Lección magistral de cómo para entretener no son imprescindibles efectos especiales, ni espléndidos paisajes azotados por el viento huracanado, ni esculturales señoritas mostrando prendas íntimas o lo que hay bajo las prendas, ni animales salvajes en plena estampida, ni tomas aéreas..... . Para mantener el interés del que mira y escucha es suficiente con un buen guión y la naturalidad en el movimiento de la cámara; porque una buena historia puede transcurrir en 30 metros cuadrados, con una sola ventana abierta, la de la imaginación.

El que no llega, por estar de cuerpo presente, y una cuerda, testigo entre la vida y la muerte, son las excusa que se busca en esta ocasión Alfred Hitchock para contarnos quienes son, porqué y hasta cuando, los que conocieron al protagonista de un macabro juego que tiene que ver con la criminología y la búsqueda del supuestamente inalcanzable crimen perfecto.