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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.201
Críticas ordenadas por utilidad
5
20 de julio de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
221/25(20/07/20) Muy sobrevalorado producto (solo así se puede calificar) cinematográfico, dirigido por el también sobrevalorado Blake Edwards, bajo un guión de George Axelrod, basándose libremente en la novela homónima de Truman Capote de 1958, protagonizada por Audrey Hepburn y George Peppard, Siendo más mito que película, hecho a mayor gloria del encumbramiento glamuroso de la anoréxica Audrey Hepburn que no hace más que lucir modelitos a cual más ‘chic’, al que solo cabe añadirle apreciable el tema escrito por Henry Mancini y Johnny Mercer “Moonriver” (Hepburn cantó la canción adaptada al rango vocal limitado de ella, basado en canciones que había interpretado en Funny Face de 1957), aunque metido con fórceps cuando lo vemos interpretarlo a la actriz belga. Una comedia romántica se supone, que tiene de humor situaciones infantiloides grotescas (una boquilla de cigarro enorme que quema un sombrero, una borracha que cae al suelo,... o es que no me acuerdo de más idioteces... ah sí, la racista representación de Mickey Rooney de un asiático cascarrabias), y de su lado romántico va de lo estúpido a lo cursi, siendo el tono general el de imbéciles, apoyándose en una pareja protagonista con unas personalidades despreciables (ella unja busca fortunas y el un gigolo) que el director nos quiere blanquear, pero que rascando un poquito te encuentras un ensalzamiento de la prostitución como medio de vida. Ello gracias a su aire superficial, diálogos chuscos inverosímiles, secundarios sin alma (y desaprovechados como Patricia O’Neal, Martin Balsam) situaciones bufas (lo del tramo con el emparejqamiento de la Hepburn con el paleto de Texxas resulta grimante en niveles siderales), tiene la profundidad de un besugo. Película que solo parece estar ahí por su envoltorio, por lo bien que quedan sus carteles (el legendario de la Audrey con su Givency frente al escaparate de la joyería Tiffany), por su musiquita, pero hablar de su desquiciante y caótico argumento sería darle un valor que no tiene, resultándome delirante que estuviera nominado ese año al Oscar (al menos no se lo llevó, lo alcanzó Abby Mann por "Vencedores y Vencidos"), tal despropósito de narración cargada de torpezas, de elipsis anárquicas, de momentos tontunos, que al final lo que me producen es tedio y con ello ganas de mirar el reloj, pues lo que está pasando en pantalla conecta conmigo entre cero y nada, importándome un Rett Butler dixit) un bledo lo que les pase a esta pareja.

Audrey Hepburn tiene el absoluto protagonismo de la película, en el escaparate encarna a una joven extrovertida, autosuficiente, vitalista, con algún momento de bajón que soluciona cantando “Moonriver” o acostándose de modo virginal (ya se han visto una vez, o sea, que hay confianza) con el vecino de arriba que ve acaba de irse su ‘clienta’ dejándole dinero en la mesita. Pero si escarbas un poco encuentras a un vividora, que busca acostarse y engatusar al primer rico que se encuentre, aceptando 50 $ cada vez que va al baño de sus acompañantes, eso como se llama? Ah sí, la palabra que rima con viruta. Alguien de tanta hondura psicológica que tiene entre sus aficiones ir a visitar la joyería Tiffany, mujer que por tanto tiene de ‘trabajo’ que los hombres le paguen por su relación con ellos, y esto se supone que es un personaje empoderado y de feminismo? Puaj! El remate viene cuando nos enteramos de su pasado, mujer que ha abandonado a sus hijos en el profundo Texas (se pasa con banalidad por el hecho de que se casó con 14 años!) para irse a cumplir su Sueño Americano de pegar un braguetazo, un personaje a reivindicar (ataque de ironía). Además de mencionar que sumados su cerebro y el de Forrest Gump tendrían medio cerebro, una mentalidad pueril y ridícula en su comportamiento, a su lado está emparejado el gigolo más desangelado de la historia, menudo tipo gris, debe ser muy bueno en la cama con su ‘mecenas’, pues lo que es de carácter es un sosainas burdo.

