Haz click aquí para copiar la URL
España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
8
Drama En los montes cerca de Piacenza, en un chalet antes lujoso y actualmente en ruinas, vive una familia burguesa casi totalmente aislada. La madre tiene cuatro hijos, está ciega y no se ocupa de su educación ni de la administración de la casa. En cambio, Augusto, el hijo mayor y jefe de familia, parece estar siempre pensando en el momento en que se marchará de esa casa. Sus hermanos Alessandro, Leone y Giulia muestran trastornos mentales. ... [+]
22 de diciembre de 2018
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Indudablemente, aunque no lo estimaran así los tituladores hispanos, no es lo mismo tener las manos en los bolsillos, que tener los puños. Las manos laxas en la cálida faldriquera denotan inacción; mientras que si los que se esconden apuñados son los dedos retráctiles, la cosa comienza a resultar inquietante; este apretamiento oculto, suele acompañarse de una perturbadora mirada forrada de acero, y en el caso que nos ocupa, no exenta de una peligrosa y hasta cautivadora inteligencia. Alessandro es el vivo ejemplo de joven que embolsa "in tasca" dos violentas armas prestas a establecer un nuevo orden que corrija al fallido, sin tomar en consideración si el pútrido error tiene connotaciones naturales, divinas o humanas.

El joven Marco Bellocchio (26 años), parece que tenía bien claro de quién hablaba cuando decide escribir, y después rodar, sobre una familia burguesa en imparable deterioro económico y social; pero sobre todo atacada por la carcoma del aburrimiento, la enfermedad y el vacío existencial.
La casa señorial es un bunker en el que a fuego lento acaban carbonizándose las escasas ilusiones que pudieran haber caracoleado por las polvorientas estancias.
El infierno, más gris y mortecino gracias al blanco y negro, está efectivamente en la tierra y, como bien anunció Jean Paul Sartre, deberíamos saber que no es casual que la cara de sus príncipes coincida con la de miembros de nuestro círculo y del vecindario.

Maravillosa ópera prima alumbrada por una lucidez que no se corresponde con la edad del autor, que ha seguido en una trayectoria más que meritoria; aunque la crítica haya fustigado a Bellocchio injustamente por no conseguir, según ellos, los niveles de excelencia de sus inicios. Los "reduccionistas", y entre los "cítricos" del cine abundan, quemarían cualquier manifestación artística que estuviera por debajo de la obra maestra. Por tanto: Orson Welles debería haberse quedado quietecito después de Ciudadano Kane; Sidney Lumet tuvo la desvergüenza de seguir después de Doce hombres sin piedad; Kubrick tendría que haberse muerto tras Senderos de gloria y Luis Buñuel retirarse a un monasterio de clausura cuando concluyó, en 1950, Los olvidados.
Sinhué
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow