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Voto de Ernesto Bánegas:
9
Comedia. Acción. Ciencia ficción. Fantástico Cuando una ruptura interdimensional altera la realidad, Evelyn (Michelle Yeoh), una inmigrante china en Estados Unidos, se ve envuelta en una aventura salvaje en la que solo ella puede salvar el mundo. Perdida en los mundos infinitos del multiverso, esta heroína inesperada debe canalizar sus nuevos poderes para luchar contra los extraños y desconcertantes peligros del multiverso mientras el destino del mundo pende de un hilo. (FILMAFFINITY) [+]
28 de marzo de 2023
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sucede, a veces, que la ceremonia de los Oscars decide sorprendernos y, por una vez, hacer justicia al verdadero talento. Quizá incluso lo haga más a menudo de aquí en adelante, porque toda esa serie de películas mediocres que antes podíamos ver en las salas de cine ahora se estrenan directamente en plataformas digitales que, no suelen darnos agradables sorpresas en relación a los proyectos cinematográficos que producen o nos ofrecen, salvo honrosas excepciones nos dan más bien pocas.

Curiosamente, suele tratarse más bien de títulos no hollywoodienses, como Sin novedad en el Frente, Los miserables o Sólo nos queda bailar, que quizá no podríamos haber visto de otra manera pues se trata de películas que no suelen durar en cartelera o que, si lo hacen, lo hacen normalmente con pases a los que un honrado padre de familia no tiene posibilidad de acudir.

Pero, en fin, cuál es el futuro de cine, he ahí la polémica. Carlos Boyero, se refiere a ella como una “Lamentable película, un disparate inentendible, bobamente imaginativo, pesado de ver y escuchar” preguntándose: ¿Esa cosa es el presente del cine? (https://elpais.com/cultura/premios-oscar/2023-03-13/todo-a-la-vez-en-todas-partes-esta-cosa-es-el-presente-del-cine.html). A lo que yo contestaría que efectivamente no lo es, porque últimamente resulta muy difícil encontrar una película que como ésta reúna tantas virtudes y tanto talento.

Me arrepiento de no haberla visto en salas. Tengo una tele guay y eso, pero creo que la experiencia hubiera sido mejor en una sala de cine. Confieso que la primera vez que la vi me perdí un poco, bajo la llamada del sueño y el efecto de las benzodiacepinas que tomo como buen habitante de un país occidental. No llegué a verla entera, me quedé casi en el principio, medio dormido. No era el momento.

No obstante, a pesar de todo, guardaba un buen sabor de boca y, el otro día, cuando mi mujer me preguntó si poníamos otra vez la película del Oscar pensé: Sí, por supuesto.

Y esta vez me metí de lleno en el ojo del huracán, y una lluvia de escenas e imágenes coloridas, surrealistas, icónicas, cómicas, dramáticas, emotivas e hipnóticas me sumergieron en una historia que, en realidad, no es una alternativa al cine de superhéroes ni un divertimento vacuo sino una historia sobre el amor, sobre la capacidad que a veces perdemos de ver desde los ojos que nos miran y sobre la futilidad de pensar en lo que pudo haber sido y no fue frente al disfrute de las relaciones que entablamos en una vida que es como es: complicada, insatisfactoria, injusta, hostil y carente de sentido.

A mí me pasa lo mismo que al personaje de Evelyn Wang (extraordinaria Michelle Yeoh). No de verdad claro. Pero creo que a ustedes les pasa, a todos. Al menos a todos los que todavía no hemos perdido la capacidad de imaginar. A los que un día, hastiados de trabajar o de hacer otra cosa, nos imaginamos como un actor o un escritor famoso al que alguien está entrevistando (mi sueño siempre ha sido que me entreviste Bárbara Ayuso); también nos pasa, paseando por las calles de Madrid, perdidos entre tanta gente nos sentimos como un espía en medio de una conspiración que tenemos que desentrañar a través de los movimientos de otros viandantes; como cuando soñamos que somos superhéroes o caballeros oscuros que vencen en combate a multitud de enemigos humanos, malignos o deformes.

Pasa que nuestra imaginación también se confunde con películas que hemos visto o libros que hemos leído. De ahí el pastiche, las referencias a Ratatouille o a Deseando Amar de Wong Kar-Wai que, sobrepasando la consideración de ejercicio de estilo, son devoradas por la trama, masticadas y entremezcladas. Hablo, por ejemplo, de esa conversación en un callejón en la que Ke Huy Quan le explica a la protagonista que hay más de una manera de hacer las cosas, que todos los seres humanos somos diferentes y que nos enfrentamos a la vida de diversas maneras, no siendo necesariamente más válida que una de otra.

Y me quedo, injustamente sin señalar la soberbia lección de interpretación que nos da Jamie Lee Curtis, sin hablar de todo lo que rodea al personaje de Stephanie Hsu, elogiar al omnipresente James Hong, ni decirle a Tallie Medel lo dulce que es y lo bien que le quedaría el pelo largo.

Ni señalar que esta película nos explica el multiverso mucho mejor de lo que lo hacen en el somnoliento primer capítulo de la serie Loki o que hubiera sido lo que Spielberg hubiera rodado en lugar de Ready Player One a principios de los ochenta, cuando todavía le sobraba talento.

gauzarraroak.es
Ernesto Bánegas
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