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Voto de Chagolate con churros:
8
Drama Taisto Kasurinen es encarcelado por un crimen que no ha cometido. En la cárcel sólo sueña con dejar su vida y empezar una nueva fuera de su país. un día consigue escapar pero las cosas no saldrán tal y como las había planeado. (FILMAFFINITY)
10 de noviembre de 2008
20 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me caen los mocos. Intento concentrarme mirando la carretera. He salido del faro hará veinte minutos, pero me parece que llevo años acelerando. Miro para atrás buscando la referencia. Mis espejos retrovisores están empañados y las gafas no impiden que los ojos los tenga rojos del frío. Es un casco de esos antiguos, con gafas de goma. Como el que llevaba Lawrence de Arabia al principio de la película. Siento aguijones en los mofletes. Siento las pantorrillas gélidas. Los dedos de las manos desnudas ya no las siento.

Paro. Busco una bufanda y me la enrollo sobre la cara, tipo turbante, tipo, una vez más, Lawrence de Arabia. Pienso en el desierto. Visualizo las dunas de arena y un sol asfixiante. Nada. El frío me traspasa todo el cuerpo.

La última vez que veré el faro. En esta curva. Mientras sigo acelerando. Nunca más subiré sus escaleras. Una máquina lo vigilará por mí. Tengo el dinero en un bolsillo y un billete surge con violencia y se escapa por mi estela. Alargo la mano en su búsqueda. La moto zigzaguea sobre el hielo de la calzada. Un minuto después me encuentro en el suelo. Tumbado boca arriba. Mirando como cae la nieve.
Sobre mis ojos.
Sobre mi boca.
Los ojos se me cierran.

Casi está anocheciendo. Sigo tumbado en medio de una carretera silenciosa. Me duele la cabeza y una pierna me sangra del tobillo. La moto está tumbada a diez pasos delante de mí. Cojeo y cuando meto mi mano morada en los bolsillos no tengo mi cartera, ni mi dinero. Miro de cerca la rueda deformada y continuo caminando. Cuando llego a los focos de neón es noche cerrada.

Llevo tres días mendigando entre la nieve. Puede que cuatro porque el sol casi no sale y las noches se alargan hasta juntarse unas con otras. A mi lado alguien pide una hamburguesa y cuando paga saca mi cartera alabeada. Cuando va a guardarla bajo su parca se fija en mi presencia. Los ojos se vigilan mientras me levanto y voy a su encuentro. Al final me toca correr medio cojeando. Resbala y cae de bruces al suelo. Le pateo el costado y cuando voy a golpearle con más fuerza me detienen por la espalda.

Sólo me queda escapar. Salir de este condenado hielo. La ruta de escape la tengo apuntada en un papel azulado, arrugado y macilento que me dio Aki Kaurismäki donde sólo pone:

Pregúntale a Ariel.

¡Condenado finlandés!… siempre con sus jeroglíficos.
Chagolate con churros
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