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España España · Barcelona
Críticas de David MS
Críticas 603
Críticas ordenadas por utilidad
5
18 de septiembre de 2012
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mark L. Lester nunca ha sido un director reconocido lo que no le ha impedido tener una carrera repleta de títulos que sin ser notables, sí que han tenido cierta repercusión. Encontramos en la década de los 80 productos comerciales como Commando (con Schwarzenegger), el relato de Stephen King Ojos de Fuego, Armados y Peligrosos, ya en los 90 realizó Little Tokyo: Ataque Frontal (con Dolph Lundgren y Brandon Lee) y El Enemigo Público Num. 1: mi Padre (con Patrick Swayze). Desde esta última su carrera dejó la gran pantalla y se pasó al formato doméstico con largometrajes alimenticios que engrosaron las estanterías de los videoclubs con actores de tercera como Mark Dacascos, Eric Roberts, Mario Van Peebles o algún hermano Baldwin libre por esas fechas.

Pero volvemos al pasado y me centro en su película de 1982 que llevó por título Curso de 1984, la película que le puso en el mapa. Curso de 1984 era eficiente sin ser una maravilla, una combinación de Rebelión en las Aulas con el cine gamberro ochentero de bandas callejeras como The Warriors. El largometraje le supuso tal éxito a Lester que cuando le llegaron las vacas flacas escribió una replanteación de la misma película cambiando los malos (en 1984 lo eran los alumnos, en Curso de 1999 lo son los profesores, que por cierto son robots ex-militares programados para matar).

En el reparto: Bradley Gregg (Pesadilla en Elm Street 3), Tracey Lin (Noche de Miedo 2), Malcom McDowell (La Naranja Mecánica), Stacy Keach (Mike Hammer), Patrick Kilpatrick (Minority Report), y Pam Grier (Jackie Brown).

En 1999 (el futuro en el 1990 que se realizó), las bandas criminales viven en unas colonias llamadas 'Zonas de Fuego Libre', donde los mismos adolescentes que se lían a tiros a diario en la calle son los mismos que comparten pupitre al día siguiente en clase. En un instituto de unas de esas zonas de Seattle, llegan tres profesores robots (Kilpatrick, Grier y John P. Ryan) para impartir justicia.

Curso de 1984 + Terminator. Si he calificado la como eficiente Curso de 1984, lo mismo se puede decir de este Curso de 1999, una serie B que hoy día se ve pasada de moda y con vicios del cine de los 80: malos actores, efectos especiales artesanales, una moderna (y escuchada hoy día, hortera) banda sonora y una realización que acompaña de manera precisa la historia que se pone en imágenes sin demasiadas florituras.

Curso de 1999 no engaña a nadie. Pretende entretener y lo consigue, por un buen ritmo, por su corta duración, y en la actualidad también por la simpatía que produce recordar una 'joya' de videoclub de barrio de principios de los 90. El mayor problema (dejando de lado las presumibles deficiencias), un grupo de protagonistas con los que es difícil sentir simpatía (lo mismo que le pasaba a Attack the Block).
David MS
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1
18 de septiembre de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia dramática con toques de humor negro, Sunshine Cleaning ha sido vendida en España como la nueva Pequeña Miss Sunshine, no solo por pertenecer al mismo género, sino porque ambas comparten productores y en las dos hace acto de presencia Alan Arkin en un papel similar, secundario y robaescenas. De hecho, recordar que en la maravillosa Pequeña Miss Sunshine se llevó un merecido Oscar de la academia por su interpretación. La verdad es que los paralelismos acaban aquí, no hay nada en ella que nos haga recordar el sobresaliente fim de Jonathan Dayton y Valerie Faris.

Sunshine Cleaning es la historia de dos hermanas, una está liada con un policía casado y tiene que cuidar de un hijo, la otra tiene problemas emocionales porque echa de menos a su fallecida madre. Ambas pasan por penurias económicas y aprovechan para montar un negocio dedicado a limpiar lugares donde ha sucedido un crimen.

En principio debe parecer que este es el punto de partida de la película, pero no, no es el punto de partida, es la película entera. No hay mucho más que contar más allá de decir que durante hora y media de metraje vemos la historia de estas dos mujeres teniendo diálogos aparentemente ingeniosos, viviendo situaciones hilarantes sin gracia, y padeciendo problemas sentimentales que en ningún momento llegan a tocar al espectador. A ello le sumamos un irritante niño de esos que solo se ven en las películas, haciendo preguntas imposibles sobre el sentido de la vida, y poniendo la nota de humor haciendo algún que otro estropicio (y consiguiendo al mismo tiempo que le odiemos cada vez más).

Resumen: es solo una película de dos hermanas con problemas que montan un negocio, se enfadan y se reconcilian sin haber superado los problemas iniciales.

