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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.035
Críticas ordenadas por utilidad
8
22 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui con mis padres a ver esta película siendo muy niño y me dejó impresionado, pues por primera vez empecé a darme cuenta de cómo la sociedad, los intereses, la industria y, en fin, tantos y tantos poderes fácticos (entonces no lo habría llamado así, claro), cómo, digo, esa potente maquinaria de intereses podía lanzar fuera del ‘terreno’ y hundir, a una persona genial que había realizado un invento absolutamente revolucionario y positivo; así lo veía yo desde mi mente infantil de aquellos años cincuenta. Y aún hoy lo veo de igual modo.

Veamos, el asunto es que un investigador sencillamente genial, Sydney Stratton (Alec Guinness) ha descubierto la fórmula para fabricar un tejido que si se mancha ni se estropea: ¡superlativo! Sí, pero sobresaliente relativamente, pues el emporio de la empresa textil y los trabajadores de esta industria se le echan encima al pobre hombre para evitar que prospere tan extraordinario descubrimiento. Cuando yo veía con mis inocentes ojos la trama, ansiaba que triunfara Sydney, que reconocieran finalmente su enorme mérito que tan buen producto había alumbrado. Recuerdo que era una época que cuando se rompía un pantalón por la rodilla, te ponían un parche y a seguir tirando. Entonces, el tal invento vendría a solucionar tanto desaguisado infantil de ropa estropeada o sucia, lo cual que esto último también nos acarreaba la bronquita de mamá que se echaba las manos a la cabeza cuando nos veía llegar de la calle con la ropa manchada. Y tejido del científico de la cinta era incombustible. En fin, que me parecía increíble que no se reconociera tamaño invento de ropa irrompible e inmanchable. Fue mi primera toma de contacto con esos intereses espurios que tanta mente brillante han mutilado.

Por supuesto Alec Guinness está archignial, simpático, haciendo gala de lo mejor de un actor cimero que además, tenía detrás la batuta de un grande del cine, el escocés-norteamericano Alexander MacKendrick, grandisimo director de comedias británicas (recuerdo aquí otra película suya desternillante, también con Sir Guinness en el reparto: “Elquinteto de la muerte”, 1955: https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/866671.html). El guión es del propio MacKendrick junto a Roger MacDougall y John Dighton, libreto excepcional cargado de humor ácido a lo british (nominado al Oscar). Se une a todo esto una estupenda música de Benjamin Frankel y excelente fotografía de Douglas Slocombe (B&W).

El dúo MacKendrick-Guinness dan lo mejor de ambos genios en esta cinta, concluyendo una película única que queda en nuestras mentes como estrella guía, como paradigma de camino a seguir entre tanta porquería que en el mundo hay, una cinta además con sus dosis de optimismo, humor incluso, visión positiva, aleccionadora, transmisora de valores eternos que, en suma, nos enseña que hay que superar las dificultades, que no tenemos que arredrar, que como escribiera nuestro poeta Goytisolo: “… junto al camino nunca digas/ no puedo más y aquí me quedo”. No, avanti a toda máquina. A pesar de que la cosa no acaba bien del todo… por decir algo, pero que no hay que rendirse.

En suma, película entrañable que el tiempo ha revalorizado como los buenos vinos, comedia que tiene mucho fondo y que da para pensar bastante, da para ejercer la crítica y para que podamos darnos cuenta de que este ‘Quijote blanco’ que es el inventor-protagonista, un individuo inocente, es acusado de pretender causar un mal terrible a la sociedad que lo rodea, sin tener él la mínima noticia del asunto. Película que busca la reflexión del espectador, siempre con una sonrisa, la que provocan grandes escenas de acción o dislates primorosos de MacKendrick. Su interés está a partes iguales en lo que cuenta y en cómo lo cuenta.
Kikivall
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9
19 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Buck (Jon Voight) es un tejano inocentón que había soñado ser un cowboy de exhibición. Mas como las cosas no marchaban bien decide dar el triple salto mortal, irse a Nueva York y trabajar como gigoló conquistando mujeres maduras de Manhattan y sacarles la pasta. En su pertinaz búsqueda del grial de una vida boyante, Joe siempre viste su atuendo de cowboy por entre la selva neoyorquina, caminando con porte erguido y un optimismo ingenuo. Pero de nuevo el cándido Joe se da cuenta de que las cosas no son tan sencillas. Entre tanto conoce a Rico "Ratso" Rizzo (Dustin Hoffman), un timador desgraciado y enfermo al que unirá su vida.

