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Voto de Chagolate con churros:
5
Drama Australia, 1835. El sobrino del gobernador, Charles Adare (Michael Wilding), que acaba de llegar de Inglaterra, está invitado a cenar en casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), un antiguo presidiario que ha hecho fortuna y que está casado con una de una prima de Charles, Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Charles descubre que su prima, que se ha convertido en una alcohólica, está aterrorizada por su ama de llaves Milly (Margaret Leighton) y, ... [+]
9 de octubre de 2010
25 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
No vamos a descubrir la calidad técnica que poseía Alfred Hitchcock, ni la capacidad para crear tensión con un mínimo plano. No era un director al que le gustara pasar desapercibido:

Cuando Charles Adare (Michael Wilding) llega en carruaje a la cena preparada en la casa de Sam Flusky (Joseph Cotten), Hitchcock usa un plano secuencia que comienza en el exterior de la mansión (mientras Adare observa a los inquilinos por varias estancias) y que continúa durante la llegada de los demás invitados al convite en el interior de la casa hasta que sentados en la mesa, escuchan a sus espaldas la voz de Lady Harrietta (Ingrid Bergman). Son casi ocho minutos, pero lo cierto es que este plano secuencia está dividido en dos (o eso creo). En el momento en que Adare entra en la casa, Hitchcock usa su espalda para realizar un corte. Con ese corte, prácticamente imperceptible, divide lo que es un plano secuencia funcional (el realizado en el exterior), con un plano secuencia como alarde técnico (toda la parte donde los invitados deambulan por la casa saludándose, hablando, hablando, hablando y hablando, para después sentarse en la mesa con la intención de cenar). Tal vez, si el corte a ese segundo plano secuencia hubiera sido un primer plano de Cotten seguido de un plano medio de Bergman, lo hubiera entendido más. Pero Hitchcock termina el plano secuencia con un primer plano de los pies de la Bergman (descalzos, eso sí).

Explico todo esto porque considero estos minutos como un resumen de la película. En lo bueno y en lo malo. “Atormentada” es excesiva en diálogos. Diálogos que se alargan sin sentido y se llenan de explicaciones innecesarias, rompiendo en muchos casos, el ritmo de la película. También es excesiva en música, que tropieza con la imagen en muchísimos momentos; y por supuesto, es excesiva en el riguroso tratamiento técnico de Alfred Hitchcock, lo que pasa es que esto último no me molesta, para que engañarme.
Chagolate con churros
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