Antes de pasar a mi crítica o comentario, contra mi habitual protocolo, que suele ser a la inversa, he leído lo que dicen de "La mujer de la arena" mis colegas en estos menesteres de: "decir lo que uno piensa por si a alguien le interesa". Pocas veces he estado tan de acuerdo, en general, con sus opiniones impagables por gratuitas (en el buen sentido). Sus palabras me han servido para refrescar la memoria de una película que hacía mucho tiempo había pasado por delante de mi, pero que la acumulación de los días y los agentes metereológicos habían enterrado, precisamente, con toneladas de arena; y he aquí que también yo me pongo a retirar a paladas millones de granitos y encuentro aún bien conservados a esos protagonistas metafóricos de la mayoría de los seres humanos, entre los que me incluyo.
Entre estos simbolismos y alegorías, de calado universal, se hubieran encontrado muy a gusto gente tan especial como nuestro Luis Buñuel y, efectivamente, el gran portavoz de la mediocridad, el sin par Franz Kafka.

El inconveniente de conocer, por adelantado, las argumentaciones de los otros, sobre todo si son buenas, es que tú te quedas sin ellas, a menos que caigas en el error de repetirlas o en la suma comodidad de suscribirlas. Por una vez voy a hacer lo que no debiera, tumbarme en el sofá y decir amén. Leed a mis amiguetes que merece la pena y os resultará muy útil para entender una más que interesante obra filosófica sobre el sentido o sinsentido de la vida.