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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
6
Acción El Mariachi, un misterioso guitarrista, vuelve para vengar la muerte de su amante y la mutilación de una de sus manos. Sin embargo, cometerá un nuevo error: relacionarse con Carolina, la dueña del café-librería de un pueblucho dominado por una banda de traficantes de drogas. Ella, al conocer al Mariachi, comprende que su destino va a a cambiar. Juntos desafiarán a la banda de Bucho a un duelo sangriento. (FILMAFFINITY)
25 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras el éxito que supuso El mariachi en 1992, Robert Rodríguez renace a su personaje en forma de leyenda tres años más tarde, donde se encargará de dar muerte a aquellos que, por sus órdenes, desembocaron los trágicos sucesos en la anterior entregas.

El director nos vuelve a presentar al protagonista en el planteamiento, esta vez, desde un prisma diferente con una personalidad radicalmente cambiada, con la razón para seguir viviendo surgida del pasado: la venganza, a través de una introducción del personaje narrada a modo de analepsis narrativa desde el personaje encarnado por Steve Buscemi. Siguiendo la misma estructura cíclica que su precuela, Rodríguez, con más medios, escenifica una historia de vendetta donde la acción funciona como primer plato, condimentado con un pequeño romance, aliñado con toques de redención y refinando su estilo sin perder su esencia natural.

Contando con un presupuesto mil veces más grande que su anterior filme (7.000.000 $), se nos presenta una producción más ambiciosa sin que los elementos serie B propios de su cine desaparezcan, no escatimando en impresionantes escenas de acción, género principal de la película, con un despliegue técnico realmente apabullante que aprovecha para realizar técnicas de grabación más profesionales, más limpias y con una innegable gran labor de posproducción, como grandes efectos especiales que adereza las secuencias de acción desde el punto de partida inicial hasta el desenlace. Gracias a esa cantidad de presupuesto, Rodríguez se rodea de grandes estrellas del cine, así como la utilización de una excelentísima banda sonora, sustituyendo quizás erróneamente a Carlos Gallardo, El mariachi de la primera entrega, por Antonio Banderas y contratando a actores más internacionales como el ya mencionado Steve Buscemi, Danny Trejo o Salma Hayek, elenco que será muy recurrido en su filmografía posterior. Su socio, Quentin Tarantino, del que tanto bebe el estilo del cineasta tejano, no solo colabora en esta producción, sino que tiene un pequeño papel cuyo diálogo está claramente escrito por él mismo.

El argumento está basado en un guión más lento, y algo más sosegado, en parte gracias a la capacidad de poder alargar el metraje gracias al presupuesto, aún tomando una estructura que sigue la única línea narrativa del protagonista excepcionando los momentos de inflexión utilizados para conocer mejor al antagonista, Bucho (Joaquim de Almeida), y su forma de proceder mostrando los rasgos de una personalidad sociopática. Los diálogos son simples para un seguimiento fácil de la trama que también permita esos momentos de tensión previa a las escenas de acción y el remanente de poder otorgar ciertos giros argumentales que, aunque predecibles, es algo que se agradece.

Las interpretaciones no se muestran especialmente buenas, destacando a Antonio Banderas dando una histriónica interpretación de El mariachi, personaje que pide todo lo contrario: frialdad, reserva, sosiego, y, por supuesto, sin perder el espíritu latino, siendo esto último lo único que transmite el malagueño. Por otro lado, siempre es un placer viendo a Steve Buscemi (Buscemi) haciendo de secundario y al grandísimo Danny Trejo (Navajas) , actor imprescindible para hacer de secundario en este tipo de películas. Tito Larriva, perteneciente al legendario grupo Tito & Tarántula también tiene su pequeña aparición como Tavo.

La depuración del estilo de Rodríguez es obvia por las imposiciones de Columbia Pictures (aunque sigue colaborando con Los Hooligans Productions), pero eso no lo exime de marcar una ritmo escénico raudo a través de movimientos rápidos de cámara y cambios de plano con especial enfoque en los focos centrales de la acción, no dejando nada fuera de campo, y una gama pictórica basada en colores que evocan el wéstern (marrones, negros y rojos oscuros), así como muchas de sus bravuconadas clásicas con explosiones grabados con planos generales de conjunto frontales, como en la mítica escena de Campa (Carlos Gallardo) y Quino (Albert Michel Jr.), o muchos flash de planos detalle sobre las armas para enmarcar esa habilidad armamentística de El mariachi.

La banda sonora, a cargo de Los Lobos, no podría ser mejor escogida para una película de esta temática, con canciones que van directas al recuerdo como Canción del mariachi acompañando ese increíble número musical que sirve como contrapartida expositiva del trasfondo del protagonista. También posee temas muy significativos provenientes de artistas de la talla de Carlos Santana, Dire Straits o los ya citados Tito & Tarántula, música que será muy corriente en las películas de Rodríguez.

Por último, se debe mencionar la creación de varias metáforas visuales, como la del personaje de Buscemi materializando la conciencia de El mariachi o la figura del joven niño cuyo deseo es ser mariachi, recuerdo constante del quebranto de personalidad que sufrió el personaje de Banderas en el pasado, funcionando también como reflejo abstracto de sí mismo.

Una muy entretenida película de acción que se debe ver, aunque sea, por la música que acompaña esta épica aventura de venganza en el salvaje pueblo de Santa Cecilia, México. Veamos cómo cierra Rodríguez su trilogía de El mariachi con El mexicano. (6.5).
Tiggy
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