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España España · Barcelona
Críticas de LennyNero
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Críticas 495
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
5
2 de febrero de 2010
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Posiblemente Pandorum no sea el producto más original del mundo. Las referencias cinéfilas que atesora son del todo conocidas. Desde la angustia claustrofóbica de Alien (Ridley Scott,1979) a las referencias psicológicas sobrenaturales como las de Horizonte final(Paul W.S. Anderson, 1997) pasando por el mero thriller de acción a lo Aliens el regreso (James Cameron, 1986). Sin embargo a pesar de esta perpetua sensación de dejâ vu, no es esta una propuesta desdeñable, de hecho el problema fundamental de la película no está precisamente en su estética de copycat espacial.

Todo es una cuestión de ritmo y de equilibrio, combinación que, evidentemente, no es fácil conseguir, pero que resulta de suma importancia cuando se trata de filmar un film tendente a la mixtura tanto temática como de tono. En este sentido, Pandorum, adolece precisamente de un cierto desequilibrio narrativo, siendo incapaz de transicionar correctamente su parte más psicológica con sus elementos más destinados a la acción pura, provocando por ello una sensación de no saber nunca hacia donde se dirige la trama e imposibilitando por ello la comprensión empática tanto hacia personajes como hacia sus acciones.

Desarrollando en su primera parte una trama de carácter minimalista y opresiva, nos hallamos ante una filmación que supone los momentos más brillantes del film. Basándose en un angustioso fuera de campo se nos sumerge en una atmósfera inquietante donde todo el peso recae sobre las acciones y diálogos de dos personajes que parecen tan confusos como el propio espectador antes los eventos que ambas partes desconocen. Se produce así una corriente de rápida comprensión e identificación entre pantalla y audiencia generando un juego de equívocos interactivos ciertamente enriquecedor. El planteamiento de análisis microscópico delata la intención del director de moverse entre planos espaciales, sugiriendo la soledad y la claustrofobia en secuencias prácticamente consecutivas donde el espacio se va reduciendo paulatinamente desde la inmensidad del universo, pasando por la panorámica de una nave gigantesca y trasladarnos finalmente a un pequeño habitáculo del que aparentemente no hay salida. Este movimiento secuencial, aparentemente tópico, revela y sobretodo produce por comparación una atmósfera más agobiante si cabe.(sigue en spoiler)
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LennyNero
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3
2 de febrero de 2010
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo mejor que se puede decir sin duda de Tenderness, es la vocación de su director, John Polson, de distanciarse del tono anterior de sus dos anteriores films, las particularmente nefastas Fanática (2002) y El escondite (2005). Esto se ve reflejado en el corte del relato, alejado de los efectismos y subrayados facilones de las películas anteriores, que propone una aproximación fría, casi analítica de la mente (o mejor dicho mentes) de un psicópata y su desequilibrada compañera.

¿Significa esto que estamos ante una película como mínimo decente? Basándonos en sus intenciones podríamos apostar por dar respuesta de forma afirmativa a la cuestión. El toque minimalista, alejado de excesos hemoglobínicos que un argumento centrado en la historia de un psicópata podría ofrecer, resulta ciertamente adecuado, sobre todo para el propósito de trazar un relato donde lo realmente importante es el análisis de la mente de un asesino, su capacidad para relacionarse con otros seres humanos y más aún, si existe posibilidad de redención.

Pero más allá de este correcto aposento formal, el Sr. Polson nunca da en la tecla para que el relato resulte interesante. Enfrascándose en disquisiciones morales y filosóficas anunciadas por una pedante voz en off que, para mayor sonrojo pertenece a la opinión de un tercero en discordia (un Russell Crowe simplemente correcto en su papel de policía perseguidor del protagonista), se anula toda capacidad de introspección ya que la única opinión que se nos revela verdadera es la de alguien ajeno al proceso interno del protagonista consiguiendo además que todo lo que este dice o piense resulte superfluo y vacío.

