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Voto de Tony Montana:
9
Drama. Bélico En el Japón medieval, el poderoso señor Hidetora decide abdicar y repartir sus dominios entre sus tres hijos. El menor considera que la idea es absurda y sólo servirá para causar problemas. Su padre, enfurecido, lo deshereda. Muy pronto descubrirá su error: la ambición hará que sus hijos mayores se enfrenten por el poder en una cruenta guerra. Se inspira en el drama de Shakespeare "El rey Lear". (FILMAFFINITY)
23 de agosto de 2007
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si Ford se consideraba como un mero director de westerns, no estaría de mal que Kurosawa se considerase a sí mismo como un director de películas de samuráis. Todas las películas de Kurosawa son de samuráis... en la superficie. Luego nos encontramos con enormes estudios de personajes, películas épicas a la altura de muy pocos directores en la historia del cine, y la mezcla perfecta del cine comercial y autoral. Ran es su película más personal, y, probablemente, su última gran obra, legando al arte un brillante canto de cisne. Y todo ello adaptando, de manera magistral, a Shakespeare, cosa que pocos autores occidentales, por no decir ninguno, ha logrado hacer con tantísima brillantez, y con un resultado que se me antoja inmejorable. Por ello es el director que mejor supo acercar su visión de Japón a occidente, y tomar nuestros valores adaptándolos a la cultura nipona, y por ello es el director japonés más famoso, y bajo mi punto de vista, el mejor.

Podría decirse que es la rareza de su obra, por cómo toma la película, el tono que le da. Su gran tragedia, con un tono lento, denso, es un drama, pero lo aleja de tonos íntimos y personales, y logra armar una de las últimas grandes películas épicas de la historia del cine. Pero sobre todo, a modo de tragedia griega, narra el descenso al infierno, el viaje interior de Hidetora, de forma pesadillesca, asfixiante durante la mayor parte de la película. Toda la película resume el dicho de que quien siembra vientos, recoge tempestades, y Hidetora es perseguido toda la película por sus fantasmas, aquellos que mató y que ahora vuelven para atormentarle. Tatsuya Nakadai brilla en su genial interpretación acorde con la película, de un marcado corte teatral, pues esa es la puesta en escena que elige Kurosawa, acorde teniendo en cuenta a quien adaptaba. La cinta es casi una danza, cada movimiento de los actores parece estar coreografiado. Todo ello dota a la película de una elegancia y un aire sosegado hasta el apoteósico y desolador final. Al igual que las interpretaciones, donde, aparte de Nakadai, brilla por su sadismo Mieko Harada, robando la película en las pocas apariciones que tiene Lady Akade.

La belleza plástica que consigue Kurosawa es algo extraordinario. Con unos encuadres que forman cada uno una auténtica obra de arte, Kurosawa consigue hacernos creer que realmente pinta sobre el fotograma. Las batallas están rodadas de una forma que haría enmudecer a cualquier director moderno. Batallas así sólo las rodaron Kubrick o Eisenstein, con una planificación y un dominio del montaje extraordinario, sin necesidad de efectismos, únicamente apoyado en la acción, sin movimientos vacíos de cámara. Una violencia bella y brutal. Y nunca podrá acusarse a Kurosawa de meter un plano meramente esteticista en sus películas, y por supuesto, Ran no es la excepción. Cada toma está empleada de forma inteligente, y el resultado final es pesado, denso e incómodo... como la tragedia de Hidetora. Brillante.
Tony Montana
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