La visión de Joe Wright y la interpretación de un magnífico Gary Oldman hacen de esta película una casi perfecta maquina del tiempo la cual transporta al conflictivo 1940.

La iluminación contrasta constantemente el brillo y la oscuridad, lo que aporta un significativo mensaje de las emociones tanto de los personajes principales como del momento que vivieron. El zoom out cenital es demasiado usado al punto de dejar de tener un significado real para solo aportar un plano ''bonito''. Por suerte, los efectos que unían escenas aportaban belleza sin saturar.

Pero lo mejor de esta película sin duda, apartando lo estudiada y lo bien hecha que está, es un Gary Oldman brillante que calca su papel, un papel enriquecido mutuamente entre el personaje y actor, que junto a un guión que sigue al pie de la letra la historia y que no presenta momentos de fatiga y aburrimiento, como ocurre con una buena mayoría de películas biográficas, y que con toques de humor ingles (zona spoiler) entretiene de principio a fin.