Aquí metieron la pata los hermanos Coen. El film es una suma de talentos desperdiciadas por un punto de partida erróneo: no basta enhebrar episodios vagamente parecidos a la Odisea para elaborar una relectura de la obra de Homero, en la América Profunda o en la Corea del Norte. No se trata de invocar respeto para los clásicos: se trata de exigir a cambio algo más que chistes vacuos. Que John Goodman aparezca con un parche no lo convierte automáticamente en un cíclople, y las sirenas no son sólo chicas en remojo. Si Barton Fink es una reflexión sobre la angustia de la creación es porque sus mimbres son más sólidos, no porque se acoja a un referente más prestigioso. Y no conozco más alto valedor que Homero, pero eso no basta. A ratos ridícula, cosa que no suele pasar a los Coen (excepto en El gran Lebowski) A pensárselo un poco más, majetes, y no ser tan ligeros de cascos. Clooney, bien, y Turturro.