Algunos actores tienen hipertrofia muscular y algunas películas tienen hipertrofia visual. Es normal que el cine, que se nutre de la imagen, conceda una gran importancia a la formulación visual de sus propuestas. Es lógico que todo ello se multiplique cuando el referente de un film sea un comic y no una obra de teatro o una novela, con sus decenas de miles de palabras. Es normal y es lógico pero no es deseable. El cine, al menos desde 1929, es sonoro y tiene diálogos. ¿Imaginan cómo quedaría To be or not to be, Ordret o El hombre que mató a Liberty Valance sin sonido? No es que 300 no tenga sonido ni que no hablen, ni siquiera que lo que digan esté mal dicho. Es que su propuesta pasa única y exclusivamente por la imagen; ni la definición de personajes, ni su interacción, ni su inserción con una naturaleza inexistente, ni la reflexión sobre un momento histórico dado se ponen en medio de una avasalladora pleitesía a la imagen. No es, aún, un signo de los tiempos: es una elección de algunos films como éste, que me parecen mancos, fallidos, incompletos.