Una película justa e imprescindible para la colección de porquerías de Netflix.

En verdad, esta película tiene todos las normas de estilo de Netflix:

La historia de base puede interesar (por su tema, drama, desarrollo posible) que un guión pueril, burdo e infantil destroza con un relato en donde lo conmovedor se lo trabaja a base de golpes bajos y sensibleros que propician un melodrama lagrimógeno.

Para colmo es una remake de una película coreana reciente... así que el guionista y el director ni siquiera saben copiar.

Película para tontos y descerebrados que tengan muchas ganas de llorar con zonceras.

En síntesis: Una basura infinita, bien al estilo Netflix.

Hacer un documental de un caso judicial que no está cerrado y menos aún ni a punto de cerrarse es garantía de quedar inconcluso cosa que es inadmisible en un documental el cual debería dar certezas y no especulaciones sobre el tema que se trata.

Sin embargo Netflix aprovecha la oportunidad para vender un nuevo producto a los espectadores fáciles de su plataforma. La intención no manifiesta pero sí evidente es montarse sobre el cúmulo de polémicas que hay sobre el caso y generar discusiones a partir de argumentos especulativos que sin prueba alguna no deberían ser elementos a incluir en ningún documental.

La producción por lo tanto se tiñe más de producción de prensa amarilla que de una seria verosimilitud que es fundamental en un documental certero, atributo que no lo tiene.

Netflix lo ha hecho otra vez: produce para el público poco exigente dándole como pasto a los burros la peor basura que se pueda concebir.

Netflix otra vez, y como es su costumbre, pone en grilla una porquería descomunal peor que la más aberrante prensa amarilla.

La serie "documental" no aporta nada más que interpretaciones parciales y opiniones temerarias sobre una cuestión que dista mucho de resolverse.

Cada episodio acerca al espectador más hacia los sentimientos morbosos que a la verdad.

Otra porquería de Netflix que se ha convertido ya en la peor cloaca de desechos audiovisuales.

Consejo: NI la veas... pero si la ves y aguantas más de un episodio, sugiero que te trates con un psicólogo porque puedes ser un psicópata perverso (que disfruta del mal) o simplemente un estúpido (que no puede diferenciar una porquería de Netflix de un documental).

HBO suele hacer buenos audiovisuales, produciendo éstos según su estilo en donde se destacan escenografía, vestuario, ambientación, fotografía más que aceptables para productos televisivos que en el caso de esta miniserie "Chernobyl" están presentes dando su cuota de calidad a cada entrega episódica.

Así que podemos casi tener una cierta garantía de que, si HBO ha estado detrás de la serie, ésta no podrá decepcionar en las cuestiones formales y de factura cinematográfica.

La serie también cuenta con un plantel actoral que cumplen bien su papel asignado representando dignamente a los personajes que interpretan.

Que la serie se base "en hechos reales" podría ser tomado también por algunos espectadores como una cualidad a tener en cuenta cosa que aquellos más experimentados y exigentes no les interesará para nada habida cuenta que muchas producciones basadas "en hechos reales" suelen ser pésimas y otras de pura ficción suelen ser excelentes pues no se puede negar que Terminator y Alien son mucho mejores que cualquiera de los pésimos documentales que suelen engrosar la grillar de Netflix.

Hasta aquí parece todo destacar o por lo menos no restar calidad a esta serie pero, si nos detenemos a analizar mínimamente el guión y la dirección veremos que éstos dos elementos cometen en exceso el error de la dilación dramática alargando al punto del letargo el relato cinematográfico. De esta manera, con un guión que parece no avanzar nunca y una dirección que comete planos escénicos tan largos como insoportables la serie termina convirtiéndose casi en un remedo soporífero que invita al espectador a caer en las manos de Morfeo.

Los tiempos son largos, las escenas interminables, la construcción narrativa reitera, la representación de los personajes repite actitudes haciendo que todo parece un deja vu interminable.

La serie NO está mal... pero desperdicia tiempo, mucho tiempo. Tanto que un buen guión y una buena dirección podrían contar lo mismo en la cuarta parte del tiempo cinematográfico como ya lo han hecho los grandes directores presentando dramas similares.

Recomiendo pues, a aquellos que les interese el tema de los desastres nucleares intenten ver las excelente películas que le preceden a ésta serie por ejemplo: "Lluvia negra" (1989) Japón de Shôhei Imamura, "Hiroshima, mon amour" (1959) de Renais, "Cartas de un hombre muerto" (1986) de Konstantin Lopushansky y la excelsa "Cuando el viento sopla" (1986) de Jimmy T. Murakami

En síntesis... una buena historia pero contada tan lentamente que le quita gran parte de la calidad que habría podido tener.