Transformar una obra de teatro en una producción cinematográfica resulta una tarea harto complicada. Una obra teatral depende mucho del pequeño espacio disponible; eso obliga a limitar las localizaciones, los decorados y efectos visuales. Además cobra gran importancia la cercanía del público: la interpretación de los actores tiene que ser llamativa. Por tanto; el guión tiene que perder naturalidad en pos de ser mucho más poético, y se tiene que eliminar todo aquello que distraiga al público de la interpretación de los actores. Eso hace que al tratar de llevar, tal cual, una obra teatral a la gran pantalla, ésta pierda fuerza. Si se quiere hacer eso, hay que naturalizar el guión y añadir complejidad tanto argumental como técnica. Indiscreta es una obra que, como tantas otras, sobre un escenario debe de ser muy buena, pero que sobre el celuloide pierde muchísimo.

La historia cuenta como una famosa actriz y un apuesto hombre de negocios se enamoran mutuamente. Cuando parece que esta pareja dara lugar a una de las más apasionadas historias de amor de Hollywood, resulta que el apuesto caballero está casado. A partir de ahí, se mezclan las ansias de ambos por estar juntos y un montón de pequeñas mentiras.

Al haber querido trasladar una obra teatral al cine nos queda una película muy sencilla desde el punto de vista de la historia que cuenta: por suerte, el guión resulta bastante natural sabiendo origen. Como puntos negativos la poca creible interpretación de Ingrid Bergman, la excesiva corrección política, y las mil y una aburridas declaraciones de amor eterno que se dan los dos protagonistas.