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Voto de The Wild Side:
9
Drama. Comedia Principios del siglo XVIII. Inglaterra está en guerra contra Francia. Una reina debilitada, Anne (Olivia Colman), ocupa el trono, mientras que su amiga Lady Sarah (Rachel Weisz) gobierna en la práctica el país en su lugar, debido al precario estado de salud y al carácter inestable de la monarca. Cuando una nueva sirvienta, Abigail (Emma Stone), aparece en palacio, su encanto seduce a Sarah. Esta ayuda a Abigail, la cual ve una ... [+]
12 de febrero de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
‘La gota se ha denominado «reina de las enfermedades» y «enfermedad de reyes»’ (Firestein G, 2018). Los altos niveles de ácido úrico en sangre han acompañado al ser humano desde escritos egipcios y griegos. Especial incidencia se observa en el sexo masculino que alcanza la madurez, logrando igualar cifras en mujeres cuando alcanzan la menopausia (Nuki G, 2006). La relación mas cabal ha sido con el consumo de alcohol (sobre todo cerveza y es por eso su estrecha correlación con los lujos de las más altas esferas de poder), mariscos, carnes rojas además de edulcorantes, ejerciendo un factor protector el consumo de lácteos; aunado a una alteración genética en la síntesis y degradación de proteínas, demostrado en su acompañamiento familiar. La particular afectación de la primera articulación metatarsofalángica (dedo pulgar del pie y su inflamación conocida como podagra) se puede acompañar de intenso dolor incapacitante, deformidad, aparición de tofos y lesión renal son parte del espectro de la gota. Personajes como el rey Felipe II de España, el papa Inocencio XI, el controversial rey de Inglaterra Enrique VIII, Pedro de Medici y el ‘Rey Sol’ fueron solo algunos de los que sostuvieron la batalla contra los infortunios de la gota. La reina Ana de la casa de los Estuardo, de igual manera, padecía grandes dolores e infecciones por la misma causa que le busco la muerte. Retratada perfectamente en ‘The Favourite’.

Hemos visto al director griego Yorgos Lanthimos moldear a su antojo guiones propios tan versátiles como triviales y profundos (la maravillosa The Lobster de 2015 o The killing of a sacred deer de 2017). En un respiro para su escritura y para su mente, llega a sus manos un guion original (por Deborah Davis y Tony McNamara) que narra una historia (sutilmente apócrifa) a inicios del siglo XVIII, en medio de una guerra franco-inglesa (y en medio de un estado fatídico de salud), la reina Ana (Olivia Colman) llega al trono anglosajón con su mano derecha, la implacable Lady Sarah (Rachel Weisz). Alrededor de múltiples tensiones internacionales e interpersonales, llega la prima de Lady Sarah, Abigail (Emma Stone) en una búsqueda de empleo y, principalmente, reinserción burocrática. Es así como comienza un juego de manipulación.

¿Por dónde empezar ante tantos aciertos? El guion guarda un equilibrio perfecto en vastedad, dramatismo y ácido humor que en nuestra memoria perdurarán diálogos gloriosos como los que encabezan cada una de las ocho secciones (además, como olvidar el encuentro nocturno de Abigail en su habitación o las tenues pero duras críticas de Lady Sarah al maquillaje de la reina). El trabajo de las actrices conforma el triangulo equilátero que sostiene la película por completo: lo formidable y temible de Rachel Weisz (imponente en ese traje oscuro mientras sostiene un rifle o tan histriónica en un baile en pareja), la gracia y frialdad de Emma Stone (en cada aparición con su posterior cónyuge) y la demencia e indulgencia de Olivia Colman (no hay mas que decir que ver la película completa), convergerán para deslumbrar en su propio protagonismo (incluso Nicholas Hoult impresiona en un papel donde el maquillaje obsoleto es necesario para tratar de relucir ante tales participaciones magistrales). El montaje y el vestuario (Sandy Powell en su binominación) reflejan de manera perfecta la época de guerra fuera del castillo y de ultraje en su interior; con la fotografía (Robbie Ryan) que asemeja grandes pinturas y retratos del barroco con un toque reminiscente de claroscuros caravaggiescos en medio de la penumbra que solo es penetrada por velas y grandes ventanales; además de grandes tomas angulares, secuencias y tomas abiertas que nos hacen sentir parte y a la vez espectadores de un evento que se presentó hace más de 300 años.

El poder de la manipulación a través del amor es inherente. La amistad y la familia, la necesidad de afecto y consuelo tras un ataque de gota, incluso la guerra y la desolación del pueblo hará que con la menor buena intención y halago el poder y la razón se desequilibre hacia el mejor postor, como en nuestros días. La verdadera guerra no se halla entre naciones, se escinde en las profundidades de un hogar y una perfecta trinidad. Así, una carrera de langostas o la analogía de hijos no nacidos en forma de conejos comienzan a ser sensatos hacia la sorpresiva lucidez final de la reina Ana. Tan trivial como la esencia y crueldad humana en la subversiva y eterna declaración de Lanthimos.
The Wild Side
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