De "Mitsfits" me gusta su naturalidad. Ese es el secreto de su éxito. Esta serie da cabida a las historias más imposibles, los guiones más soeces (que no vulgares), en ocasiones muy sofisticados, y a los personajes más extremos, inmorales y carismáticos (en su mediocridad) que he visto en mucho tiempo. Su frescura nos transporta a una suerte de segunda adolescencia (de la cual no han salido aún ninguno de sus protagonistas). La verdad es que a veces me gustaría vivir así, sin ataduras, libre, ser un completo majadero y no tener que rendir cuentas de mis inmaduros y descerebrados actos (o, como mucho, que me hagan pintar un par de paredes como a ellos y a casita).

Es curioso cómo un grupo de chicos que se conoce en "Trabajos Voluntarios de Integración Social", condenados por actos sin importancia, terminan haciendo precisamente allí todo lo que hacen. Por otra parte, las relaciones afectivas rompen los cánones establecidos, dominando la crueldad y la pasividad, elementos que curiosamente los van uniendo capítulo a capítulo con más fuerza.

La serie da un salto de calidad a partir del capítulo 4 de la primera temporada (obra maestra), y se mantiene en una segunda temporada trepidante y mucho más surrealista. Las tramas se desarrollan y complejizan, aparentemente sin errores de peso.

No existe ningún respeto por los personajes secundarios (esto es genial), pero sí vamos adquiriendo un cariño especial a cada uno de los extraños carismas y modos de proceder y expresarse de los protagonistas. Al final, quieres a todos como a una entrañable familia de tipos desequilibrados.

Total, que te lo pasas cojonudamente. Cada capítulo es una hora de risas que se consume rápido y de forma agradable. Ah... y los chicos tienen superpoderes... no te lo pierdas...

Irresistible.