Tras las cámaras una tal Christine Jeffs, moviendo la cámara o no, porque su función simplemente se basa en encuadrar lo que hay en escena sin un atisbo de interés, de manera mediocre y falto de emoción, pese a un dramatismo en exceso buscado (la escena en que el personaje de Blunt quiere notar el traqueteo de las vías del tren). En cuanto al humor negro con el que es vendida Sunshine Cleaning, ni rastro de él, todo queda en la premisa que ofrece su argumento respecto al oficio que les toca desempeñar.

En el reparto Amy Adams, la única salvable del reparto, acertada en cada momento de gran carga dramática, Emily Blunt, vista en El Hombre Lobo, actriz que da igual salga huyendo del hombre lobo o jugando al Parchís, que siempre pone la misma cara de bobalicona. Les acompañan un Alan Arkin que en esta ocasión ni suma ni resta, simplemente está, y unos patéticos Steve Zahn y Clifton Collins Jr, a los que no les ayuda el guión de una tal Megan Holley, que hace un retrato decadente de cada hombre que aparece en pantalla.

Sunshine Cleaning es solo uno de esos pufos indies que se cuelan durante semanas en las carteleras de cines como el Renoir Florida Blanca avalados por unas buenas críticas injustificadas.
David MS
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Dead Space: Perdición
Estados Unidos2008
5,2
2.006
Animación
2
1 de septiembre de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No soy un experto seguidor de videojuegos, pero hasta donde alcanzo a conocer sé que Dead Space es una saga que cuenta con varias partes para Playstation y XBOX. Para la puesta a punto de lo que era el lanzamiento de la saga se optó por una campaña de marketing formada por una trilogía, la integrada por el videojuego en sí mismo, un cómic dibujado por Ben Templesmith (30 Días de Oscuridad), y una película de animación que se presentó en el Festival de Sitges del mismo año en que se realizó, el 2008.

Los artífices tras las cámaras son el director Chuck Patton, con experiencia en esa labor en productos y series como G.I. Joe, Tortugas Ninja, Spawn y una TV Movie del Inspector Gadget. En el guión aparecen los nombres de Justin Gray y Jimmy Palmiotti, autor de libretos de algún videojuego (Ghost Rider) y otras series de animación (The Superhero Squad). Si estos nombres no hacen tentador el visionado de Dead Space: Perdición, el elenco de voces no mejora la cosa, pues a excepción de voces secundarias como las de Bruce Boxleitner (Tron) y Kelly Hu (X-Men 2), el resto son desconocidos.

La historia es una precuela del videojuego, sigue a la tripulación de una nave, la USG Ishimura, en la excavación de un monolito que encuentran en un planeta y que pretenden llevarse a la Tierra... hasta que empieza a enloquecer gran parte de la flota. Es entonces cuando aparecen unos alienígenas mutantes que empiezan a matar y convertir en zombies a toda la tripulación, encontrando resistencia por parte de la protagonista, una especie de Ellen Ripley que lleva el nombre Alissa Vincent (Nika Futterman).

Lo primero que llama la atención de Dead Space: Perdición es la calidad de la animación, parece una vuelta a principios de los 90 cuando estaban de moda series como Capitán Planeta o las mismas Tortugas Ninja, de las que su director se encargó de realizar algún capítulo. Solo los planos generales del exterior de la nave, en 3D, rompe con esta animación 2D mecánica y acartonada que con merecimiento ha quedado obsoleta.

Dejando de lado la pobreza de estos apartados técnicos no encontramos nada en exceso novedoso ni que llame la atención: personajes estereotipados y algo planos (nunca mejor dicho) pasando por situaciones vistas en la saga Alien, Horizonte Final, Lifeforce y cualquier película de zombies. La presencia de estos últimos son sin duda lo mejor, porque no se ha escatimado en violencia y gore, ya desde la misma introducción, tan directa al grano que hacen que en la película no se diferencie la introducción del nudo del desenlace, son 74 minutos con un punto de partida argumental que solo sirve para que rápido empiece el ataque de unos y la supervivencia de otros.

Imagino que la parte del guión más interesante se la guardarían para el videojuego que fue lanzado poco después. La película como producto independiente no vale un pimiento, pero como complemento resulta curioso pese a lo fallido del conjunto, queda como una manera de ampliar horizontes en cuanto a campañas de Marketing.
David MS
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4
28 de agosto de 2012
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Europa Corp es la productora francesa co-fundada por el director galo Luc Besson (El Quinto Elemento), a través de ella ha ido presentando productos enmarcados dentro del cine de acción de bajo presupuesto, logrando moderadas recaudaciones que casi siempre dan beneficios. Suelen ser películas dirigidas por algún realizador francés emergente, y con estrella de Hollywood en su plantel de intérpretes muchas veces, ejemplos son: Transporter, Colombiana, Danny the Dog, El Beso del Dragón, Hitman, Bandidas y este 2012 Lock-Out, pero hasta que me dé por verla (o no) me paro en el 2010 y el estreno de Desde París con Amor, la última referencia de Pierre Morel, quien tuvo un sorprendente éxito de taquilla con Venganza (también de Europa Corp), la entretenida cinta protagonizada por Liam Neeson que recaudó 225 millones de dólares en todo el mundo el año 2009.

