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España España · Granada
Críticas de Kikivall
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Críticas 1.973
Críticas ordenadas por utilidad
9
1 de noviembre de 2017
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se cuenta la historia de Ann, una joven de 23 años, con dos hijas y un marido que está casi siempre parado. Tiene Ann una madre siempre con mal humor y es toda una misántropa; un padre que hace ya diez años que está en la cárcel. Y ella tiene un duro y esclavo trabajo como limpiadora nocturna en una Universidad, institución a la que nunca podrá asistir durante el día. Viven pobremente en una caravana en mismo jardín de la casa de su madre, en el extrarradio de Vancouver. Toda esta vida gris da un radical cambio después de un reconocimiento médico en el que le diagnostican a Ann un cáncer terminal; apenas le quedan tres meses de vida.

La mirada de Ann se ha transformado en la de una poeta inspirada por cuanto ve, por la lluvia bajo la cual queda absorta o las puestas de sol. Observa las cosas, asombrada, como si fuera la primera vez que las ve o como si todo fuera a desaparecer en un segundo. Camina sola por la calle, se deja llevar; a veces se une a la muchedumbre, y otras veces se aparta de ella en sus soliloquios. Resulta estremecedor ver la mirada macilenta de Ann, sus párpados ahogados por el trance, todo ello acompañado por las melodías intimistas de Alberto de la Iglesia y la recurrente imagen del quebradizo vidrio, material del que se obtiene una sorprendente música. Y Ann está en ese límite donde todo parece sublime y a la vez espantoso. Todo puede ocurrir, sobre todo y de forma segura, la muerte.

En ese estado surge el amor. Ann y Lee, un joven al que conoce en la lavandería, se enamoran hipnóticamente, un amor mostrado con numerosos silencios y las vivas miradas vivas de quienes intuyen que cada momento es irrepetible. Hay fatalidad, encuentros ondulantes con canciones como "Senza fine". Pero mientras para él la imposibilidad del amor radica en que ella está casada, para ella la imposibilidad es auténtica, pues sabe de su inminente final. Por lo demás, la cotidianeidad de Ann y su familia es idílica y en buena sintonía. Y también como contrapunto, Ann tratará de ver lo mejor que hay en sus ásperos padres y les habla y les cuenta y les dice palabras de esperanza, incluidas cartas póstumas muy interesantes.

La gran directora que es Isabel Coixet, construye un film conmovedor, un bello melodrama que huye de la lagrimeo fácil y que a cambio, nos introduce en una hermosa historia que es un canto a la vida y a las ilusiones.

Tiene la película un excelente guión de la propia Coixet, adaptación de un cuento de la novelista norteamericana Nanci Kincaid, “Pretending the Bed Is a Raft” de 1997 (“Simulando que la cama es una balsa”), el último de los relatos contenidos en un volumen con idéntico título. El guión está muy bien construido, sin apenas fisuras. La música de Alfonso de Vilallonga es excelente, junto a una esplendente y sugerente fotografía de Jean Claude Larrieu.

El reparto es de excelencia, con más de una decena de magníficos actores y actrices donde destacan las actuaciones de una espléndida, dramática y bonita Sarah Polley capaz de resultar cotidiana y a la vez excepcional; muy bien Scott Speededman; Mark Ruffalo estupendo; Amanda Plummer excelente; y Leonor Watting de diez.

Obra de una enorme intensidad y un realismo atemporal, conmovedor y profundamente melancólico. Es de esas películas que no se olvidan.
Kikivall
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5
20 de enero de 2020
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entiendo precipitado decir que «1917» será la película de 2020; se puede incurrir en esa tentación viendo las críticas y las salas atestadas para ver la cinta.

Sam Mendes es un hombre que viene del teatro y además presume de ello. No hay que olvidar este extremo. Pues Mendes tal vez rueda esta película pensando más en un escenario que en la pantalla.

