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Voto de ESPILBERDO:
5
Terror. Thriller Remake de la película "La última casa a la izquierda", dirigida por Wes Craven en 1972. Mari Collingwood llega con sus padres a la casa que tienen junto al lago para pasar unos días. Esa misma tarde, saliendo por la zona con su amiga Paige, ambas son secuestradas por Krug, un psicópata que ha escapado de la cárcel, y sus compañeros, su perturbada novia Sadie, su sádico hermano Francis, y su anulado hijo Justin. (FILMAFFINITY)
2 de agosto de 2009
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las historias de venganza es lo que tienen: consiguen la aprobación del público cuanto más atroz es el acto que la provoca. Y visto desde esa perspectiva pasivo-refleja que siempre aporta el cine los más sádicos y bestias pueden llegar a parecernos héroes. El remake de Dennis Iliadis explora la capacidad del ser humano de convertirse en asesino en situaciones de extrema tensión emocional. Algo que ya nos habían ofrecido la mayoría de clásicos del terror. Pero la aportación del director griego es muy correcta y, además, le sirve para empezar a hacer carrera en Hollywood.

Lo primero que se le agradece es que no use los fáciles sustos a golpe de banda sonora de esas producciones a lo "Scream" de las que ya estábamos cansados. De hecho, el mayor miedo que te da la película es que desde el principio notas que todo está muy bien colocadito, muy ordenado. Y más que una de terror te sorprendes saboreando lo que pinta como una del mejor suspense. Empiezan a sucederse escenas de una intimidad sobrecogedora (la primera vez que vemos a la chica nadando en la piscina, por ejemplo) y de repente nada de lo que esperabas que fuera a resultar típico de esas pelis que has visto veinte veces ocurre. Eso es lo verdaderamente fabuloso: Iliadis nos engaña. Justo cuando crees que sabes todo lo que va a pasar a continuación deja tus expectativas en bragas.

Sin embargo... ¡oh, decepción! Porque en la segunda mitad de la película (precisamente a partir de esa escena sobrecogedora a seis bandas que presenciamos en mitad del bosque) todo se va desinflando en aras de clichés propios del melodrama de antena 3 de las cuatro de la tarde. Y al final empieza incluso a atufar a cierta apología del capitalismo ("Cariño, no encuentro las llaves de la motora de recreo, ésa que necesitamos para escapar de los asesinos que, sin saber, fíjate, hemos alojado en nuestra súper "osea" casita de invitados). Esto, añadido a la brutalidad sanguinolenta de esas ligeras discrepancias que siempre brotan entre víctima y psicópata acaban restándole credibilidad.

Pero véanla: no lo lamentarán. Y siempre acaba uno aprendiendo cosas: por ejemplo, cómo utilizar un microondas para combatir el estrés.
ESPILBERDO
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