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Voto de Macarrones:
4
5,4
27.753
Ciencia ficción. Fantástico. Thriller
Año 1959. En la escuela elemental William Dawes, una profesora propone a sus alumnos una cápsula del tiempo en la que, por cincuenta años, se guardarán una serie de dibujos que ellos realizan teniendo como tema 'visión de futuro'. Una extraña niña llamada, Lucinda Embrey (Lara Robinson), tan solo escribirá una larga serie de números... y será esta hoja la que después caerá en manos de Caleb (Chandler Canterbury), el hijo del escéptico ... [+]
11 de abril de 2009
91 de 131 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como esto va de profecías, yo también suelto la mía: Proyas en el futuro merecerá la misma consideración que hoy tenemos de Roger Corman o de Terence Fisher, esto es, estará dentro de ese grupito de directores de género cuyas destartaladas y a menudo mediocres películas contienen sin embargo un tono personal indiscutible y algunos destellos de genialidad que, para algunos aficionados muy motivados, compensan los convencionalismos y defectos generales de sus obras. La obra maestra de Proyas será «Dark City» y todas las demás películas estarán varios escalones por debajo. En uno de los rellanos más bajos (pero no por ello carente de interés) encontraremos esta «Knowing», cuyo arranque es muy sugerente: una escuela celebra el día de su inauguración oficial enterrando una urna con dibujos en los que los escolares imaginan cómo será el mundo cincuenta años después, fecha en la que sus sucesores en las aulas abrirán de nuevo la urna. El apacible mundo de finales de los cincuenta está muy bien recreado, con una punta de ironía muy graciosa (esa maestra digna y repeinada, la ceremonia con banderas al viento y música de Holst tocada por una banda), y también está muy lograda la atmósfera inicial de expectativa y misterio. Luego llegamos al futuro (nuestro presente) y ahí aparece Nicholas Cage en su papel de padre borrachín y en crisis existencial por su viudez y ya todo en la peli se tuerce, y no por Cage precisamente (ningún actor del mundo podría haber dado verosimilitud a su papel, y esto lo dice alguien que juró no volver a ver una película donde apareciera Cage, quien –por cierto– tiene aquí un sorprendente parecido a Claudio Abbado, reforzado además por la música beethoveniana que suena de fondo un par de veces). Bueno, a lo que iba: a partir del minuto dos o así, la película pincha y, como un globo loco, va dando bandazos hasta que se queda sin presión y cae. «Knowing» tiene un guión desastroso que intenta conciliar varios géneros, todos muy caros al gran público norteamericano: la exaltación de la familia tradicional, el cine de catástrofes, el de terror y el de ciencia-ficción. La psicología de los personajes es inconsistente y sus relaciones (las paterno-filiales, las fraternales, las amistosas, las docentes –las escenas de divulgación científica son de sonrojo, por ejemplo–) están presentadas de la forma más inverosímil, falsa y convencional (esto es, con arreglo a las convenciones del peor cine comercial americano). Proyas sabe crear atmósferas, pero caracteriza a los personajes de una forma sonrojante. Su efectismo es tan connatural a su estilo que no sé si reprochárselo o elogiarlo, porque son los momentos efectistas (normalmente en forma de sustitos y catástrofes) los que apuntalan la ruina narrativa de la película. Sin ellos, «Knowing» sería un campo de ruinas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Aparte de todo, me interesa descubrir en esta película algo que ya llevo viendo en muchas otras obras estadounidenses: no sólo el reflejo de su convicción –o intuición– de que el cambio de su sensibilidad hacia lo religioso. Estados Unidos ha dejado de creer en Dios o, al menos, su religiosidad no tiene nada que ver con la de hace algunos años. Ahora la Biblia no es más que un baúl extravagante de profecías y supersticiones varias, no una guía moral ni un depósito infalible de certidumbre. Ha desaparecido la fe inquebrantable en la protección divina a América, el providencialismo optimista y patriota norteamericano (de hecho, aquí Dios no sólo no bendice América sino que la arrasa por completo). Ya no son el pueblo elegido, Dios no está de su parte, y ven signos de su acabamiento en todo: en el cambio climático, el terrorismo internacional, los accidentes aéreos, la crisis de la familia tradicional (¿cuántas películas tienen como foco una familia monoparental?; las que yo veo en los autobuses, casi todas).
En resumen: nuestra sociedad –según los guionistas de Hollywood– está en profunda decadencia, Dios no existe, la Biblia se equivoca y el planeta tiene las horas contadas.
Sólo nos queda confiar en los extraterrestres.
En resumen: nuestra sociedad –según los guionistas de Hollywood– está en profunda decadencia, Dios no existe, la Biblia se equivoca y el planeta tiene las horas contadas.
Sólo nos queda confiar en los extraterrestres.