Según Mendes, coescribió la película junto a Krysty Wilson-Cairns, inspirándose en historias de la I Guerra Mundial que le escuchó a su abuelo, que había participado en ella. Como cineasta, Sam Mendes tiene sus aptitudes y cierto potencial para la narración y el subrayado emocional, y al contar su relato lo hace en espacio y tiempo (casi) reales, desde que los jóvenes inician su misión hasta varios kilómetros y horas más adelante. Curioso.

El film es una superproducción con cientos de extras, coreografías inverosímiles y numerosos efectos visuales en un alarde de planificación y ejecución; y esos planos secuencia, que dicen que son dos, pero que en realidad son más pues la cosa tiene truco. De otro lado, el trabajo de sus principales protagonistas tiene cierta calidad: George MacKay y Dean-Charles Chapman; intervienen también en breves apariciones actores muy sólidos del cine inglés como Benedict Cumberbatch, Colin Firth o Mark Strong. Sin olvidar la suntuosa música de Thomas Newman, muy presente en la banda sonora.

Pero pienso yo que la historia carece de recorrido, pues lo que interesa es la experiencia de la misión en sí. De esta manera Mendes lleva a la pantalla una guerra sin épica, una operación que se desenvuelve por trincheras enfangadas y llenas de cadáveres amontonados donde no hay héroes ni villanos. Solamente dos soldados que corren sin parar en aras a avisar a un destacamento que no entre en combate. El viaje de dos días está plagado de trampas, sucesos y tragedia.

Los frenéticos 'travelling' dentro de las trincheras que recuerdan, salvando las diferencias, a Stanley Kubrick en “Senderos de gloria”; recurso éste que quiere reflejar la orfandad y el desamparo de quienes van a morir o con suerte sobrevivir. Pero a decir verdad, Mendes y el cinematógrafo Roger Deakins no nos hacen sentir el espanto de la guerra ni la claustrofobia de las trincheras, porque los elaborados 'travelings' acaban siendo una distracción; en vez de centrarse en lo que sucede dentro del plano, más bien que nos invitan a contemplar el tal virtuosismo plan circo, preguntándonos quién habrá sido el virguero que consiguió esos efectos. El asunto es si el puro uso de la técnica sirve para que el espectador se adentre de forma veraz en el sufrimiento de los personajes. Yo lo dudo, pues el virtuosismo de la cámara, los espectáculos visuales y la puesta en escena ahogan en cierto modo la narración.

El resultado es una película que, pensada para honrar a los británicos que murieron en la tal guerra, más que hacernos sentir el padecer de quienes dieron la cara y pusieron el cuerpo, más que todo eso, nos quedamos atentos al prodigio y el lucimiento de quienes hacen posible la película. Nadie va a negar que haya mucho alarde técnico, pero también ciertas inconsistencias en el guion. La resultante es un sumatorio de instantes a los cuales hay que sobrevivir en una carrera a ninguna parte pues como le advierte el oficial al final al joven soldado: “la guerra no acabará hasta que permanezca un soldado en pie”.

Si tuviera que resumir diría así: película esquemática, guion deficitario donde los personajes aparecen gratuitamente, decorado teatral, los enemigos alemanes son muy malos, irrealidad sobre lo que es la vida castrense con mandos amables e incluso bonachones. La secuencia de la vaca recién ordeñada (todas muertas menos una) es para cabrear, la aparición de los americanos tras de la muerte del amigo metida con calzador, frenética carrera por las trincheras, como si fuera una pista deportiva, pretende imitar con escaso éxito a KubrIck (sus travelling por las trincheras, pero le habría dado un síncope a Stanley viendo este filme). En fin, le darán veinte Oscar, la premiarán, muchos críticos la pondrán por las nubes. Pero esta cinta no tiene nada que ver con otras películas de guerra como Senderos de Gloria, Apocalisis Now, La delgada línea roja, Sin novedad en el frente, Objetivo Birmania y algunas docenas más. Es sobre todo efectista.
Kikivall
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7
1 de diciembre de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sebastián Borensztein es un director muy interesante del cine argentino (“Capitán Kóblic”, 2016 o “Un cuento chino”, 2011), que consigue con esta cinta una obra agradable y entretenida con un mensaje social que acierta a reflejar muy bien lo que fue la Argentina del ‘Corralito’, cómo los currantes, las clases medias y de ahí para abajo, mantienen el país con esfuerzo, tesón y eficiencia, PERO dominados por una gran casta de sinvergüenzas que mangonean a tutiplén. Como dice la conocida copla del cantautor granadino Carlos Cano: “esos gachós trajeaos que viven de na. Que lo roban, lo roban, con cuatro palabritas finas lo roban”.