A partir de este pésimo enfoque todo lo resultante resulta un cargante viaje hacia ninguna parte, una road movie inactiva que se mueve entre la inactividad total de la acción hasta la precipitación en un desenlace absolutamente forzado y desprovisto de cualquier capacidad de emocionar o, al menos, de motivar un debate que no sea preguntarse cuál es la intención última de lo narrado.(sigue en spoiler)
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LennyNero
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2
2 de febrero de 2010
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intención de Julio Fernández al crear su productora Fantastic Factory sería digna de elogio. Efectivamente, la apuesta por resucitar el género de terror y fantástico en nuestro país, rescatándolo del armario de la cutrez de segunda estantería de videoclub de barrio, se antojaba como algo refrescante y ante todo necesario ante tanto cine español siempre oscilando entre la corrección política de los tótems presuntamente intocables como Amenabar y/o Almodóvar, la españolada rancia (entendida como esa comedia oportunista de chascarrillos sexuales ya anacrónicos) y los aburridos y maniqueos films de la Guerra Civil Española.

Pero como se suele decir, el camino del infierno está pavimentado de buenas intenciones, y eso es precisamente lo que está pasando con las películas pergeñadas desde la productora ya citada. No se puede vivir exclusivamente de un cierto buenismo como justificación a una trayectoria plagada de films absolutamente execrables(aunque podemos encontrar honrosas excepciones como The Machinist, Brad Anderson 2004) que más que revitalizar el género están consiguiendo dar la razón a toda esa corriente crítica empeñada en invisibilizarlo, de reducirlo a divertimento gamberro de nula capacidad para generar algo cinematográficamente interesante.

El último ejemplo de esto es Paintball, película fácilmente inscribible en el survival horror, donde asistiremos una vez más a la ya manida trama de cazador solitario eliminando uno por uno a los miembros de un grupo que se manifestará impotente ante los acontecimientos. Que un argumento como este caiga en lo previsible y que sea incapaz de aportar ninguna sorpresa entra dentro lo esperable, el problema sin embargo llega en cuanto todo el engranaje fílmico queda reducido a auténticas ruinas de lo que deberia ser una película y lo que desfila ante nuestros ojos se resume en lo que se podría calificar de despropósito de director amateur con ínfulas de cineasta serio.

No se puede negar la vocación de inmediatez. Desde el minuto de película se nos adentra en una vorágine vertiginosa de imágenes y acción que junto a lo reducido del metraje podría haber generado cuando menos un producto compacto, directo, tan fácilmente digerible como olvidable. Sin embargo el resultado no es más que un delirio visual, con una cámara que confunde el dinamismo con el atropello visual y que se limita a moverse entre lo aleatorio de los puntos de vista mostrado, el uso indiscriminado de recursos y el descontrol que supone suponer que la cámara en mano puede utilizarse como un video doméstico. El resultado final ofrece pues una sensación de mareo constante, de descolocación contextual, de película estéticamente repelente a la vista. (sigue en spoiler)
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LennyNero
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3
2 de febrero de 2010
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
En diferentes niveles la década de los setenta del siglo pasado se puede considerar como un periodo convulso, pero sobre todo como el abrupto despertar de un sueño. Eventos como el caso Watergate, el prolongamiento y final con derrota de la guerra de Vietnam, la muerte por drogadicción del hippysmo como modo alternativo de vida, la crisis del petróleo…etc marcan un tono de amargura en la sociedad, un estado de ánimo del que el cine no puede escapar tanto en su reflejo argumental como en su estética.

Es en este contexto en el que se fragua un género que años más tarde acabaría bastardizado en forma de grotescas exageraciones como el splatter o reducido su esquema a un simple entretenimiento banal en los films de terror adolescente, se trata del slasher, pariente aparentemente pobre del cine de terror pero que surgió no sólo con la vocación de atemorizar por una vía más explícita sino para hacerse eco de ciertos problemas sociales desde una perspectiva lateral.