Están esas estridentes sub tramas metidas con calzador, la del mafioso que va a visitar a prisión, la del asiático quejicoso, la de su hermano Fred (se le da una importancia dramática a alguien que no aparece, sin apoyarse en relato alguno, simplemente por imperativo del guión), la de su ex marido (ella lo recibe entusiasmada, pero resulta que él le está chantajeando), la de la ricachona que mantiene al ‘escritor’ (que desaparece como sí nada), todo tan naif y trivial como una brisa de aire caliente. Todo ello para culminar en un clímax almibarado e inverosímil (spoiler), donde lo que me ha quedado es que su amado le dice que le ‘pertenece’ (esto es machista?).

La mejor frase del metraje la tiene Martin Balsam cuando dice de la protagonista: "Ella es una farsa, de acuerdo, pero una farsa real". Esto es aplicable al personaje y a la película todo es una farsa, y yo añadiría sin gracia ni emisión de emoción alguna.

Se puede mencionar el tramo de la fiesta en casa de Holly, por como parece la raíz/banco de pruebas de la posterior exitosa película de Blake Edwards “El guateque” (1968). Para su interpretación de IY Yunioshi, Mickey Rooney usó maquillaje y una boquilla protésica para cambiar sus rasgos a una aproximación caricaturesca de una persona japonesa.
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TOM REGAN
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6
10 de junio de 2020
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
163/12(09/06/20) Elegiaco western sirve como elegante canto de cisne para una de las estrellas más grandes ha dado la Historia del Cine, Marion Robert Morrison, conocido como John Wayne, le quedaban tres años de vida pero no volvió a hacer ninguna película más (con una carrera de 50 años, comenzó durante la era del cine mudo en 1926). Film sin ser ninguna maravilla deja regusto agradable como epitafio del Mito, se llegan a confundir el meta-lenguaje en muchos aspectos, desde su inicio con secuencias de sus películas de pistoleros, así como de la enfermedad que comparten Wayne y su alter ego. Dirige el siempre competente Don Siegel, adapta la novela homónima de 1975 de Glendon Swarthout, guión escrito por Miles Hood Swarthout (hijo del autor) y Scott Hale, teniendo entre secundarios a las leyendas del celuloide Lauren Bacall y James Stewart (ambos peticiones expresas del protagonista), también aparecen otros veteranos como Richard Boone (poco aprovechado), Harry Morgan (cínico sheriff), John Carradine (divertidísimo funerario), o Scatman Crothers (jocoso encargado del establo), también reseñable el papel de un joven Ron Howard, años más tarde hará carrera en la dirección (“Apollo XIII” o “Una mente maravillosa”). Un homenaje al icono del Séptimo Arte en el otoño de su vida (a sus 69 años), se empeñó en hacer ese papel a pesar de sus evidentes problemas de salud, sobre todo porque el argumento era semejante al del film "El Pistolero" (1950), de Henry King, cuyo papel, fue a parar a manos de Gregory Peck, rechazó en su momento, esta “The Shootist” tiene paralelismos con la mencionada. A la vez se entrelaza la historia del ocaso de un pistolero con el crepúsculo del western, esto expresado por esta ciudad moderna de 1901, con coches de motor, teléfonos, pero sobre todo se refleja este fin de una era con la noticia de la muerte de la Reina Victoria de Inglaterra. También se radiografía el enfrentarse a la muerte con dignidad, de frente, sin dramatismos, celebrando lo vivido ("En general, he tenido una vida increíble", dice Books) ello con una grácil miscelánea entre el drama, la ternura y el humor, incluso con tiempo para un romance platónico deliciosamente llevado entre los roles que encarnan Bacall y Wayne. Todo esto con un aura de melancolía.