Están narrados los acontecimientos por Fermín Perlassi (Ricardo Darín), uno de los protagonistas que viene a convertirse en la voz de muchos. Las palabras que abren la película dicen: "Según el diccionario, 'gil' es una persona lenta, a la que le falta viveza y picardía. Aunque ya sabemos que laburante, tipo honesto, gente que cumple las normas, terminan siendo sinónimos de 'gil'. Pero un día el abuso al que estamos acostumbrados los giles se convierte una verdadera patada en los dientes. 'Basta', se dice uno". Todo un alegato a los sufrientes ciudadanos de cualquier lugar del mundo pero con el subrayado de la ignominia que supuso en 2001 el cierre de los bancos a los ciudadanos argentinos; la nobleza del pueblo versus la sevicia y la voracidad de quienes ostentan el poder.

La cosa se desarrolla a finales del 2001, cuando un grupo de amigos y vecinos del pequeño pueblo de Alsina (Bs. As.) pierde todo el dinero que había conseguido reunir para reflotar unos viejos silos. Cuando descubren que sus ahorros volaron por una gran estafa perpetrada por un abogado y un gerente del banco, los giles deciden organizarse y pergeñar un plan minucioso para recuperar su dinero.

Llamativo guion de Sebastián Borensztein y Eduardo Sacheri, adaptación de la novela de éste último “La noche de la Usina” (premio Alfaguara 2016), pleno de humor que sabe mantener el pulso en los momentos de mayor dramatismo, pero sin renunciar el tono gamberro y ganso del comienzo. La película sirve para recordar la ignominia que supuso el "corralito", y a la vez un acercamiento a la nobleza popular frente a la vileza del poder.

Se da una gran empatía del espectador con los pobres giles engañados; hay gags, chistes y diálogos muy graciosos y muy argentinos, todo lo cual se desarrolla en clave tragicómica, un terreno atrevido en el que Borensztein sabe moverse con destreza. A partir de este punto la película resulta más que simpática, en un trabajo coral donde los villanos son malísimos; y entre los héroes de la función, un grupo de personajes encabezados por Darín, un tipo bueno duramente golpeado.

El reparto es de antología, con un Ricardo Darín a la cabeza que hace un trabajo sutil y loable. Luis Brandoni genial, un señor que con poco parlamento pero con un deje cargado de sorna y dolor, llena de contenido su papel. Chino Darín (hijo de Darín) pasa bien el corte aportando una dosis de amor romántico que se agradece. Merece también especial mención un caricaturesco Andrés Parra en el rol de malvado ladrón de pobres. Y acompañando con enorme nivel: Verónica Liinás, Daniel Aráoz, Carlos Belloso y otros, todos buenos.

Sebastián Borensztein sabe contar la historia en clave de comedia dramática. A lo cual se unen pinceladas de thriller de atracos (robo perfecto), cine de suspense, western, sobre la amistad y la solidaridad. Una cinta, en fin, que deja un excelente sabor de boca en el espectador, con un final de ‘justicia poética’.

