Extrañamente dotada de tenebrosa aura, provoca una retorcida sensación de angustia. Se respira un aire insano, una atmósfera decadente y perversa. Esa es la sensación que me ha producido "Voces en la noche". Desagrado, incomodidad, tensión. Nunca se sabe qué es lo que sucede a ciencia cierta, pero no es eso lo que a uno le descoloca. Es el poderoso flujo maléfico que nace de la fotografía, de las situaciones, de los personajes secundarios y terciarios, de las conversaciones, de los silencios... y todo ello desde el mismo instante en que el novio de nuestro protagonista percibe que "en las llamadas del chico pasa algo raro, algo que no cuadra".

A decir verdad, la película se encuentra dividida en dos partes: la primera engloba los 20 minutos iniciales y se antoja una suerte de bella relación entre un locutor de radio atormentado y un pequeño chico, de unos 14 años, víctima de múltiples violaciones por su familia. La segunda parte es algo extraño, rocambolesco e incómodo. Se ve venir... pero no quieres creerlo.

De cualquier forma, estamos ante una obra con buenas actuaciones y un guión presentable (en ocasiones aburrido), que se hace predecible a falta de 25 minutos para el final. A mí no me desagradó, pero diré algo: suelo conmoverme especialmente con aquellas historias que tratan de la soledad. "Voces en la noche" es una de las películas más frías que he visto nunca respecto a este término, el reflejo de la soledad brilla de forma distinta, desdibujado, vacío y distante. Así te deja la película, absorto, sin sensaciones, vacuo. Por eso no merece más que un 6, aunque no es una mala película después de todo.

Mención aparte la gran actuación de Robin Williams. Sobrio, contenido, viejo, desgastado. Magnífico.