Cuando hablamos de "Cisne negro", mucha gente se queda solo con el recuerdo de la grandísima actuación de Natalie Portman. No cabe duda de que estamos ante uno de los mejores thrillers psicológicos de los últimos 20 años, junto con Shutter Island (con la cual comparte un argumento similar). Desde El silencio de los corderos no tuve esa sensación de miedo frío tan fuerte.

Sorprende que no haya recibido el Oscar a la mejor fotografía, Aronofsky juega con la cámara constantemente, la carga sobre sus hombros y no para quieto en toda la película realizando travellings circulares imposibles. El uso muy efectivo de los espejos le proporciona un fácil reflejo de la crisis de doble personalidad de Portman (mención especial a la escena del camerino del principio donde se usan los espejos maravillosamente). La trama no decae y te mantiene en vilo en toda la película, cosa importante en un thriller que se digne a tener buena crítica.

El reparto lo componen Vincent Cassel, que se defiende muy bien en papel con su cara insuplantable de francés de toda la vida en esta película de ballet, Mila Kunis, y Barbara Hershey, que tiene la nariz y la boca exactamente igual que Matt Damon (al menos yo lo veo así). Y por su puesto Natalie Portman, piedra angular de la cinta, con una actuación soberbia es capaz de expresar toda la contradicción y emotividad posible en un solo gesto -ver las miradas que se cruza con Mila Kunis en varios momentos de la película-.
El final no desluce a esta recomendable película