Sugestiva la música de Federico Jusid junto a temas de figuras clásicas del rock argentino como Luis Alberto Spinetta, Divididos, Los auténticos decadentes, Babasonicos, Cerati, Serú Girán, etc. Muy buena la fotografía de Rodrigo Pulpeiro. Puesta en escena y montaje acelerados con equívocos e invenciones que se convierten en un slapstick criminal de bajo presupuesto.

Película que alterna gracia, guasa y chispa, y que nos obsequia con una trama fresca y ligera que combina la intriga con la mirada social, a modo de fábula con mensaje maniqueo que incluso resulta acertado. A Borensztein le ha salido una película amable y viva que reivindica la solidaridad y la nobleza.
Kikivall
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7
23 de junio de 2019
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pude ver anoche esta película escrita y dirigida por Jacek Borcuch y ambientada en las bellas tierras toscanas, cerca de la antigua ciudad etrusca de Volterra. En el film, la protagonista es una mujer con caché y gran personalidad, una reconocida poeta que posee el galardón del Premio Nobel de Literatura. Vive una vida paradisíaca en su casa de campo. Toda la película gira alrededor de esta mujer ‘ficticia’ llamada María Linde y sus relaciones no siempre claras con las personas más cercanas y con una visión poco clara de la vida.

En el eje central de la historia están las relaciones familiares y amistosas de la protagonista, con el sello de una escritora con autoridad y respetada; su marido, hombre afable pero disminuido al lado de ella; la hija que ha ido a visitar a sus padres desde la capital sin su vida resuelta; también están sus nietos e incluso su amante egipcio. Baruch dixit: “Es una casa multigeneracional […] observamos en sus residentes diferentes actitudes, diferentes visiones del mundo, una visión distinta de las cosas en general. Pero lo más importante es que, como si nos estuviéramos mirando en un espejo, nos estamos mirando a nosotros mismos. Somos nosotros los que estamos obligados a responder las preguntas difíciles que surgen en el curso de los eventos.”

El punto nodular de reflexión de la película es cómo se ve a sí misma Europa, cómo ha ido asimilando su historia y si en este proceso no hay un exceso de hipocresía. De nuevo tomo palabras de Baruch: “El viejo continente ha estado marcando el tono durante cientos de años, ha sido un punto de referencia […] Pero el miedo a lo desconocido, la falta de política sabia y la cooperación entre estados hace que el continente sea ‘sofocante’ y muy incierto”.

En el relato hay un símbolo que pone final a la obra que es una jaula en mitad del pueblo. Y hete aquí que gran poeta Ezra Pound escribió sus famosos «Cantos pisanos» encerrado en una jaula como un animal en un complejo carcelario próximo a Pisa. El estadounidense, como es sabido, había apoyado a Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, siendo capturado en 1945 por partisanos italianos y castigado por ello. Fue entonces, mientras esperaba su deportación a EE.UU. en tan cruel situación de enjaulado, cuando escribió una de sus grandes obras. La jaula sale a colación en las primeras escenas del filme durante una fiesta en la villa de Maria Linde. El asunto es que tras un polémico discurso de la gran poeta y Nobel de Literatura en el Ayuntamiento con motivo de un premio que han otorgado, el pueblo de Volterra, ciudadanos y autoridades, quedan alarmados por las epatantes palabras que aluden a la cobardía y la incapacidad para gestionar el fenómeno migratorio en la zona y otras lindezas más intelectuales pero igualmente fuertes de parte de la Linde. Además, la poeta es de origen polaco y tiene conexiones, como judía, con el Holocausto. También tiene a sus sesenta y cinco años y un matrimonio de años, un affaire con un egipcio. Finalmente, en la película, el artista que habló del asunto, instala realmente en la plaza central de Volterra la jaula que pretende recordar el episodio del entonces fascista Pound.

