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Voto de Ismael Alzola:
9
Ciencia ficción. Thriller El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
10 de abril de 2020
4 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Hay tres clases de personas: los de arriba, los de abajo y los que caen”. Y ahora empezamos con la lectura de lo que uno puede ver: la lucha de clases y las condiciones sociales de las mismas. La película está muy bien dirigida, con planos magníficos que demuestran la semiótica argumental que describe a la perfección lo que se quiere contar. Y cómo se cuenta...de locos. Las actuaciones son soberbias, sobre todo la de Antonia San Juan, que nunca pensé que fuera a demostrar que tiene talento más allá del simplón papel por el que se le conoce en “La Que Se Avecina”. Aviso que más que una película de suspense parece un thriller documental, si es que no lo es ya. Sin embargo, prefiero dejar las terminologías de género aparte. Hay un mensaje claro, que es difícil de no concebir a menos que no haya una conciencia de clase ni de cultura, pero algo chirriará en cualquier espectador. Y hablamos de la importancia del espectador como modus operandi de un ensayo social que se exterioriza de forma brutal. Nosotros, como espectadores de un producto de consumo como Netflix, estamos lejos de ésta construcción que parece ilusoria, imaginativa o incluso ficticia. Desde este sitio, el sofá de nuestra tele, nuestra cama o nuestra cocina, vemos las circunstancias ajenas a nosotros que influyen en la vida de las personas. El azar se muestra correspondiente a una clase social, aunque hayas estudiado toda tu vida para tener un puesto laboral para toda la vida o hayas tenido que currar sin descanso para llegar a fin de mes. Al fin y al cabo, el período de los 30 días para lograr nuestra remuneración económica es el pan de cada día. Lamentablemente, no siempre el pan llega calentito y tierno. A veces llega con moho, partido o mordido. Lo normal sería que después de un tiempo en el que pasas sin comer bien debido a que te ha tocado el pan más estropeado o rancio, no queda otra que apropiarte del pan de tu vecino, que si bien no está tan diferente al tuyo, al menos puedes sobrevivir. Al pasar por ese infierno, llegas a la increíble situación de que no te ha tocado un pan muy bueno y caliente, sino que encima tienes queso y jamón para hacerte un bocadillo para todo el día. Lo normal sería que te zamparás el bocadillo y te quedarás con la barriga llena. Pero lo raro es que decides compartir con los vecinos, dado que ellos tienen el pan bastante duro y poco comestible. Cuando llegas a la última casa, después de haber pasado por los mayores obstáculos que nunca pensaste encontrarte, ves que hay un niño que tiene hambre y no tiene nadie quien le cuide. ¿Y qué haces? Pues le das todo aquello que es indispensable para que nunca le falte pan en la mesa ni falta de recursos económicos cada 30 días para que tenga una vida digna. En resumen, un bonito mensaje que se puede convertir en una utopía social, y desde luego lo es. Porque es muy raro que tu compañero de trabajo se sacrifique contigo para luchar por lo justicia laboral y social que se merece. Es raro que una persona ayude a otra excluida ya sea por género, clase o raza para que ambos sean aceptados en igualdad de condiciones y posean los mismos derechos y oportunidades. Lo normal, desde el sillón de casa, es ver que es más cómodo decir que la vida es muy dura y twittear lo mal que estás porque no tienes dinero para comprarte un nuevo Iphone, o qué tu novi@ no te regaló aquello que tanto te gustaba, o que estas muy enfadad@ porque te pusieron un 6 y tu merecías un 9 en un examen de Universidad. Pero al otro lado de la pantalla hay una realidad tan objetiva para el sujeto anclado en la explotación capitalista de hoy día y tan subjetiva a la vez para aquella persona acomodada. La clase media ya no existe, ahora sólo existen aquellos que viven una vida plena y son capaces de devorar todo lo que toquen y aquellos que viven cada día deseando que alguna vez puedan decidir con seguridad si pueden acceder a algún lujo que no les haga despilfarrar lo máximo que tienen, que no es mucho. Si la realidad cambia, será gracias a las mentes mas jóvenes, con toda una vida por delante para luchar por la justicia social y por ser el mensaje que todo aquel que viva bajo el imperio de la clase necesite. Un mensaje de esperanza social en un mundo consumido por la avaricia, la traicion y el egocentrismo hacia el capital.
Ismael Alzola
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