Bajo la genial batuta del director John Schlesinger, con un gran guión de Waldo Salt, adaptación de la novela homónima de Leo Herlihy, “Midnight Cowboy” de 1965, se alumbró este estreno en el último año de los ’60. Una enorme película que siempre recordaré como un drama desesperanzado, con una gran carga de acritud y nihilismo, en el que los personajes, abatidos una y cien veces, sólo hacen que huir hacia adelante, como zombis sin rumbo. Schlesinger echa por tierra el sueño americano llenando la pantalla con la tremenda pero emocionante relación que se construye entre el cándido tejano que deambula abatido y un ser en peores condiciones, un lisiado tuberculoso del Bronx nacido con el estigma del fracaso, y la desgracia y la muerte en su mirada; un mal augurio. Está también la necesidad de amparo, de amor, de amistad entre ambos hombres.

Con una temática candente aun hoy, la cinta resulta desgarradora porque expone con crudeza una experiencia emocional que no sólo capta las características de una época histórica y de unos lugares emblemáticos USA, sino que captura al espectador haciéndolo partícipe sufridor de la tragedia que se cuece en la pantalla de manera vibrante.

Asombrosamente bella la música de John Barry que incluye la preciosa canción de Harry Nilsson, ‘Everybody’s Talkin’ (https://www.youtube.com/watch?v=n8-kcUhGEhI), junto a una genial fotografía de Adam Holender que envuelve en un color mate la historia.

El reparto son, ante todo, unas interpretaciones vistosas, intuitivas y potentes con un enorme Jon Voight junto a otro grande que hace uno de los mejores roles de su vida: Dustin Hoffman.

Es una película de la que sales de una manera distinta tras visionar tanta búsqueda infructuosa y tanto dolor y necesidad en todo sentido. Temor y sinsabor teñidos por ese afán que se sabe necio de unas metas y objetivos imposibles, ilusorios. En una ciudad ingrata donde sus habitantes parecen transitar a la deriva y sin atisbo de piedad o magnanimidad ante estos dos personajes sumidos en un fangal, indigentes, en un ambiente sórdido apoyándose uno al otro aun cuando saben que las salidas se han agotado. Aguantando el chaparrón sin piar.

Obra de arte sin paliativos que conjuga aspectos técnicos, mensaje social y político y dimensión humana.
Kikivall
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9
14 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi niñez, la productora Disney lanzó al mercado una versión del cuento “La bella durmiente” en la versión de Perrault, cuya adaptación llevó al papel el guionista Erdman Penner, libreto dirigido con excelencia por Clyde Gernimi que incluye todo prácticamente: relato perfectamente hilvanado, agradable, con los ingredientes para hacer disfrutar al público, romanticismo, aventura, misterio, confabulación, grata en los momentos brillantes e intensa en los recorridos más tenebrosos; incluso produce miedo. Esta delicia está envuelta nada menos que con la música de Peter Tchaikovsky y Peter Bruns, así, la cinta es un reto artístico, una propuesta elegante, sinuosa y alargada, inmersa entre las más puras notas musicales, y dibujada en la perfección del trazo Disney de los años ‘50.

Es conocido que es este un relato emblemático, bello, simbólico y sentimental de los cuentos de hadas de la historia universal. Dos reyes que esperaban con ansia el nacimiento de su hija, por un olvido a la hora de la lista de los invitados por el tal nacimiento de la bruja Maléfica, se vieron perjudicados por parte de ésta con un hechizo que le habría de ocurrir a Aurora, que así se llamaba la princesa. Pero nada hay, como ya dijo Sigmund Freud, que no se cure con amor. O sea, que hay que esperar en la historia al necesario y apuesto príncipe que ha de venir, para exorcizar el mal de la noble muchacha.

Recuerdo que me embargó una gran pena cuando la princesita cayó abatida tras pincharse con la rueca maldita; es un sentimiento que mi memoria guarda muy nítidamente, a pesar de que no tendría más 6 ó 7 años cuando la vi en su estreno en Madrid: ¡qué suerte! Sí, para mí son recuerdos inolvidables.

La cosa es que la cinta es una maravilla de color y sonido, con destellos mágicos por doquier de las varitas mágicas de las hadas buenas. Hermosísimo todo el metraje. Algunos la consideran la obra maestra del estilo de post-guerra de los estudios Disney (Kehr). En realidad es una cinta que sabe a cine pero huele a esos cuentos que la mamá o la tita contaban antes de comenzar el sueño infantil.