Lo negativo es que es un film plano, todos e ve venir de lejos, no se ahonda en el protagonista, que resulta un mero cliché de (de modestamente [¿?]: el pistolero más famoso del oeste) pistolero ‘bueno’ (dice nunca ha matado a nadie que no lo mereciera), rol muy bien interpretado, pero adolece de matices, de dudas morales, me falta la introspección de una vida. Incluso ese modo de ir diciéndole a todo el mundo lo de su enfermedad me resulta un modo tosco de decirle a todos que le tengan lástima, y esto me chirría con el personaje; Y es que es una película que con el mero hecho de presentar la enfermedad ya pretende embestir todo el metraje de amargura vitalista, pero no se sabe dar algo más de sustancia; Tiene tres enemigos para el clímax del film, con los que se enfrentará en el saloon, pero estos son unas perchas vacuas, no se les da un mínimo fondo para que sintamos tensión en la escena cumbre; Pero esto lo digo porque siendo una película entretenida, que no se hace pesada, pero es que hablamos del protagonista de “La diligencia”, “El hombre tranquilo” o “El hombre que mató a Liberty Balance” (fordianas todas).

Después de que el productor Mike Frankovich anunció que había comprado los derechos de la película de la novela The Shootist de Glendon Swarthout , Wayne expresó un fuerte deseo de interpretar el papel principal, según los informes, debido a las similitudes con el personaje Jimmy Ringo en The Gunfighter, papel que había rechazado 25 años anteriores. Inicialmente no fue considerado debido a los problemas de salud y resistencia que había experimentado durante el rodaje de su penúltima película, Rooster Cogburn. Paul Newman transmitió el papel, al igual que George C. Scott, Charles Bronson, Gene Hackman y Clint Eastwood, antes de que finalmente se lo ofrecieran a Wayne. Aunque su capacidad pulmonar comprometida dificultó la respiración y la movilidad en la altitud de 1.400 m de Carson City, y la producción tuvo que interrumpirse durante una semana mientras se recuperaba de la gripe, Wayne completó la filmación sin más problemas médicos significativos. Recibió una nominación al Oscar a mejor dirección artística (Robert F. Boyle, Arthur Jeph Parker), una nominación al BAFTA a Mejor actriz (Lauren Bacall), y una nominación al Globo de Oro a Mejor actor secundario (Ron Howard), así como el National Board of Review Award como una de las diez mejores películas de 1976.

Wayne no estaba, como se ha dicho a veces, con una enfermedad terminal cuando se hizo la película en 1976. Fumador de cigarrillos pesado para la mayoría de sus A lo largo de su vida, le habían diagnosticado cáncer de pulmón en 1964 y se le extirpó quirúrgicamente el pulmón izquierdo y varias costillas. Permaneció clínicamente libre de cáncer hasta principios de 1979, cuando se descubrieron metástasis en su estómago, intestinos y columna vertebral; Murió en junio de ese año. Sin embargo, tras el lanzamiento de The Shootist, Wayne apareció en un anuncio de servicio público de televisión para el American Cancer Society que comenzó con la escena en la que el personaje de Wayne es informado de su cáncer. Wayne luego agregó que había representado la misma escena en la vida real 12 años antes.

