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Chile Chile · Santiago
Voto de rodolfo:
9
Drama Nick (Peter Falk) tiene que cargar con la responsabilidad de cuidar a su mujer (Gena Rowlands) que padece inestabilidad emocional. Lucha sin descanso para mantener un ambiente de normalidad a pesar del anormal comportamiento de su mujer; sin embargo, llega un momento en que la situación afecta a sus hijos, de modo que no tendrá más remedio que tomar ciertas medidas. (FILMAFFINITY)
13 de diciembre de 2008
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la historia de una mujer a la que se acercan los niños. Su reino es el de ellos. Y es desde ese reino desde el cual el personaje central de esta película es desbordada continuamente por sus emociones. Esas que la precipitan continuamente hacia quienes la rodean sin cálculo alguno.
No es una mujer que pertenezca a este mundo. Y las temperaturas que oscilan en ella terminan por chocar con la tibieza de este mundo. Porque a Mabel le tocó vivir en un mundo tibio. Un mundo que tiene miedo de bailar o de gritar porque sí, o de imitar la muerte de un cisne mientras se ríe y se juega pues se sabe que a esa muerte a de seguirle una vida distinta.
Cassavetes construye así en esta película un retrato maravilloso. Y, a pesar de lo dispersa que pueda parecer a primera vista esta película, este director le otorga una dirección precisa, un sentido que se construye a través de los otros personajes que aparecen en el film: un marido que lucha por dominar el amor que siente por su mujer mientras lucha con su propia inestabilidad, un par de abuelas que ejercen una extraña fuerza en la pareja, tres hijos que parecen ser los únicos que desempeñan un papel más apegado a lo que entendemos por realidad.
Cassavetes nos muestra así a sus personajes como si no tuviesen piel para cubrir sus emociones. Y propone con esto el cuestionamiento constante sobre la necesidad de cubrirlos, de ocultarlos. Mabel debe aprender a no emocionarse demasiado. Nada de emociones, le enseñan. Conversar por conversar, le dicen. Sólo eso. Hablar sobre el tiempo… ¿cómo estás?... Eso es todo.
Pero ya dijimos que esta es una historia de una mujer a la que se acercan los niños. Y esta mujer no sabe entibiar sus emociones. No puede preocuparse por contenerse a sí misma. Y es por eso una mujer que impulsa a ser amada. Y por amarla es que duda su marido y dudamos también algunos espectadores cuando ella viene con su desequilibrio lleno de vida y nos invita a bailar.
¿Y saben una cosa?
Dejémosla bailar.
Y aceptemos esa invitación a morir dulcemente en ese baile, y a sentir el placer de levantarse suavemente luego que cese la música.
rodolfo
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