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Voto de Vincenzo Saverio:
4
Drama Estados Unidos, años 50. Jack (Hunter McCracken) es un niño que vive con sus hermanos y sus padres. Mientras que su madre (Jessica Chastain) encarna el amor y la ternura, su padre (Brad Pitt) representa la severidad, pues la cree necesaria para enseñarle al niño a enfrentarse a un mundo hostil. Ese proceso de formación se extiende desde la niñez hasta la edad adulta. Es entonces cuando Jack (Sean Penn) evoca los momentos trascendentes ... [+]
17 de septiembre de 2011
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿138 minutos? Realmente llegué a pensar de que aquella sala de cine era una anomalía espacio-temporal en dónde el tiempo se dilataba de manera exponencial conforme avanzaba la película.

La película arranca interesante, muy poético todo. La vida, la muerte, lo insignificante que resulta todo esto comparado con la inmensidad del universo. Te quedas atento para no perderte ningún detalle, asimilando lo que ves para luego poder hilarlo todo según avance la película. Pero después de mostrarnos ese minidocumental, llega la parte que mata completamente El árbol de la vida. Escenas cotidianas de Brad Pitt y su prole durante sabe Dios cuantas horas (en términos relativos a la máquina del tiempo en el que se convierte la sala).

De acuerdo, se ve cierta progresión en esa parte de la película, sobre todo del personaje del padre, cuyo comportamiento se va oscureciendo poco a poco, mientras que esa influencia negativa va afectando al hijo de las orejas de soplillo. Pero, a parte de eso, hay que decir que es muy tedioso, muy pesado, muy aburrido. Te quita incluso hasta las ganas de saber el final, sólo deseas que ese sufrimiento acabe. Llega un momento en el que tu cerebro dice "Nothing to do here" y se va volando a otro planeta.

A parte de lo ya comentado, me ha parecido muy pretenciosa la película. Poesía de laboratorio. Demasiado artificial y artificioso, debería aprender un poco de la naturalidad de directores como Yasujiro Ozu, Park Chan-wook o Pen-Ek Ratanaruang, por nombrar a algunos.

No se, igual la vuelvo a ver en mi lecho de muerte, dentro de 107 años, y de repente le encuentro un sentido transcendental a todo esto, pero hasta entonces, se queda con el cuatrazo.
Vincenzo Saverio
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