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España España · Valencia
Voto de Arakiri:
8
Drama Dos monjes viven en un monasterio aislado. Bajo la atenta mirada del más viejo, el más joven ve pasar las estaciones de la vida. Primavera: un niño monje se ríe de una rana que intenta librarse de una piedra que tiene en la espalda. Verano: un monje adolescente conoce el amor. Otoño: un monje de treinta años intenta hacer algo que va contra su naturaleza. Invierno: el monje está próximo a la vejez y alguien llega al monasterio. ... [+]
25 de febrero de 2007
18 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre las montañas, en medio de un valle, rodeado de riachuelos y empinados picos rocosos, yace un lago custodiado por el ojo de Buda. Sobre el lago, un templo flotante navega llevado por el viento. Una campanita de metal tintinea, el hombre sagrado inicia su día despertando a su joven discípulo, quien sólo tiene cinco años. “Primavera, verano, otoño, invierno...y primavera” cuenta la vida del joven y rebelde discípulo usando cinco episodios de su vida que transcurren en el enigmático templo, se narran las desventuras del discípulo con tomas largas y lentas y grandes ángulos que lo hacen sentir a uno como sentado junto al lago viendo el devenir de la vida de los dos monjes. Los diálogos son limitados a los justamente necesarios y la comunicación se apoya más en los gestos de los actores, en sus miradas, en su forma de moverse, en la intensidad de remado mientras navegan desde el templo hasta la orilla, en el rasgar del cuchillo contra la madera, contra la carne.

Ki Duk Kim, como en sus mejores películas, con pocos personajes y menos diálogos, (cada una de cuyas escasas líneas de diálogo contiene una enseñanza), nos da una verdadera lección de humildad y paz interior, con imágenes bellísimas llenas de poesía, pero no exentas de crueldad y dolor.
Una iniciación a la vida del maestro al discípulo plena de enseñanzas positivas acerca del respeto al ser humano y a la naturaleza (primavera), de la necesidad de desprenderse en la medida de lo posible del instinto de posesión, tanto de objetos como de personas, base, según el maestro, de la violencia que puede llevar al crimen (verano). Más tarde, acorde con su climatología, el otoño y el invierno darán lugar al dolor y el sufrimiento, para más tarde finalizar de nuevo con la primavera, estación donde el alma se asienta y serena tras recoger lo que la vida nos ha dado a través de los años y la vida se renueva en todo su esplendor.
Una película, que se debe ver con respeto pues a los occidentales se nos escaparán no pocas claves, pero la esencia de la historia no puede quedar más clara. Eso sí, hay que estar preparado para aceptar el “tempo” de la narración, el ritmo, nada rápido aunque estén continuamente sucediendo hechos, a cada cual más importante.
Arakiri
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