6 de agosto de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo por ver la escena del río, merece la pena visionar esta película sobre el despertar adolescente y el luminoso, aunque doloroso camino que supone saborear los primeros pasos hacia la vida adulta.
La sensibilidad, poesía y lirismo con que Techiné filma esa escena nos llevan a recrearnos en la esperanza de los personajes de hacer con cada una de sus vidas una travesía intensa, pura e inocente. La capacidad del director de reconocer y mostrar un momento sublime es muy loable. Momento con que los personajes alimentan su mundo interior y se resarcen en él. Pues al fin y al cabo saben que esos son los "momentos" y que estarán volviendo a ellos una y otra vez el resto de sus vidas.
El filme quizás peca de una narración lineal correcta en la que el orden de los acontecimientos pierden fuerza, claro que cuando acaba la película nos damos cuenta de que esa fuerza se pierde en función de mostrar la emoción vital de unos personajes que desean vivir y experimentar y no hay nada que se acerque más que eso a la vida.
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