Alguien ha dicho que: "No se trata de la historia típica disneyana si no la representación de un verdadero cuento de terror y romanticismo gótico". Eso lo señala el famoso psicoanalista Bruno Bettelheim en su conocida obra, “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, cuando escribe que el cuento que nos convoca en estas líneas “anima al niño para que no tema los peligros de la pasividad. Por muy antiguo que sea el cuento […] el mensaje que transmite a los niños de hoy en día es, en muchos aspectos, más importante que el de otros cuentos. Actualmente, gran parte de los niños —y sus padres— tienen miedo del crecimiento silencioso, cuando nada puede ocurrir […] pero este cuento nos demuestra que un largo período de reposo, de contemplación y de concentración en sí mismo, puede conducir a grandes logros, como sucede con frecuencia […] que la perversidad de los poderes malvados, no sólo se conseguirán vencer, sino que las fuerzas del mal serán eliminadas y no amenazarán nunca más su bienestar espiritual”. Así es, toda una lección para los niños, por eso te la aconsejo, porque la considero una obra aleccionadora y en el cine una de las principales de Disney, pues encierra de todo un poco y mensajes muy diversos. Recomendable también para los que amamos la animación clásica.
Kikivall
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María Callas: En sus propias palabras
Documental
Francia2017
7,1
801
Documental, Intervenciones de: Maria Callas
8
5 de junio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del brazo del documental, esta película nos brinda una gran lección sobre las virtudes del ‘bel canto de María Callas’; un lujo realmente, escuchar las arias principales que cantó la famosa soprano en su época. A la vez, la cinta nos introduce en su vida cíclica, de luces y sombras.

Estamos ante un retrato introspectivo de lo que fue la vida y el trabajo de la más emblemática y carismática cantante de ópera Maria Callas, una leyenda repleta de falsedades. Se da cuenta en el documental de ella, no sólo como cantante de Ópera, sino también de sus relaciones con personajes importantes como el armador griego Aristóteles Onassis, las actrices Grace Kelly y Liz Taylor, Pasolini, y otras personalidades.

Parece obvio que para conseguir llegar a tan alta posición en el mundo del espectáculo, mantenerte y seguir dando el ‘do de pecho’, nunca mejor dicho, tienes que tener unas cualidades, un carácter y un carisma que sólo pocas personas poseen. Esta obra nos muestra esta evidencia, pues Callas era una mujer enérgica y firme como un noray.

Como llega a declarar la Callas (de origen griego y tomando el mito como punto de comparación): “El destino es el destino y no tienes escapatoria”. Es difícil ser una rutilante estrella y a ella le costaba este extremo, tanto que declaró en cierta ocasión: “Me gustaría ser siempre Maria, pero está la Callas, de la que debo estar a la altura”.

La dirección Tom Volf nos deja fascinados con esta semblanza de la Callas. La película está plagada de documentos y grabaciones privadas que hasta ahora no habían visto la luz, todo ello gracias a personas que las prestaron o donaron para que Volf hiciera un retrato fiel fuera de todo chismorreo o fantasmagoría.

Nuestro director aseguró que nunca traicionaría a la Callas, consiguiendo muchas horas de película, horas de grabaciones, 400 cartas y cientos de fotos con los que luego el equipo hizo un trabajo de montaje para conseguir que la imagen resultara lo más íntima y cercana posible. Nadia Stancioff, amiga íntima de Callas una vez le dijo: "Si tengo que morir antes que tú, quiero que le digas a la gente quién era realmente".

El hilo conductor del film es una entrevista con David Frost realizada en 1970, donde Maria se muestra divertida, sensata, siendo capaz de quitarse la máscara y apareciendo vulnerable y también independiente. En la entrevista recuerda su dualidad entre la mujer y la diva.

Es de destacar en este sabio ensamble de documentos visuales varios el montaje de Volf que combina sincrónicamente y con un ritmo magnífico estas imágenes con entrevistas y lectura de sus cartas, todo un material muy atractivo. Incluso podemos visionar el rodaje de Medea de Pier Paolo Pasolini o unos ensayos operísticos con Luchino Visconti. Por supuesto hay todo un hermoso rosario de fragmentos de Norma, Madame Butterfly, Un ballo in maschera, Carmen, Macbeth, La traviata, La sonnambula o Tosca, y en esos episodios vemos al público de los teatros entregado a la diva. Y es que la Callas dominaba la escena en toda su extensión.

