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España España · Cáceres
Voto de Sinhué:
7
Drama En una terraza de Roma se reúne un grupo de personas. Algunos son amigos, otros conocidos y otros se acaban de conocer. Todos son intelectuales y pertenecen a la clase media. En una de esas reuniones se encuentran Enrico, un guionista en crisis, Amedeo, un productor, Luigi, editor y periodista, Sergio, un ejecutivo de TV, Galeazzo, que acaba de regresar de Venezuela, Bruno, productor de anuncios de TV, y Mario, un diputado del Partido Comunista. (FILMAFFINITY) [+]
26 de enero de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace aún una semana que nos dejó, intuyo, una buena persona. No le conocía personalmente pero le sentía muy próximo. Sus películas siempre me transmitieron vivencias, realidades y sentimientos con los que no era dificil identificarse y aunque algunas habrá más redondas que otras (para mí el orden sería: Una jornada particular, Una mujer y tres hombres, Brutos, feos y malos, La familia.......), lo cierto es que el espíritu y la curiosidad del hombre que duda y no deja de hacerse preguntas, está en todas. Ettore Scola ha muerto a los 84 años y es una lástima, y una injusticia, porque cuando la de la aguadaña hace sus cálculos debería ser más razonable, y en la media incluir también la edad mental, de forma que gente como el insigne italiano estaría aún lejos de su hora.

Como buen escritor a Scola en muchas ocasiones le gustaba transitar terrenos conocidos, en los que la pluma se desliza más fácilmente y los personajes ya están esbozados y prestos al diálogo, la diatriba, el poema o el chascarrillo. La terraza es un ejemplo de escenario familiar: copas con los amigos, cotilleos inmisericordes, medias verdades, amores que fueron y amores que pueden ser, lealtades traicionadas, secretos a voces, principios políticos pisoteados, dramáticos cuernos y cuernos de opereta.... La terraza, una vez más, en manos del realizador de Trevico, es una lánguida mirada a los estragos del tiempo y una desesperanzada huida hacia adelante, más cerca del despeñamiento que de la salvación. Porque el hombre que creía en el ser humano y en sus valores, no conocía la existencia de tierras fértiles en las que sembrar con garantías la frágil semilla de la solidaridad.
Sinhué
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