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España España · Getxo (Bizkaia)
Voto de Rober:
7
Drama Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y ... [+]
28 de agosto de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert Mulligan empezó haciendo TV y de allí, con un grupo importante de directores (Frankenheimer, Sidney Lumet..) pasó a la gran pantalla. Fue un director, en cierta medida, independiente y salvo un par de excepciones, no logró títulos excesivemente sonados.
Su mayor éxito de crítica y público, fue precisamente "Matar a un ruiseñor", adaptación de una exitosa novela homónima.
Podemos diseccionar el film en tres sub-argumentos:
- Los niños, la relación con su padre y su apertura al conocimiento.
- Una historia de racismo coherente con el tiempo y el lugar: Años 50s en el sureño Alabama.
- Una historia de misterio. Un joven retrasado mental maltratado y escondido por su padre.
A pesar de ser el hilo conductor (y en contra de muchas opiniones), la historia de los niños es la parte más floja de la película. La primera hora de la película está casi integramente dedicada a los niños y la relación con su padre. Llega un momento en que el ritmo se desinfla. Y entonces nace la historia del negro acusado de violar y pegar a una joven; y entonces, el film despega. El misterioso hombre escondido en su casa aparece de vez en cuando (realmente no se le ve hasta el final) y añade un toque de misterio y ensoñación.
Pero realmente en el centro de todo está el padre de los niños, Gregory Peck, ese hombre bueno y tranquilo, ese héroe cotidiano. La interpretación de Peck es perfecta. Es un hombre normal, incluso demasiado normal a los ojos de sus hijos (es viudo), pero que en todo momento actúa de acuerdo a unas profundas convicciones. Al final es reconocido por todo el mundo, especialmente por sus queridos hijos.
El film se desarrolla con una gran placidez. Sobre todo al principio, parece que asistimos a una pelicula infantil al estilo de Tom Sawyer o Huckelberry Finn. Realmente los niños observan a los adultos y viceversa.
Estamos ante una película que puede recordar a Frank Capra. Se destila como una necesidad de reconciliarse con la condición humana. Parte de la bondad de practicamente todo el mundo. Es extraordinaria la frase que dice "no juzgues a nadie hasta que no hayas andado un buen trecho con sus propios zapatos". Es la bondad innata de hombre solo corrompida por las circunstancias.
Y una de esas circunstancias es el racismo; pero es un racismo que "surge" de forma natural en aquel entorno. No es disculpable pero es entendible. No son malas personas (por ejemplo, el jurado); simplemente han "mamado" eso.
Mulligan hace una película muy contenida, sencilla, no busca el arrebato fácil ni la lágrima del espectador. Contiene un alegato contra los tribunales, contra la institución del jurado, pero la culpa es de la ignorancia no de la maldad.
En fin, la película despliega amor (¿quizá excesivo amor?)
Rober
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