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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
6
Drama En el viaje de crecimiento espiritual que es necesario emprender para alcanzar la obediencia perfecta, el joven Julián es adoptado por el fundador de la orden en la que ha ingresado, Los Cruzados de Cristo; el padre Ángel de la Cruz enseguida muestra un especial favoritismo por el recién incorporado seminarista. (FILMAFFINITY)
12 de mayo de 2020
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Producción mexicana cuyo mensaje sirve como la típica denuncia contra los delitos de la iglesia formados principalmente por la corrupción de menores y la pederastia, narrado desde un punto de vista menos tremendista pero, en parte, igual de eficaz, tomando la falsa devoción hacia Dios como alteración de la bondad con la maldad, transformada en obediencia absoluta hacia los mandos superiores. Con una narración muy, muy irregular que rara vez sabe mantener el ritmo durante más de veinte minutos, Obediencia perfecta cuenta la historia del rebautizado Sacramento Santos (Sebastián Aguirre), cuyos padres deciden ingresarlo en un seminario con el objetivo de hacerlo sacerdote, donde conocerá la perversión del Padre Ángel de la Cruz (Juan Manuel Bernal), perversión enmascarada de amor y tutoría personalizada. Siendo un drama tan común en películas de corte eclesiástico, visto en numerosas ocasiones como, por ejemplo, Los niños de San Judas (Aisling Walsh, 2003), se me presenta difícil la concepción de este tipo de historias focalizadas en una única relación entre dos personajes, excluyendo a todos lo demás que solo sirven, en momentos muy concretos, de refuerzo del tema principal en algunos puntos de la trama, creando así una narración lineal libre de nudos adicionales que pudieran presentar otras tramas, siendo así que me parece intolerable que no sepa regular el ritmo en ningún momento referente al argumento. Es curioso que, de hecho, a través del montaje se ofrezca una separación capitular que generalmente sirve para guiar la historia y remarcar las ideas básicas en las que se asienta, aquí, separadas en fases de obediencia, pero está muy lejos de conseguir el efecto deseado. Las técnicas cinematográficas que baraja son algo interesantes desde un punto de vista religioso, empleando planos simétricos como metáfora del equilibrio y la Cruz de Cristo, así como muchos desenfoques intencionados para la captación obligada de la atención del espectador en un punto, haciendo un símil con los sentimientos del protagonista y esa obediencia obligada recalcada de obnubilación. A nivel interpretativo están todos muy correctos, haciendo mención de Juan Manuel Bernal como Padre Ángel y de Juan Ignacio Aranda como Padre Galaviz que, aún siendo un personaje muy secundario, el actor acentúa el efecto visual que Luis Urquiza, director de la cinta, pretende dar desde la entrada de Sacramento en el seminario. La banda sonora es muy tópica, sin nada que recalar, hasta tratando de producir el efecto contrario con Sympathy For The Devil de The Rolling Stones en cierta secuencia, es un tema tan obvio para tratar temas religiosos que ha estado muy lejos de impresionarme. Es una película bastante entretenida que, teniendo un buen guión basado en hechos reales, podría haber estado bastante más correcta en ejecución y forma.
Tiggy
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