

Partiendo de que en los años 30 tenían una distinta sensibilidad, queda claro que esta película sabe cómo manejar los "momentos Niágara" y cómo conmovernos con malas artes. A pesar de que tiene momentos de una sensiblería ramplona, no cabe duda de que tiene muchísimo encanto tanto por la historia (las andanzas de un pobre niño rico y un recio pescador portugúes) como por la excelente dirección e interpretación de Tracy. Es por ello por lo que es un clásico y por lo que no defraudará a nadie salvo que tenga el alma negra.

He de reconocer que como muchas coetáneas, está película han sobrevivido mejor en las mentes de varios millones de jovenzuelos que como productos cinematográficos. Ciertamente Landis tiene sus momentos, Murphy hace el ganso como solamente el sabe y hay algún momento memorable, pero que nadie espere la elegancia de Blake Edwards, sino una historia disparatada alejada de lo sutil y con cierto ritmo. Si le gustó Entre pillos anda el juego o sea un adicto a los 80, puede que le interese, y si no allá cada uno.

... así que por dios que alguien traiga un niño de cino años. Me sorprende la mediocridad del cine que se hace para esos locos bajitos, y cómo se les considera ciudadanos de segunda a la hora de escribir argumentos. Aunque jamás defenderé que se llene sus películas de violencia o truculencias inoportunas, tampoco se merecen productos con tanta desgana en todos los aspectos: se trata de una historia ridícula, de aires trasnochados, interpretada con lo justo y carente de la más mínima intención de entretener (no ya a los adultos), sino a los propios niños. Diez minutos de cualquier película de Mizayaki valen más que este soberano tostón cuajado de unicornios, majaderos con bombín y doncellas correteando por el bosque.

Me explicaré. Es muy fácil, y muy tentador, decir que James Cameron es un tipo obsesionado por lo visual, que se ciega con los aspectos técnicos, que sus guiones son excesivamente... sencillos, etc etc. Pues sí, todo lo anterior es verdad, pero si se entiende mínimamente de cine se pueden hacer una serie de matizaciones importantes, que explicarían el pedazo de 8 que le he cascado a esta secuela:
- El tema de "lo visual"... Hombre, es que el cine es un arte basado en la imagen, y nadie debería dudar a estas alturas que Cameron es un narrador excepcional. Si uno se abstrae del gigantesco teatrillo renderizado de esta película, lo cierto es que la forma de plantar la cámara, moverla, y presentarnos tanto las escenas contemplativas como las de acción es soberbia. Y punto.
- Cameron y la técnica... Ay amigüitos. Todas las películas de este hombre han pegado un empujón a la forma de hacer películas que había en ese momento, y en esta no es menos. La sacada de chorra no consiste en plantarnos CGI en los morros, sino en literalmente gritarnos (y sobre todo a sus compañeros de industria), que si se le dedica un poco de tiempo y amor al asunto los resultados son sustanciosamente mejores. Avatar 2 tiene el mejor CGI que yo he visto hasta ahora, hasta el punto de que todo el que se nos ha presentado en gran parte de las películas anteriores parece una función escolar (si, hablo de tí, Marvel). ¿La razón?: que suelen ser películas hechas en serie, con (muchas) prisas y sin criterio ninguno. Comparar cualquier escena de Avatar 2 (atención, CUALQUIERA, en tres horas de película, no canta ni un solo plano) con el 95% de lo que solemos ver es un insulto. Resumiendo, aquí claramente hemos cruzado el Rubicón y hemos pasado de moñecos animados y cromas infames a cosas que no existen pero copón bendito que las estoy viendo con estos ojos. Bravo.
- Guiones sencillos. Pues sí, cuando quiero un buen guion me pongo pelis de los 70. Pero el tema no es ese, es que Cameron ha recuperado el espíritu clásico de lo que debe ser un Blockbuster (léase, Ben-Hur, Raiders of the lost Ark, el coloso en llamas, da igual): libretos sencillos pero bien atados. Volviendo a Marvel , son Blockbusters que salvo excepciones tienen guiones no complicados argumentalmente pero desastrosos en todo lo demás, sin contar con el lastre que supone la agenda Woke, las cuotas, etc.

En definitiva, que me ha encantado, no se me ha hecho nada larga y como experiencia cinematográfica en 3D es insuperable. Y me ha hecho recuperar la Fe en el tío Jim: yo fui de los que pensé que iba a fracasar miserablemente con esta secuela tardía... Soy un pecadorrrrr!!!!