Arranca de modo cautivador en la presentación del protagonista, actor y persona se confunden con un montaje vemos a John Bernard Books/John Wayne en imágenes supuestas de su vida como pistolero, y entonces insertan clips de westerns de Wayne como Stagecoach, Red River y Hondo. Tras lo que vemos al protagonista como buen cowboy surcar el desierto en su caballo, teniendo un enfrentamiento con un salteador de caminos, al que de modo adusto y mordaz despacha flemáticamente. (sigo en spoiler)
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TOM REGAN
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4
15 de octubre de 2019
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
175/10(10/10/19) Con motivo del 12 de octubre conmemoración de la histórica llegada de Cristóbal Colón le he dedicado tiempo a esta versión de los hechos dirigida por Juan de Orduña, una aparatosa hagiografía con un tufillo nacionalista que huele a enmohecido. Diseñada como parte de las celebraciones por el 500 aniversario de los Reyes Católicos. El tema patriótico de la película fue fuertemente respaldado por el Estado español de Francisco Franco. La película se realizó con un presupuesto relativamente grande de diez millones de pesetas, parte del cual fue suministrado por el gobierno. La película no obtuvo ganancias, en parte debido a su gran presupuesto y porque la trama no era lo suficientemente melodramática para los gustos de la audiencia. La película originalmente perdió el prestigioso premio de Interés Nacional en favor del film de José Antonio Nieves Conde “Surcos”, pero el Director General de Cine fue obligado tos galardones José María García Escudero, tomó la decisión, le retiró el premio para regalárselo a “Alba de América”. Este es un film henchido de vena triunfalista y paternalistamente evangelizador (sobre todo esto expuesto en la secuencia del final), ello en consonancia con el régimen franquista, interesado en proyectar las grandezas de España desde un filtro adanista, donde Colón es visto como una especie de Mesías iluminado soltando soflamas lapidarias en cada frase mirando al infinito, ello en una actuación que es epítome del histrionismo por parte del actor que lo encarna Antonio Vilar. Una cinta aburrida pesada, sin alma, manipuladora, dulzona, tergiversadora, rancia, exageradamente teatral, una ambientación cuasi-guiñolesca, un bodrio donde solo cabe destacar por curiosa la aparición de Amparo Rivelles como la Reina Isabel la Católica. Producida por el mayor estudio español CIFESA, se considera que causó su caída y, posteriormente, se declaró en bancarrota, concebida como respuesta a película británica de 1949 prohibida por la censura, "Cristóbal Colón" (1949) de David McDonald con Fredric March como Colón, en que los españoles fueron criticados, despreciados, por eso aquí se impulsó a hacer una película patriótica y se financió en gran medida. La película británica había intentado una representación realista de Colón (retratándolo como solo parcialmente exitoso y sus logros a pesar de la monarquía española). La respuesta española retrató a Colón como un aventurero decidido cuyo descubrimiento condujo a la mayor gloria de la monarquía española y la Iglesia Católica.

Es una recreación delos históricos hechos, narrados en flash-back, que arranca tras un amago de motín a bordo de la carabela Santa María, entonces para apaciguar el ambiente crispado por navegar hacia la nada, Colón les cuenta a la marinería los hechos que les han llevado a estar en medio del océano Atlántico dirigiéndose a un destino incierto, y entonces aparecen personajes conocidos de esta odisea como Fray Marchena, Martín Alonso Pinzón, Juán De La Cosa, Rodrigo De Triana, los Reyes Católicos, hecho cruciales como su estancia en el Convento de la Rábida, sus reuniones en busca de financiación con los escépticos Reyes Católicos, las capitulaciones de Santa Fé con los monarcas, y por supuesto el largo viaje tuvo que hacer atravesando el Atlántico inconscientemente hasta su llegada a América. Partiendo el 3 de agosto de 1492 acompañado por otros tres grandes navegantes Martín Alonso Pinzón (José Marco Davo), Vicente Yáñez Pinzón (Antonio Almoros) y Juán De La Cosa (Antonio Casas) a bordo de sus tres carabelas ¨La Pinta¨, ¨Niña¨ y ¨La Santamaría¨, Colon y sus marineros partieron hacia el Oeste y llegaron a Mayor Gloria de Dios a la isla de San Salvador. Ello Colón siguiendo las teorías de Marino De Tiro y Toscanelli y con un gran sentido elegiaco, su larga y angustiosa espera de 7 años por que los Reyes den su plácet a la misión, seguimos superficialmente eventos como la guerra de Granada, (contra Boabdil el Chico), lo que era una excusa para financiar la expedición de Colón (el dinero era necesario para la reconquista). Esto amenizado por un romance exprés de Colón con Beatriz (inane María Martín), y sesteado por ridículas intrigas donde queda patente la vena antisemita de entonces que entroncaba con el tiempo contemporáneo franquista, al colocar como conspirador (traidor a la patria) aun banquero judío (epítome gordo con sombreo de copa fumando puros) Isaac (encarnado por Manuel Luna), también se atisba la vena xenófoba colocando de espía ladino al galo Gastón (Eduardo Fajardo), y donde todos los españoles de pura cepa son buenos.

