Una auténtica obra maestra de un gran director, que trata todas sus películas con una inusual crueldad y sin cortarse ni un pelo, en sus películas no hay cuentos de hadas, todo acaba chocando con una realidad brutal.
Esta película es un auténtico duelo interpretativo entre Sean Pean y Tim Robbins (que aquí esta totalmente perfecto) es fascinante lo que Eastwood hace con un trauma de la infancia, la manera de retratar al personaje frente a la sociedad y a sí mismo, no da tregua en este tema, todo lo que rodea al personaje de Robbins lo ve desde la perspectiva de lo que le sucedio y lo condena por eso, no da cuartel, esto es tremendo, le hace perder su humanidad desde ese suceso, es como si dejara de existir en ese momento mismo, toda la película es una condena, como para representar lo que sufre ese personaje, para decirnos lo que es un trauma, todo esto lo encierra entre una trama policíaca, pero no hace desaparecer ese sentimiento. Esta es una película dura a decir verdad durísima, que a mi me choco muchísimo y siempre que pienso en ella me doy cuenta de lo cruel que es.