Yo, que me considero fan de toda (casi) la filmografía de John Carpenter, me dispuse a ver esta película con mucho recelo, al ser la primera y última película tras el fiasco de "Fantasmas de Marte" y no me esperaba gran cosa. Quizá por esa predisposición, no llegué a llevarme una decepción, aunque tampoco me quedo el buen sabor de boca que me han dejado la mayoría de sus clásicos.

En esta ocasión, como viene siendo habitual, echa un ojo al pasado y trata de realizar un filme con el mismo estilo que le dió el éxito y lo elevó a referente del género del terror. Para ello mezcla una ambientación westerniana y oscura con toques de road movie y escenas de acción con alguna escena gore. La música, compuesta por el propio Carpenter, como de costumbre, ayuda bastante a la película, sin llegar al nivel de "La noche de Halloween" o "Asalto a la comisaría del distrito 13". Hasta ahí todo bien.

Pero la historia en si, aparte de ser poco original, no tiene ninguna profundidad, con unos personajes poco desarrollados, aunque trata de darles (con poco éxito) el carisma que consiguió darles a otros personajes suyos como Snake Pliesken en "1997: Rescate en NY". Amén de los diálogos, que en ocasiones rozan lo absurdo, sobretodo en escenas entre el protagonista, un James Woods de capa caida, y el cura. Los efectos, por cierto, ciertamente son un poco cutres, las explosiones de los vampiros cantan a la legua.

Para pasar el rato es aceptable, pero si lo que se quiere es ver una película de vampiros no muy seria como esta, recomiendo decantarse por la acción de "Blade" o por "Abierto hasta el amanecer" con su estructura de road movie, humor negro y gore.