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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
5
Thriller. Drama La vida de Norval (Elijah Wood) está siendo difícil. Mientras vive con su madre entra y sale de terapias de rehabilitación relacionadas con el alcohol sin rumbo aparente. Un día recibe una carta de su padre solicitando una visita y no se lo piensa dos veces: acude rápidamente a su casa, convencido de que reunirse con él llenará el vacío emocional que lleva sintiendo desde su adolescencia. Sin embargo, al cabo de poco tiempo Norval ... [+]
20 de julio de 2020
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Este tipo de películas que buscan un exclusivo entretenimiento fugaz y vivaz siempre son bien recibidas, ya que tratan de eludir los convencionalismos que ha adoptado el cine de género estos últimos años, llegando a recordar a clásicos del estilo que fusionaban comedia negra con terror. Con esta producción del debutante neozelandés Ant Timpson el problema principal surge de su principal virtud: tratar de sorprender de manera gratificante al espectador a raíz de secuencias jocosas que desmoronan un planteamiento muy interesante para dar paso a una factoría de hilaridades insustanciales que reducen la narración a algo insustancial y olvidable. Ven con papá recrea el popular drama de un hijo abandonado por su padre, deseando este último recuperar su relación tras años sin verse. Pero las cosas no son tan fáciles como parecen y lo que parecía un feliz reencuentro, se convertirá en una traumática pesadilla para el bohemio Norval Greenwood (Elijah Wood).

Más que los géneros en los que se encasilla (comedia negra y terror), es mejor recibida como thriller con dulces toques de gore que compadrean con la estética oscura empleada. El humor que se usa más que asimilarse a la escabrosidad que habría de esperarse, adopta unas formas absurdas y surrealistas, como las conversaciones con el policía y la forense, que me sacan completamente de la película. Sí que es cierto que, después del planteamiento, hay un pequeño arco que sí posee elementos del terror, bien empleados cuando Norval queda solo en casa, pero no alzan el vuelo y son metidos en el baúl del olvido poco tiempo después de su aparición. El drama paterno-filial funciona a ratos, ya que crea secuencias absolutamente anticlimáticas, y no da tiempo a empatizar ni con el conflicto de Norval, ni con su padre.

El guión, que en ocasiones tiene rumbo y en otras parece un perdido sin rumbo, consigue enganchar hasta cierto punto. Adaptando la idea del propio director, Toby Harvard coge el esquema de Funny Games (Michael Haneke, 1997 ó 2007) para construir el planteamiento y transmitir esa sensación inquietante, hasta oscura, que se respira a través de la antítesis que supone Norval con su padre, Gordon (Stephen McHattie), y la extravagante personalidad airada que mantiene este segundo, augurando la tragedia y manteniendo la tensión con un ritmo muy adecuado. Pero todo ello comienza una caída libre hacia la indiferencia desde el giro argumental que funciona como obertura del desarrollo, claramente influenciado por Parásitos (Bong Joon-ho, 2019), y que rompe todo lo conseguido por unos espléndidos primeros veinte minutos.

Con una técnica bastante artística, basándose mucho en los colores llamativos con contrastes de oscuridad, Ant Timpson realiza una pequeña crítica al drama del alcoholismo desmenuzándolo en diferentes edades, personalidades y perspectivas vitales enfrentando los dos pilares de su película, padre e hijo: Gordon y Norval. Esto es otro aspecto que rápidamente se descarta, dejando a su paso algún que otro agujero de guión o nudos cuya resolución se antoja más fácil de cómo se desenvuelve, quitando mucha veracidad y alargando un conflicto poco satisfactorio para una sentencia tan brusca. El director sabe desenvolverse muy bien en interiores, alternando planos fijos con grandes angulares para que podamos visualizar toda la acción, conociendo la posición exacta que deben tomar los actores en plano para que toda la atención fluctúe limpiamente hacia ellos, sin distracciones y sin dejar nada fuera de campo. La escena del motel, por ejemplo, está muy bien rodada. Cuando es en exteriores, sabe emplear muy bien la fotografía de Daniel Katz para dar esa sensación de profundidad a la escenografía, y de vacío al personaje de Norval.

Por otro lado, la música de motivos asiáticos, también intuyendo la importancia que tendrá Bangkok en el relato, funciona a ratos, la mayor parte confundiendo el tono estético con el trasfondo argumental. Esta elección a cargo de Karl Steven podría haber estado mejor acertada con más variedad musical.

Elijah Wood, al igual que actores encasillados en primeros papeles con los que saltaron a la fama como Daniel Radcliffe o Robert Pattinson, se sale de su zona de confort con películas de un corte más experimental, incluso arriesgado, ofreciendo grandiosas interpretaciones, como es el caso. El resto del elenco está más bien normal, destacando al ya mencionado Stephen McHattie e incluso a Michael Smiley como el pintoresco Jethro, aunque podría haber dado algo más de sí.

Tiene tantos pros como contras, todo producto de algo de presunción a la hora de intentar traer un producto hilarante y sangriento, pero quedándose a mitad de camino. Aún así, es un película entretenida, y una buena opción para pasar el rato sin grandes relatos que requieran pensamientos más profundos.
Tiggy
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