Nos damos cuenta también de que María Callas no siempre condujo su vida. Al contrario, en sus inicios una férrea madre la llevó con dureza al camino del éxito. E igual hizo su esposo, a quien la fama de su mujer se le subió a la cabeza, empujándola trabajar sin descanso. Hasta que finalmente Callas se separó de él y ahí vino, a renglón seguido, su sonado romance con Onassis que no fue bien del todo: "Mi aventura con él fue un fracaso, mi amistad fue un éxito".

En realidad la Callas era una mujer paradójica y en cierto modo muy conservadora. Por un lado dedicó toda su vida a su profesión, pero a la vez afirmaba que “lo más importante para una mujer es tener un hombre y hacerle feliz. (Por ello) hubiera renunciado a mi carrera”.

La película-documento de Volf consigue y a fe que con gran nivel, medir el espacio que había entre la persona y la leyenda, para iluminar esa misteriosa franja que todavía hoy acompaña al mito. Esta obra es una hermosa aproximación bien fundamentada, con un rico y sólido material, sobre la capacidad y el poder evocador de cuantas imágenes de archivo aparecen, imágenes muchas de ellas esplendorosas y, presidiendo, el hechizo de una voz que se encumbra por encima de las cosas.

Callas cantó como nadie, pero el film es también una aproximación respetuosa y veraz de la mujer, lo cual certifica cada escena de este documental. Una diva que se vio obligada a sacrificar su vida, una aventura de lucha y esfuerzo constantes. Y cuando estaba en lo más alto, la traición de Onassis fue casi definitiva... y acabó rompiéndose a los 53 años de edad.

Da la impresión de que María Callas fue grande en demasía como para adaptarse a una vida ‘mortal’. Quizá por eso se fue un tanto precipitadamente, cuando su enorme y sensible corazón le falló. Pero antes manifestó que su paso por la vida fue más áspero que complaciente, pues ella fue una mujer que buscó el amor y fracasó.
Kikivall
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8
29 de mayo de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Miguel Albarajas (Antonio Ferrandis) es un Premio Nobel de literatura que retorna a su ciudad natal Gijón, procedente de los Estados Unidos a donde emigró durante la Guerra Civil. En esa vuelta a Asturias se reencuentra con su amor de juventud y con un gran amigo con el cual puede rememorar otros tiempos y desvelar el secreto profundo de su vuelta.

Este es el primer Oscar de nuestro cine patrio, dirigido por un José Luis Garci que, sin restarle méritos que los tiene y muchos, pone al espectador en situación sensible en más de una ocasión, y que cada cual haga la lectura que quiera; a mí me parece estupendo.

El libreto del propio Garci junto a Ángel Llorente deviene melodrama melancólico acompañado muy bien por la conocida música de Johann Pachelbel y el tema de Cole Porter, "Begin the beguine" que acompañan creando una atmósfera vibrante en la trama.

Tiene una fotografía muy buena de Manuel Rojas, pero la película tiene un valor principal: un reparto muy espléndido. En él figura un excelente Antonio Ferrandis como el escritor devuelto por las circunstancias a su Asturias de origen; muy bien Encarna Paso como el amor juvenil; y yo subrayaría la enorme interpretación de José Bódalo, en la línea del gran actor que fue en todo sentido, que en el film interpreta a ese viejo amigo que sentado junto al protagonista en su despacho, ante la chimenea, puede hacerse cargo del verdadero motivo del regreso del gran amigo escritor y profesor en la Universidad de Berkeley. Esta escena es mágica, de gran altura, superlativa actoralmente hablando y constituye una secuencia inolvidable de nuestra cinematografía. Muy recomendable para que sea visionada por actores jóvenes que quieran aprender el oficio (https://www.youtube.com/watch?v=XtDsBI6duBc). Ambos actores hacen uno de los mejores papeles de su larga carrera en el cine (también en teatro).

No recrimino a quienes acusan el film de ‘Oscar en exceso sentimental’ e incluso con tintes ideológicos o impregnada de la pátina USA. Sin embargo tiene a mi parecer la película sus méritos en muy variados aspectos, y es el retrato de una realidad, la del retorno de exiliados, que fue real en la España post-Franco. A la vez es una cinta tierna, entrañable y conmovedora.
Kikivall
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