El director Juan de Orduña dirige con sentido alegórico en el sentido de paralelizar la reconquista cristiana de España a la victoria de Franco en la Guerra Civil, este tono pomposo queda refrendado en frases como, "Entonces España será una única nación con un solo idioma y con la verdadera religión" o "La empresa de aventurarse por el nuevo mundo lo debe de hacer España que es una nación bajo Dios". Todo un alarde de pretenciosidad puesta al servicio de una insulsa película. Donde además la puesta en escena resulta sosa (siendo benévolo), con escenarios muy frugales, con decorados creados por Sigfrido Burmann que huelen de América a cartón piedra, con una escenificación de batalla en Granada muy penosa (volviendo a ser benévolo en la calificación), con unas actuaciones que van entre lo insípido y lo sobreactuado. Rodándose en estudios de Sevilla, con las escenas de la llegada a América (San Salvador) filmadas en Benidorm.

En conjunto me queda un desechable producto, tan envejecido como apolillado, donde la profundidad, complejidad, o dilemas morales, ni están ni se les esperan. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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5
19 de octubre de 2017
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
245/16(18/10/17) Estrafalaria comedia donde los momentos de humor son pocos y donde la brocha gorda es abusiva. Una caricatura bufa sobre la Revolución Francesa, dirigida por Bud Yorkin, en la que se parodian obras literarias como “Historia de dos ciudades” de Charles Dickens, “Los hermanos corsos” y “El hombre de la máscara de hierro”, ambas de Alejandro Dumas, con guión de Lawrence J. Cohen (“El autobús atómico”), y Fred Freeman (“Delirios”). Un relato hecho a mayor gloria de uno de sus protagonistas, Gene Wilder, actor que hizo de este tipo de humor chusco de trazo gordo esperpéntico (mucho de esto con Mel Brooks de director, como lo de romper la cuarta pared o los anacronismos) su éxito, sub-género en el que el actor se mueve de maravilla con su histrionismo desbocado y su sobreactuación desbocada, siendo este film una delicia para los que disfruten con este estilo de comedia simplona, éntrelos que no me cuento. Cinta trepidante en el que el ritmo es vital para el espectador no piense demasiado en lo chusco de su desarrollo, hecho en base a la acumulación tsunámica de gag sobre gag, y en esto hacer esperar al espectador que alguno le haga sonreír. Su estructura evolucionada mediante el humor recurriendo a los equívocos, las falsas apariencias, el slapstick, el humor sexual, los diálogos de besugos, el romper la cuarta pared, y en este torbellino de mezcla de sketch las risas (por lo menos las mías) son escasas, eso sí salvo varios por los que no ha sido hora y media perdida del todo. Y es que el humor no es bien manejado, no sabiendo modularlo, abusando de recursos sin mesura (ejemplo lo de la fecha sobreimpresionada, una vez hace gracia, pero a la de tropecientas…). Las actuaciones resultan guiñolescas, solo estimables por parte de un buen Donald Sutherland que aporta buenas dosis de ingenuidad y de flema, y por parte de Hugh Griffith como el entrañable y patético Rey Luis XVI, resto son meras muletas que estiran sus estereotipos hasta el hartazgo, como el amaneramiento de la aristocracia francesa, o la ninfomanía de Maria Antonieta. Ah, y siempre agradecible la presencia de Orson Welles como prólogo y epílogo, dando lustre y riéndose de sí mismo cuando dice que es él en una película de color, supongo que apareció para ganar algo de plata para esos proyectos inacabables en los que el polifacético artista estaba siempre embarcado.

30 años antes dela Revolución Francesa en el siglo XVIII, el duque de Sisi (Maxwell Shaw) estaba apresurando a su esposa embarazada para ir al médico una noche cuando se encontró con un poco de molestia: el médico ya estaba atendiendo a una mujer que tenía un bebé, la esposa de un orgulloso campesino (Graham Stark). Los bebés nacieron, cuatro de ellos, dos conjuntos de gemelos, pero hubo una confusión y la enfermera no sabía qué grupo de gemelos pertenecían a qué madre. Para resolver este problema, el médico le dio a cada madre un gemelo de cada uno, por lo que al menos tendría la mitad de la razón, y ambos crecieron ajenos a la existencia de sus hermanos. Saltamos a 1989, los hermanos campesinos Claude (Gene Wilder) y Charles (Donald Sutherland), están siendo mezclados a regañadientes con la revolución, estando en un grupo rebelde comandado por Jacques (Jack MacGowran). Y al otro lado están los aristócratas corsos Philippe (Gene Wilder) y Pierre (Donald Sutherland), dos hombres crueles y entre los mejores espadachines de su generación, embarcados por el pérfido Duque de Scargot (Victor Spinetti) también se verán envueltos en intrigas palaciegas en medio de la latente gestación de la Revolución. Tendrán importancia en la historia personajes como el rey Luis XVI (Hugh Griffith) y la Reina Maria Antonieta (Billie Whitelaw); La bella Princesa Cristina (Ewa Aulin) de Bélgica.

