Es una pena, porque de no ser por el final podríamos estar ante una película de 6 o más. Un matrimonio en crisis y que arrastra un trauma familiar se ve obligado por una avería a hospedarse en un mugriento hotel de carretera para descubrir que utilizan a sus huéspedes para filmar películas snuff.
La presencia de dos actores habituales del cine comercial hacía temer un producto tirando a convencional, pero sorprende que, una vez en harina, la trama te lleve de los pelos y no te suelte. Y, cosa importante, esta pareja no se comporta como unos completos imbéciles haciendo idioteces por doquier lo que, en filmes como este, es todo un logro. En todo momento la tensión está lo suficientemente bien dosificada como para hacer caso omiso de algunas incongruencias.

Pero llegamos al final y...se termina el sueño. No digamos que nos hace olvidar el buen/mal rato previo, pero la cosa pedía algo muy diferente. Es como si después de quitar los cinco preciosos envoltorios a tu regalo de cumpleaños, finalmente lo abres y es...un plato con la leyenda "recuerdo de Santa Pola". Un What the fuck a escala cósmica. ¿En qué coño estaban pensando?