Un joven superdotado combatiente de la Primera Guerra Mundial se encuentra en un hospital a merced de una enfermera ninfómana. Confinado de por vida, ciego, sordomudo y con las piernas y los brazos amputados a causa de una explosión sucedida durante un bombardeo, solo le quedará "su fusil". Totalmente inmovilizado, y sin capacidad de defenderse, Johnny será sometido a toda clase de tocamientos sexuales por parte de la enfermera.

Más que una brutal y desasosegante película de sexo bizarro (que también), se trata de una contundente apología de la depravación sexual. El propio Trumbo adapta (eso sí, con una dirección mediocre) su propias fantasías eróticas y nos empuja hasta el borde de la obsesión enfermiza, nos exprime los afectos ante la visión de un simple trozo de falo utilizado una y otra vez como juguete sexual por una enfermera sin escrúpulos. No apta para católicos del Opus Dei (o tal vez si).

Trumbo quiso que la dirigiera Buttman.