Cineastas como Wes Craven (o más tarde Tobe Hopper en La Matanza de Texas, 1974) consiguieron con films como La última casa a la izquierda, no sólo explicitar la violencia de forma cruda sino que, a través de una deliberada estética feista, mostrar el desengaño y la caída de una cierta forma de vivir, la muerte de la inocencia. Concretamente este era un film que pretendía reflejar el ocaso de unos valores liberales, de una juventud post-hippy que aún creía en las bondades de la marihuana, el sexo libre y la comuna pacífica, encontrándose a cambio su reverso tenebroso en forma de pesadilla violenta y sádica. Donde el amor se transmuta en violación, la droga en delirio psicopático y la comuna en familia psicótica y disfuncional. Enmarcado todo ello en un desencanto general con las instituciones, especialmente la policial, cuya inutilidad desemboca en un final aparentemente protofascista pero que en un análisis más detallado se revela como el único posible.

¿Qué aporta entonces este remake realizado por Dennis Iliadis? Partiendo de la base de hallarnos en otro periodo de cierta crisis de valores se podría pensar que el film volvería a estar enfocado hacía la dirección metafórica de su predecesora. Nada más lejos de la realidad, este remake se limita a realizar una copia estilizada sin novedad alguna, entendido esto como la ausencia de nada positivo que remarcar. (sigue en spoiler)
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LennyNero
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8
2 de febrero de 2010
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Doce años han pasado desde que James Cameron pareció cerrar la tienda en lo referente a la creación de películas de ficción. Embriagado por el éxito (inmerecido y sobredimensionado) y el reconocimiento de la academia por su Titanic, sus últimos trabajos documentales más parecían un intento de aprovechar los réditos de su multipremiado film que no de una vocación documentalista sincera.

Doce años decíamos para que su nuevo film, Avatar, llegue a nuestras pantallas. Lógicamente, la expectación generada ha sido máxima, más teniendo en cuenta que Cameron se ha distinguido, entre otras muchas cosas, por propiciar gigantescos cambios técnicos, fundamentalmente en el apartado de los efectos especiales, en todos sus films. Sólo hay que echar un vistazo a, por ejemplo, Terminator 2 (1991), para entender la revolución que dicho propició.

Y gigantesco es efectivamente el espectáculo mostrado, un auténtico derroche técnico, una fantasía infográfica que roza la perfección (especialmente en su formato 3D) y que permite una inmersión absoluta en el mundo mostrado de forma natural, realista, capacitando la abstracción de la audiencia sobre lo que es y no es real y permitiendo asumir que todo lo que vemos podría haber sido filmado in situ.

Sin embargo, más allá de esto, o precisamente a causa de ello el film se resiente especialmente en dos factores que no son fácilmente obviables, su excesivo metraje y su desarrollo argumental de llana simpleza y previsibilidad. Avatar parece seguir cargando con el síndrome Titanic en cuanto a su incapacidad para concretar y sintetizar, así su desarrollo se ve demasiado a menudo salpicado de excesos paisajísticos, por un afán del director en que nos recreemos en todo el esplendor de su obra, de su creación consiguiendo sin embargo el efecto contrario. Efectivamente, pasada una buena parte del metraje da la sensación continua de repetición de tanto de conceptos como de alargamiento innecesario de ciertas subtramas, provocando un cierto agotamiento y más teniendo en cuenta el otro elemento comentado, su argumento.

Como un cruce high tech bastardo entre Pocahontas (Mike Gabriel, 1995) y La misión (Roland Joffé, 1986) todo en esta historia resulta familiar, por no decir previsible. Nada hay que pueda sorprendernos, pareciendo por momentos un auténtico ABC de la escritura de guión. Los Personajes maniqueos, su poca dualidad y/o profundidad psicológica convierten casi en intrascendente todo lo que dicen o hacen, conscientes como somos de que todo se desarrollará según lo previsto. No obstante, por momentos, esto juega a favor del propio film porque si algo tiene es que no defrauda en absoluto las expectativas de la audiencia. No en vano, gracias a su buenismo ecologista y la defensa del mito del buen salvaje, no se esperaba otra cosa que su previsible y satisfactorio desenlace. (sigue en spoiler)
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LennyNero
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