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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
8
Drama. Romance Michel es un carterista que no roba por necesidad como tampoco lo hace por vicio; no es cleptómano, roba para darse a sí mismo un valor, porque el robo es el medio de expresar sus sentimientos. (FILMAFFINITY)
19 de marzo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es algo más (o algo menos) que una película; es un documental moralizador, una clase impartida por un filósofo, Robert Bresson, y pilotada por un sofista, Michel (Martin LaSalle) y ambos, tomando la delincuencia como hilo conductor, retratan el surgimiento del amor en segundo plano, siendo la necesidad del alegato el eje sustentador del film. Bresson detalla explícitamente en esta cinta el funcionamiento de los carteristas, del hurto, y su justificación irracional para estos actos incívicos, basándose en un pensamiento nihilista que extrapola al protagonista. Trato esta cinta como documental por su ausencia casi total de elementos cinematográficos; carencia simbológica, enfoques fijos, interpretaciones austeras (sus actores no fueron profesionales), planos inmóviles y, por lo comentado anteriormente, retrata una realidad sin artificios, sin tretas, sin divagación ni pretensión, lo cuál otorga un realismo extremo, pareciendo como si el director hubiera salido a la calle, cámara en mano, para seguir la vida de un individuo aparentemente corriente. Bresson explota todo su genio artístico en las secuencias de hurto, increíblemente poéticas, calculadas al milímetro y haciendo las delicias del espectador con una BSO excepcional, compuesta por Jean-Baptiste Lully. Las interpretaciones son certeras, reducidas a la súma impasibilidad, lo cual casa majestuosamente con la forma en la que está rodada la película. Me refiero a la impasibilidad porque sus interpretaciones son simplificadas a gestos, muecas fatigadas que lo expresan todo y que, cuando no pueden, se valen de cortas pero concisas líneas de diálogo para apoyar y explicar sobre mínimos lo que las imágenes no pueden transmitir. Destaco contundentemente la interpretación de Marika Green (Jeanne), que, con una belleza inocente y una mirada desolada, consigue transmitir un sentimiento de pesadumbre en el espectador en poco más de dos fotogramas. Cabe mencionar la influencia inexorable del clásico alemán M, el vampiro de Düsseldorf, recreando en esta, una vez más, la imposible corrección de las mentes enfermas. Grandísima película francesa que muestra lo convencional de una forma poco convencional, o lo poco convencional de una forma convencional, con una gran carga moralizadora e incluso esperanzadora, todo ello condensado y minimizado en 75 minutos que te harán ver la pureza de la precisión.
Tiggy
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