Para una mente que espere algo de sustancia sea el género que sea, que espere inteligencia orgánica, me refiero a mí esta película es un desierto con algunos oasis en su recorrido hacia la nada, como desierto por supuesto me refiero al abrimiento-inanidad, donde falta mordacidad e ingenio, y sobra astracanada, especie de fast-food serie b McDonalds.

Dividida en dos partes diferenciadas: La primera es la presentación del argumento, de los personajes, del convulso escenario; La segunda parte es donde todos los personajes se concentran en el palacio del rey y allí se desencadenan las intrigas palaciegas; Es en esta segunda parte donde los oasis se dan cita, donde el ritmo rompe la cadena yendo cuesta abajo sin frenos, salvándose la hilarante fiesta-baile con el Rey vestido de pollo (le habían dicho era un baile de disfraces), con la discusión delirante entre lo que es placer y negocios, propia de los más lúcidos hermanos Marx, o con el baile en que se van pasando los asistentes notas sobre a quién hay que matar. Pero cuando el clímax explosiona con la persecución de unos a otros en medio de los pasillos y pasadizos secretos de palacio queda en algo anticlimático.

Dela puesta en escena destacar los bonitos escenarios escogidos en Francia por el diseñador de producción François de Lamothe (“Los miserables” o “El hombre de la máscara de hierro”), el Château de Rochefort, Vaux-le-Vicomte-Seine-et-Marne (Palacio del Rey Luis XVI), y la Cathedral of Notre Dame en parís, realzado esto por la fotografía de Jean Tournier (“El tren” o “Chacal”), esta inmersión en la época maximizada por el estupendo vestuario creado por Alan Barrett (“Lejos del mundanal ruido” o “Elemental, Dr. Freud”).
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TOM REGAN
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7
12 de septiembre de 2017
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
190/26(31/08/17) Divertida sátira irreverente sobre el mundo del espectáculo que le sirve al maestro Martin Scorsese para radiografiar con envenenado bisturí el lado oscuro de “El Sueño Americano”. El guión de Paul D. Zimmerman se inspiró en un programa de David Susskind sobre cazadores de autógrafos y en un artículo de Esquire sobre un fanático seguidor de Johnny Carson. Después de que “Raging Bull” (1980) se completara, Scorsese pensó en retirarse de largometrajes para hacer documentales porque se sentía "insatisfecho" y no había encontrado "paz interior" todavía. Sin embargo, él estaba dispuesto a hacer un proyecto con el que estaba obsesionado, “La Última Tentación de Cristo”, y quería a De Niro para encarnar a Jesucristo, pero el actor no estaba interesado y prefería su próxima colaboración fuera una comedia. Había comprado los derechos de un guión del crítico de cine Paul D. Zimmerman. Michael Cimino se propuso por primera vez como director, pero finalmente se retiró del proyecto debido a la ampliación de la producción de “La Puerta del Cielo”. Scorsese ponderó si podría enfrentar el rodaje de otra película, sobre todo con una huelga que se avecina por el gremio de escritores de América. El productor Arnon Milchan sabía podía hacer el proyecto lejos de la interferencia de Hollywood filmando totalmente en Nueva York y entregarlo a tiempo con participación de una compañía de cine más pequeña. De Niro se preparó para el papel de Rupert Pupkin desarrollando una técnica de "inversión de roles", consistente en perseguir a sus propios cazadores de autógrafos, acosándolos y haciéndoles muchas preguntas. Como recordaba Scorsese, incluso estuvo de acuerdo en reunirse y hablar con uno de sus acosadores de mucho tiempo. Scorsese se dio cuenta del guión de Zimmerman después de que fue traído a él por Robert De Niro en 1974, rechazó el proyecto citando no sentía conexión personal con él, De Niro sentía alienación creciente por su estatus de celebridad, insistiendo al director con motivaciones como que podría hacerse "muy rápido" y que sería una "película de Nueva York", la insistencia del actor dio sus frutos y el realizador italoamericano se metió en el proyecto. Un punzante estudio de la obsesión por la fama, del embrujo por ser famoso, todo llevado al extremo, sirve para hacer burla del mundo del famoseo, de los groupies fanáticos, sobre las celebrities, sobre la prostitución de los medios de comunicación. La quinta colaboración entre Martin Scorsese y Robert De Niro fue un fracaso, quizás por las altas expectativas de la anterior cinta de la dupla, “Ranging Bull”. Paul D Zimmerman ganó el BAFTA 1984 Premio de la película para el mejor guión original, en 2017 se clasificó en la lista de la BBC "Las 100 mejores comedias de todos los tiempos".