Esta cinta por momentos molesta cuenta con toda una veterana actriz del cine polaco, Krystyna Janda, que hace un trabajo sugestivo con total dominio del personaje. Declara de nuevo Borcuch: “Mi mayor desafío fue el de crear una gran poetisa ficticia, creíble de tal manera que pudiera decir a través de su vida y sus acciones algunas palabras sobre la Libertad. Afortunadamente, Krystina Janda, un icono, se unió a mí en este viaje”. Y según cuenta la Janda el papel le atrajo desde el principio: “Seguí este proyecto desde la idea inicial y me gustó desde el principio, era controvertido y difícil pero me gusta jugar con este tipo de cosas. Contemporáneo y con problemas actuales.

Buena la dirección de Jacek Borcuch, guión que deja puntos sin tejer y cuestiones en el aire, probablemente intencionadamente. Buena BSO de Daniel Bloom con excelente fotografía de Michal Dymek y un reparto donde sobresale muy por encima del resto Krystina Janda (premiada en el Festival de Sundance) a quien acompañan en excelente nivel Antonio Catania, Lorenzo de Moor, Robin Renucci, Vincent Riotta y Kasia Smutniak.

Aunque la protagonista intenta resistir la airada respuesta del pueblo, finalmente la trama se resuelve de manera singular con un sugerente final abierto cargado de interrogantes en el cual es cada espectador quien debe intentar posicionarse. Ese punto final es tan simbólico como inesperado y escandaloso.
Kikivall
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4
3 de mayo de 2018
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta fue la primera entrega de la pentalogía basada en la serie homónima de televisión de los años sesenta y setenta, “Misión imposible”, con Tom Cruise en el papel principal. Lo mejor que se puede decir de ella es que resulta un entretenimiento frenético que se olvida prontamente.

Tiene un farragoso guión. O sea, ni el irregular Brian De Palma en la dirección, ni menos el guión de Robert Towne, David Koepp (Historia: Steven Zaillian, David Koepp, que fuera serie de éxito de TV: Bruce Geller, 1966-1973), consiguen reflotar esta película que es un desperdicio en todo sentido. Se trata de un esperpento que carece de garra, tensión, intensidad, etc... Muchos giros y plan ruleta rusa, bromas sin gracia que deben hacer los secundarios, planos cortos de De Palma sin sentido y datos inasimilables que importan un comino al respetable.

Quizá lo único que medio se mantiene a flote sean la conocida música de Danny Elfman, que contiene el sustancioso tema de Lalo Schifrin; y tampoco está mal la fotografía de Stephen H. Burum. Igualmente el montaje es excelente, a veces un buen montaje puede medio salvar una cinta. Por ello fue nominada por Satellite Awards precisamente a mejor montaje.

Pero lástima de reparto con actores y actrices de primera línea encabezado por un Cruise perdido en el monumental lío de película tediosa, sobreactuado y hedonista; Emmanuelle Béart poco afortunada como femme fatale; el gran Jon Voight, quién lo ha visto y quién lo ve; Jean Reno, el pobre apenas puede con su pobre papel; Vanessa Redgrave siempre hermosa pero ineficiente; mi amada Krsitin Scott Thomas, me da lástima verla metida en este esparragal; y otros muchos como David Schneider, Emilio Estévez, etc.

Lo que algunos consideran una referencia de espías de los años noventa yo lo califico de pastiche pesado, indigesto y que no en vano fue nominada a los Premios Razzie como Peor película. Aunque hay que decir, no sin cierto rubor que fue todo un éxito de taquilla y recaudación. Pero para mí con esto no basta.

En resumen, es una película de acción bastante petarda para gustar a adolescentes y agún que otro descarriado, sin valor cinematográfico, para lucimiento del saltimbanqui Cruise que en sus recursos técnicos recuerda al Dr. Gadget. Mucha parafernalia, muchos fuegos de artificio, acción cretinoide, todo para intentar encubrir inútilmente un vacío que hace de esta obra algo para no recordar.
Kikivall
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