Hay viajes que pueden ser muy largos, algunos incluso pueden convertirse en una pesadilla. Para nuestros dos hermanos de 'Nunca juegues con extraños', más que una pesadilla fue un auténtico y continuo tormento. Sin embargo en mi caso, como mero acompañante a través de la pantalla, el recorrido se me hizo bastante corto y ameno. Es lo que tiene ver los toros desde la barrera.

Su desarrollo es correcto, te dejas llevar por esa canalla y relativa maldad de la que ambos hermanos hacen gala. Y, al igual que ellos, caes en la trampa. Una trampa muy bien diseñada para captar nuestra atención.

Bastante entretenida, y aunque no pase a la historia del cine como una película sobresaliente, no dejo de recomendarla.