Mordaz crítica a las obsesiones patológicas (atemporales) que derivan de la televisión, ya desde la primera secuencia queda patente esta, con una jauría de gente rodeando al famoso, acosándolo histéricos, arrollándolo, asfixiándolo, teniendo dos vertientes de estos fanáticos mitómanos, los enamorados de una figura idealizada (Marsha), y los que desean ser ellos (Pupkin), el culto a las celebrities como elemento alienador dela personalidad (que se lo digan al asesino de John Lennon). Esto Scorsese lo desarrolla a ritmo de thriller, con agilidad, mezclando dramatismo con comedia, con mucho humor negro, con situaciones de incomodidad que mana del obtuso carácter del protagonista, en lo que es una reflexión enfermiza sobre los sueños, sobre cómo esto puede llegar a trastornar al convertirse en una obsesión que deriva en único fin, sin él el vacío, solo demuestra una sociedad vacua, superficial y amoral. Asimismo hay espacio para arremeter contra el artificioso microuniverso televisivo, donde todo acontecimiento, incluso malévolo o escandaloso es susceptible de hacerte famoso, lo cual habla muy mal de la sociedad como masa que lo omnívora, la fama es el fin, los medios son todos válidos, eso viene a decirnos Scorsese, en un mensaje bastante deprimente acerca de nuestra decadente sociedad fagocitadora. Esto lo expone el realizador mediante una evolución de escenas que exponen con solidez un estado de ánimo enrarecido, ello en un increscendo dramático que sufre una catarsis, para desembocar en un tramo final incisivo que da sentido a toda la trama, potenciada con un epílogo mordaz que pone a la sociedad contra el paredón.

Todo fluye a través de la mirada del perdedor protagonista Rupert Pupkin, personaje complejo, ingenuo, delirante, entrañable, insistente, incomprendido, infantil, idealista, áspero, perturbado mental que mezcla realidad con fantasía, creando su propio retorcido universo, donde él es el famoso, expresado de modo genial cuando está en la habitación de su casa con recortes de siluetas de cartón de Liza Minelli y Jerry Langdon, ello enmarcado en un falso escenario donde es entrevistado. Tipo de apariencia inofensiva, pero por su tozudez lo hace una bomba de relojería a punto de estallar, con la máxima que remarca "...prefiero ser rey por un día que bufón toda una vida....". Conmueve oír el monólogo en el que queda la duda de si fabula o en realidad lo que cuenta es su vida (sus traumas infantiles, frustraciones, fantasmas del pasado,…), haciendo aún más ambiguo al personaje. Hay evidentes paralelismo entre el Travis Bickle de “Taxi Driver” (1976) con el Rupert Pupkin de “El Rey de la Comedia”, reconocido por el propio Scorsese, los dos personajes encarnados por Robert De Niro, y es que los dos son seres solitarios, aislados de la realidad, desquiciados, obsesivos, tipos con problemas para relacionarse con mujeres (epítome la cita de Bickle en un cine porno y la de Pupkin yendo a la casa de Jerry), los dos criminales en potencia que sus delirios de grandeza no dudan en cruzar la línea criminal para poder asir sus sueños, y además los dos se topan con resultados alambicadamente exitosos en sus desempeños… (sigue en spoiler)
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TOM REGAN
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