Para Desde París con Amor repite esquema, cine de acción puro y duro con estrellas internacionales, en este caso John Travolta y Jonathan Rhys Meyers, encarnando a dos agentes secretos con la misión de acabar con una célula terrorista en la ciudad francesa. El primero es Charlie Wax, violento, chuleta y socarrón, el segundo es el prometido e inseguro James Reece. Como es natural, al principio no congenian, pero acaban por acercar posturas y hacerse amigos.

Escrita por el mismo productor, Luc Besson, Desde París con Amor es una ruta turística por París con sus dos protagonistas liándose a tiros con toda raza étnica que se cruce por delante (chinos, moros, negros...), el guión no existe, te dicen quienes son los buenos y los malos y desde entonces solo toca esperar a que en cada recoveco de la ciudad se encuentren para ¡Pim Pam Pum! Desde luego el Sr. Besson no se estrujó mucho el cerebro a la hora de idear el libreto, salvo que le diese por escribir las gracietas de las que hace gala un John Travolta muy pasado de vueltas (homenaje a Pulp Fiction incluido), aunque por lo menos se le ve pasarlo bien, no como a un pasmado Jonathan Rhys Meyers.

Dejando de lado esa carencia de guión y al pasmado del anuncio de Hugo Boss, hay cosas disfrutables, la primera es que la película no se toma en serio a sí misma y eso hace que se vea con ligereza, la segunda y más importante es el buen saber hacer de Pierre Morel, el ritmo frenético que le da al largometraje (pese a lo poco trascendente de la trama) y sobre todo las escenas de acción, violentas, ruidosas y bien enmarcadas por una cámara que captura en pantalla las apreciables acrobacias y coreografías que hacen los actores (y sus dobles).

Una hora y media de entretenimiento autoconsciente que es de usar y tirar, que habría mejorado si en lugar de ser una consecución de disparates, hubiera ido de algo. En todo caso, es otra prueba de que la cinematografía francesa es la única en atreverse a hacer (y triunfar con) producciones equiparables al cine medio norteamericano.
David MS
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2
19 de agosto de 2013
4 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuatro películas ha protagonizado Willem Dafoe situadas en la guerra de Vietnam, las premiadas Platoon (1986) y Nacido el 4 de Julio (1989) -ambas de Oliver Stone-, y las poco recordadas El Vuelo del Intruder (1981) y Saigón: El Infierno del Silencio (1988), el título español que se le puso a Off Limits -traducido Fuera de los Límites-. Al contrario de las primeras tres, esta última solo tiene el conflicto bélico como marco de la historia, el film es un thriller policiaco. Dirige Christopher Crowe, autor del libreto de El Último Mohicano (1992), y completa el reparto Gregory Hines (1946-2003), Fred Ward, Amanda Pays, Keith David y Scott Glenn.

Los sargentos McGriff y Perkins (Dafoe & Hines) investigan en Saigón -con la guerra de Vietnam sucediendo- el caso de un asesino de prostitutas vietnamitas, descubriendo tras los crímenes la implicación de un alto cargo del ejército americano. El título original, Off Limits, viene del tramo final de la película, cuando tienen que dejarse capturar por los Vietcong para interrogar un testigo clave.

Viendo largometrajes como Saigón no echo de menos el cine de los ochenta que muchos adoran. No es que la película sea la peste de la década, es un thriller mediocre como muchos otros que se han hecho, y hay que admitirle ciertos atractivos, un buen reparto, lograda ambientación, y el interés que siempre suscita el cine de suspense en el que se desconoce la identidad del asesino y todo el mundo es sospechoso.

Lo malo de producciones como esta está en la moral americana que era habitual en la época, y que permite que los protagonistas puedan pasarse la películas con actitudes retrógradas, machistas y racistas con todo aquello que no sea de su etnia. Hay multitud de escenas donde el par de protagonistas faltan al respeto a los residentes de Saigón -a veces un poco porque sí-, llegando incluso a admitir que el asesinato de las prostitutas les importa bien poco, lo hacen por ellos mismos y la alimentación de su ego. Simple y llanamente, lo oriental es malo, lo americano es bueno -pese a que el comportamiento de cada uno de ellos que aparece en la cinta es reprobable-. La familia Bush o el Ronald Reagan que gobernaba en este 1988 se pondrían palote.

Si por lo menos el guión -del propio director- estuviera más cuidado incluso la película tendría un pase. Las motivaciones del asesino tienen más agujeros que un queso de Gruyer, y su incompetencia al tratar de desembarazarse de la pareja de sargentos le convierte en uno de los malos más estúpidos del cine de los ochenta. No falta una innecesaria historia de amor, entre el personaje de Dafoe y una monja progre a punto de hacer los votos (Pays) que ayuda en la investigación.

Qué salvar: Scott Glenn y su escena en un helicóptero, la canción de Jimi Hendrix que suena en uno de los locales, y donde rodaron, una Saigón en realidad Bangkok, en Tailandia.
David MS
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