No es una película, porque detrás de los argumentos hay una realidad plena, escalofriante, aterradora, para todo aquel que aún tenga sentimientos. Las imágenes son impactantes, no porque se vean escenas de terror o de violencia, sino porque se ve la realidad de África en cada niño que pasa, en cada acción (el agua en los grifos, las habitaciones, la calle, los utensilios que utilizan, los enfermos, los edificios...) Eceptuando los letrados y letradas, casi todos están apáticos porque han perdido la esperanza. No se fían de nadie. Ni de ellos mismos. Nada les puede salvar del desastre. Y esa es la conclusión que saca el que ve la película: No hay manera de salvar ese inmenso lugar, lleno de luz y vida, que se llama África porque no hay voluntad por parte de los que pueden y deben hacerlo... Estamos perdidos porque en Occidente no debería haber ni una fiesta, ni una celebración, ni un banquete, mientras el hambre y la muerte de tantos niños inunde nuestras conciencias adaptadas, en una sociedad insensible, cómoda y egoista que engorda a sus pequeños hartos de comida basura y juguetes que se hacen en China, nuevo verdugo de las economías de todo el mundo, incluida África.
Como bien se comenta en la película, "con el presupuesto de una sola guerra... se podría salvar África"