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España España · Madrid
Voto de mato:
10
Comedia. Drama. Romance Un viaje de Londres a la Riviera francesa hará que Joanna y su marido Mark revivan los románticos comienzos de su relación, los primeros años de su matrimonio y sus respectivas infidelidades. Con el paso del tiempo los dos han cambiado, por lo que tendrán que enfrentarse a un dilema: separarse o aceptarse mutuamente tal como son.
14 de marzo de 2009
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces uno tiene la oportunidad de ver dos pelis en una. No dos pelis cualquiera, dos pelis opuestas, dos pelis que representan modelos antagónicos, referentes culturales radicalmente distintos. Dos en la carretera da esa oportunidad. Y nadie la debe perder. Nosotros ayer no la perdimos.

1967. El cine clásico estaba a punto de morir. El cine de autor estaba a punto de nacer. Ahí aparece Dos en la carretera, a caballo entre uno y otro, pero montado en los dos. Sí, porque Stanley Donen no se queda en las medias tintas, opta por los dos de manera radical.

Del cine clásico, toma el conflicto claro, el entretenimiento, el humor físico, el gusto por la estructura precisa, el protagonismo claro de una pareja, los actores carismáticos, la coreografía, el diálogo indirecto, la dirección artística, el glamour que proporciona posteridad.

Esto ya hubiera bastado para configurar una obra maestra, para hacer un Sabrina o un Vacaciones en Roma. Pero no bastaba para hacer una obra diferencial, majestuosa, mítica, única. Necesitaba otra cosa. Unirse a la Nouvelle Vague, a la profundidad y a la radicalidad en la apuesta, a la dureza de no tomarse las cosas nada a la ligera, a la perdurabilidad.

Y del cine de autor, tomó la fuerza, la bestialidad de su pesimismo, el silencio brutal que genera cada frase repetida como una puñalada, la apuesta por un solo tema al que explotar hasta hacer que él explote.

La suma de ambas dio la mejor película de matrimonios de la historia. Una película que en sí misma es una lección tan brillante que uno no la quiere aprender. Aunque una vez que la aprende, aprende a quererla, a valorarla.

Yo ayer la vi por tercera vez. Pronto habrá una cuarta.
mato
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